Capítulo 1

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La tormenta comenzó súbitamente, corría en busca de un refugio, mal día para un paseo por el parque, mi bicicleta no ayudaba avanzar, se resbalaba, caí varias veces hasta que me di por vencida y comencé a correr arrastrándola. Tenía que salir de inmediato de la zona de árboles, los rayos iluminaban el cielo de forma peligrosa, cerca de donde estaba cayo uno, grite del susto y deje tirada la bicicleta, gracias a eso el siguiente rayo no me dio. Mi bicicleta quedó como una escultura abstracta.

Tiffani Leona Wells, una joven de 23 años, cabello lacio castaño, ojos marrones y piel albaricoque, tímida, considerada "gordita", tenía tetracromacia, "visión de súper color", esto significaba que distinguía 99 millones de tonos color. Nacida en Argentina, nieta de inmigrantes irlandeses por parte de padre, su madre descendía de una familia patricia argentina, vivía en Holanda desde los 18 años, hija de padres legalmente divorciados pero que vivían juntos, eternos novios que peleaban y se reconciliaban, si uno decía negro el otro decía blanco ocasionando peleas hasta llegar a un gris. Criada principalmente por su mucama quién se dio a la aventura junto a ellos, la familia se mudó a Ámsterdam por trabajo, sus padres eran restauradores graduados del IUNA, la madre tenía además una licenciatura en Arte y museología de la UBA; a la pareja les ofrecieron una gran oportunidad en el Museo Nacional de Holanda (Rijksmuseum), el contrato era por 3 años pero todos quedaron enamorados de la ciudad, al finalizar el contrato la madre lo renovó, el padre decidió trabajar como independiente, por suerte su trabajo era bien valorado en los museos.

A parte de las flores por todas partes, quesos y marihuana, Holanda es un país lleno de encantos, la gente ha sido siempre muy amable con ellos, son cordiales aunque van al grano y casi todo el mundo habla inglés, respecto a esto hay cosas buenas y malas, al principio se manejaron bien en su vida diaria (compras, restaurantes, servicios púbicos), pero por otra parte hizo que aprender holandés fuera mucho más difícil.
Tiffani era una gran lectora, su biblioteca ocupaba una pared de su dormitorio, por comodidad se mudó al piso de abajo, así que era solo subir por la escalera y ya está en casa de sus padres. Mirta, mucama, niñera, consejera y amiga, la acompañaba en las compras, porque vivir sola es un aprendizaje constante, sino fuera por ella terminaría incendiando la cocina. Ella estudiaba artes en la universidad, no por seguir los pasos de sus padres, sino porque realmente le gustaba.

Su último trabajo era como ilustradora en una editorial juvenil, estaba trabajando en el proyecto de crear una historieta de Harry Potter (el anterior proyecto se trató sobre Narnia), por tal motivo Tiffani llevaba en su mochila los libros de la saga, los releyó tomando nota de las características, descripciones y detalles relevantes para dar forma a los personajes, ya sea en la expresión de sus caras o definir sus poses, imaginaba y realizaba bocetos intentando en lo posible no dejarse llevar por los actores de las películas, aunque en lo personal pensara que en algunos casos era imposible no tomarlos como modelo de referencia.
La muchacha estaba muy asustada con la extraña tormenta, se cayó varias veces hasta que ya no podía ver de lo empapada que estaba, no supo en que momento ni de donde salió, un resplandor la cegó aún más y en un suspiro todo se oscureció.

Tiffani despertó lentamente con jaqueca, de a poco abrió sus ojos, se tocó la cabeza y la sintió esponjosa, pegajosa.
- Agh, se me chamuscó el pelo - murmuró con pesar.
Luego se vio en una habitación extraña, abrió por completo los ojos y miró a su alrededor.
Estaba en una celda, se levantó y le dio un bahío. Notó sus manos, su ropa, su pelo, este último estaba largo y enmarañado, era de color negro azabache y su piel era pálida. Vestía una prenda amarillenta con rayas, que parecía un saco de papas, era una tela áspera. Incluso parecía que era más alta.
- Qué mierda me pasó – murmuró – esto debe ser una pesadilla.

La habitación se volvió por unos minutos muy fría, notó una sombra pasar por fuera de la ventana, sin saber dónde estaba, lo único que se le ocurrió fue salir de ahí. Había visto muchas películas de miedo y temía que la pesadilla fuese peor que estar encerrada quién sabe dónde. Buscó algo con que forzar la puerta y no halló nada, probó ver si tal vez estuviera abierta, pero para su sorpresa estaba mal cerrada, un trozo de metal estaba atorado sin dejar que la traba cerrara correctamente la puerta.

Renacer: El caso de Helena Black.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora