Nineth

937 113 24
                                    

Rechazo

Algo tan complejo como lo es el amor no debería existir, o eso pensaba Diana Cavendish por su amor no correspondido.

Señorita Cavendish — llamó la Directora Halbrook a la más joven en la sala —, ¿Qué es lo que le sucede?

La pregunta que todo el mundo quería saber en esa semana, pues los actos de la rubia tomaron rumbos diferentes desde hace unos tres días. Y su apariencia en ese mismo momento no ayudaba a cubrir la verdad.

No sé a lo que se refiere — murmuró la rubia desviando su cansada mirada.

Ojeras algo pronunciadas, mirada de derrota, el chaleco morado de su uniforme no se encontraba dejando ver el primer y segundo botón de su camisa desabrochados, el listón lo dejó de usar desde hace un par de semanas, su cabello estaba despeinado. Esta persona no era nadie.

Ella creía que no era nadie.

Se dormía en medio de clases, los hechizos y pociones que hacía empezaban a fallar, su estado físico no era estable, había caído de la escoba en clase de vuelo ya por séptima vez en la semana, y apenas estaban a miércoles.

Sus calificaciones bajaron durante un mes y medio.

Nadie pudo detener la caída en picada que estaban sufriendo las emociones de Diana.

Salió así aquella noche a observar las estrellas.

Beatrix, puedo jurar que ya no me ves si quiera como una Cavendish — dijo al viento la joven mirando sus antebrazos :Moretones, pinchazos y cortes —. Diablos, ni siquiera sé qué está pasando conmigo.

Subió su mirada a la luna, adornada por una cruz. Y sonrió con tristeza.

Le había dicho a Akko que fuese a encontrarse con ella en ese instante, llego tarde, pero no la planto como la última vez.

— ¡Diana! — gritó a lo lejos la castaña levantando su mano en forma de saludo.

Diana la observó correr hacia ella. Y entonces se preguntó:

¿Porqué Akko?

Pensé que nunca llegarías — dijo burlona la rubia, deslizando sus mangas para cubrir sus antebrazos.

Esa noche en especial, decidió corregir su apariencia, pues tenía algo que hacer, algo muy importante para ella.

La respuesta era sencilla.

Y bien, ¿Qué planeas decirme? — preguntó la castaña poniendo ambas manos en sus caderas.

Con una coleta de caballo como peinado dejando mostrar una apariencia fresca, ojos brillantes y una sonrisa encantadora logró que el corazón de Atsuko Kagari latiera más rápido de lo normal.

Primero que todo, toma — le extendió un pequeño cofre.

Tal vez era por su creyente corazón.

La castaña lo tomó y abrió, sus ojos se iluminaron al ver el hermoso collar bañado en oro que portaba el logo de la familia Cavendish, un unicornio. Su sonrisa apareció un poco después.

— ¡Diana es hermoso! — exclamó la joven Kagari sacándolo del cofre —. ¿Podrías ponérmelo? — se lo dio a Diana y le dio la espalda, tomó su cabello con sus manos y esperó a que la rubia se decidiera a colocar el collar.

La joven Cavendish colocó el collar alrededor de su cuello y sonrió al abrocharlo — Ya esta — dijo la rubia para que la castaña la volviera a mirar.

Tomó el cofre del suelo y lo abrazo contra su pecho — No planeó quitármelo nunca — dijo contenta la castaña.

O lo increíblemente adorable, tierna e impulsiva que era.

Bien, ahora a lo que vamos — dijo sería la rubia tomando la mano derecha de la castaña.

No dijo nada encantador, no dijo esas palabras melosas que suelen usar antes, no dijo sus dones o en lo que más flaqueaba, no dijo nada para envolver sus palabras. Lo dijo directo, con una sonrisa triste y una mirada desilusionada.

O tal vez era porque ella era Atsuko Kagari, su Akko.

Sé de tus sentimientos por Andrew, y reconozco que soy tu rival, más que eso tu amiga — empezó la rubia levantando la mano de la castaña a la altura de sus labios para besarla —, sé que no podría cambiar nada, sé que estoy al borde de nuestra amistad al decirte esto — prosiguió jalando de la mano de Akko.

Esa fue su decisión, no tenía porque temer, no después de lo que le dijo la directora aquella mañana. Ya estaba perdida, y esto solo terminaría de llenar el vaso.

Diana... — susurró la castaña sintiendo el aliento de la rubia mezclarse con el suyo.

Tomó la cintura de Akko y como sus ojos se encontraban cristalizados por las lagrimas que querían salir no notó el sentimiento que los ojos carmesí le transmitían.

"Lamento decirte esto" recordó las palabras de la directora "Pero estás expulsada oficialmente de Luna Nova".

Las lágrimas salieron.

Estoy enamorada de ti, Akko.

"Te irás mañana".

Y la besó.

—————————

Forzar a alguien a que retroceda.

Careless Feelings; DiakkoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora