Hogwarts

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02/05/2020

—Llegaremos a Hogwarts dentro de cinco minutos. Por favor, dejen su equipaje en el tren, se lo llevarán por separado al colegio- una voz que sonó por todo el tren anunció que nos acercábamos. Igual todos ya nos habíamos cambiado, solo desperté a Tenebris y a Solis, y nos preparamos para bajar.

El tren aminoró la marcha, hasta que finalmente se detuvo. Todos se empujaban para salir al pequeño y oscuro andén. La noche era fría, así que Tenebris uso su magia para cubrirnos con una capa de calor. Entonces una voz empezó a llamar:

—¡Primer año! ¡Los de primer año por aquí!— Era un gran hombre, probablemente con sangre de gigante, sosteniendo una lámpara mientras guiaba a los alumnos, su gran cara peluda rebosaba alegría sobre el mar de cabezas.— Vengan, siganme... ¿Hay más de primer año? Miren bien dónde pisáis. ¡Los de primer año, siganme!

Seguimos a nuestro guía por lo que parecía un estrecho sendero, a pesar de la oscuridad mi vista era muy buena así que note los frondosos árboles rodeándonos.

—En un segundo, tendréis la primera visión de Hogwarts —exclamó aquel gran hombre por encima del hombro—, justo al doblar esta curva.

Se produjo un fuerte ¡ooooooh! El sendero estrecho se abría súbitamente al borde de un gran lago negro. En la punta de una alta montaña, al otro lado, con sus ventanas brillando bajo el cielo estrellado, había un impresionante castillo con muchas torres y torrecillas.

—¡No más de cuatro por bote! —gritó el semigigante, señalando a una flota de botecitos alineados en el agua, al lado de la orilla. Subimos en un bote Alina, Crux, Vasey y yo, mientras que en el siguiente fueron Warrington, Dolohov, Smith y Adrian. 

Después de que el hombre preguntara si ya todos habíamos subido, la pequeña flota de botes se movió al mismo tiempo, deslizándose por el lago, que era tan liso como el cristal. Todos estaban en silencio, contemplando el gran castillo que se elevaba sobre sus cabezas mientras se acercaban cada vez más al risco donde se erigía. Pude ver a Cass junto a Reg y dos chicos que no reconocí, también en otro bote iban Lyra, los gemelos Weasley y un niño moreno.

—¡Bajen las cabezas!— exclamó el semi gigante, mientras los primeros botes alcanzaban el peñasco. Todos agacharon la cabeza y los botecitos los llevaron a través de una cortina de hiedra, que escondía una ancha abertura en la parte delantera del peñasco. Fueron por un túnel oscuro que parecía conducirlos justo por debajo del castillo, hasta que llegaron a una especie de muelle subterráneo, donde treparon por entre las rocas y los guijarros.

Tuve un pequeño flash de Harry, ya más grande, tocando la puerta de una pequeña cabaña y cuando abrió saludo al semi gigante, llamándolo Hagrid. Así que este era el nombre del gran hombre que nos guiaba. Hagrid levantó un gigantesco puño y llamó tres veces a la puerta del castillo. La puerta se abrió de inmediato. Una bruja alta, de cabello negro y túnica verde esmeralda, esperaba allí. Tenía un rostro muy severo, y rogué que Lyra no se metiera en problemas con ella y que yo nunca tenga que estar en el lado recibidor de su molestia.

—Los de primer año, profesora McGonagall —dijo Hagrid.

—Muchas gracias, Hagrid. Yo los llevaré desde aquí.

Abrió bien la puerta. Las paredes de piedra estaban iluminadas con resplandecientes antorchas como las de Gringotts, el techo era tan alto que no se veía y una magnífica escalera de mármol, frente a ellos, conducía a los pisos superiores. Seguimos a la profesora McGonagall a través de un camino señalado en el suelo de piedra. Se podían oír las cientos de voces que salían de un portal situado a la derecha (el resto del colegio debía de estar allí), pero la profesora McGonagall nos llevó a una pequeña habitación vacía, fuera del vestíbulo. Todos miraban con nerviosismo a su alrededor, pero nadie se atrevía a hablar 

Destined to Darkness II Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora