Capítulo 2

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Hasta el momento Helena no se había cruzado con Lupin, no porque lo evitara sino porque coincidía que cuándo él iba a la casa ella estaba afuera. Helena acostumbraba salir con su block a dibujar paisajes, tanto tiempo encerrada la asfixiaba un poco. Sirius esperaba que con el material mágico que consiguió se quedará más en casa, sin embargo, ella era un ser de costumbres, un día antes de que llegara Harry, salieron temprano hacia el Callejón Diagon, fue la primera vez para ella, estaba fascinada, a pesar que estaba vestida con una túnica inmensa y un sombrero que la hacía ver cómo Tontín de los 7 enanos de Blancanieves.
Recorrieron las tiendas entrando sólo a algunas, ella compró algunos libros, dulces y curiosidades cómo las llamó, también compraron cosas para recibir a Harry, por ejemplo juguetes. Caminaban calmadamente hasta que sus ojos se iluminaron al encontrar óleo mágico, casi mareo al vendedor preguntando mil y una cosas de su uso, al parecer lograba cuadros similares a las fotografías mágicas, es decir, que si pintaba un paisaje este se movía y según la destreza del artista era como ver a través de una ventana.

El paseo estuvo bien salvo en 2 situaciones, una fue cuándo Sirius entusiasmado quiso pasar a comprarle ropa de bruja en "Madame Malkin, túnicas para todas las ocasiones", la regordeta bruja dio un grito al ver a Helena, la apuntó con su varita lista para maldecirla si hacia algún movimiento, él tuvo que convencerla de que se equivocaba, luego de un rato la bruja se calmó y pidió disculpas.
- No hay cuidado madame Malkin, me imagino que no todos simpatizaban con mi madre.
- Ni que lo diga señorita Noir, su madre es la peor bruja que tuve la desgracia de conocer, fue mi clienta hasta que salió de Hogwarts. Todos los años venia por su uniforme, lo siento, pero te pareces físicamente a ella y te confundí, aunque ahora que te veo con detenimiento, tus ojos son diferente, tu mirada es distinta, la forma de tu rostro, es más cálida, tu tono de voz, nada que ver con tu madre, esa mujer miraba a todos con asco, se sentía muy superior la muy... ejem, lo siento, que puedo hacer por la jovencita – dijo más serena con una sonrisa.
- Por favor Madame, ella necesita un guardarropas completo, túnicas, capas, sombrero, etc. debe ser de la mejor calidad y textura – dijo Sirius.
- ¿Zapatos, botas? ¿Material de dragón o tebo? Tengo monederos y carteras de piel de moke ¿le interesa? – respondió Malkin con brillitos en los ojos.
- Lo mejor. Incluya todo eso – expresó el mago.
Sirius divertido guiñaba el ojo a una atónica muchacha que sin palabras se dejó llevar.
- Oh, querida ya verás lo preciosa que vas a quedar, todas mis telas son autoplanchables y autoreparables, vamos a elegir los colores que vayan mejor con tu tono de piel y resalte tus ojos, quítate esa túnica grande, haremos una acorde a tus medidas – decía Malkin empujándola frente a una cinta métrica que veloz se movía tomando todas sus medidas.

Luego de un rato.
– Listo, en breve tendré todo listo, si quieren pueden esperar o dar una vuelta por el callejón.
Decidieron dar una vuelta y al salir vieron que había más movimiento de gente.
- Sirius no debiste, yo ya tengo ropa, me dio no sé qué negarme, esa señora estaba eufórica - se quejaba Helena, mientras él se rió por lo que ella dijo.
- Sí, pasó lo mismo cuándo vine a comprar mi guardarropa. Considéralo un gasto necesario para pasar de ser percibidos. Ya luego traeremos a Harry y será tu turno de avergonzar a alguien... Te ves muy bonita con ese sonrojo – comentó con una sonrisa seductora, besando su mejilla. Si fuera posible Helena echaría humo de lo roja que se puso, el corazón le latía fuerte, no era la primera vez que Sirius decía cosas que la confundían.

La 2ª ocasión extraña en ese paseo, fue cuándo pasaron al negocio de varitas de Ollivanders, Sirius quería comprar un nuevo kit de cuidado para su varita. Al entrar se escuchó el sonido de una campanilla, el lugar era pequeño y estaba vacío, salvo por una silla larguirucha, tras el mostrador se veían miles de estrechas cajas amontonadas cuidadosamente hasta el techo.
- Buenos días, oh, señor Black, varita de roble con núcleo de fibra de corazón de dragón, 11 pulgadas, ¿verdad?
- Buenos días señor Ollivander, exactamente esa es mi varita, por favor necesito un kit para su cuidado.
- Me permite verla – solicitó el fabricante.
Sirius se la alcanzó y el fabricante la examinó concentrado.
– Hum, si esta algo dañada, voy a restaurarla y luego buscamos el kit que necesita... pero antes, ¿quién es la señorita? Me parece que trae consigo una varita de nogal y nervio de dragón de 12 ¾ pulgadas, inflexible, perteneciente a la señora Bellatrix Lestrange, ¿estoy en lo correcto?. Y creo no equivocarme cuándo afirmó que no puede canalizar del todo bien su magia señorita...
- Noir, Helena Noir – dijo con asombró ella y sacó la varita, colocándola en la mano extendida de Ollivander.
- Sí, sí, ya veo esta varita perdió a su dueña, guárdela bien no le queda mucho tiempo, una pena en realidad. Si gusta conseguiremos una adecuada para usted, espéreme un momento.
Ella asintió y el fabricante fue tras una cortina, luego de unos minutos regreso con la varita de Sirius y una caja.
- Aquí tiene su varita y el kit que pidió, son 5 galeones... enseguida traigo algunas para que pruebe señorita Noir.

Renacer: El caso de Helena Black.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora