Fuego

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By Ruka Hatake

El cuarto donde vive es pequeño, pero se siente infinitamente grande incluso mas por las noches; cuando se refugia en una esquina de la pared junto a la única ventana. Un buen lugar para escapar o atacar según sea necesario.  No duerme mucho, la posición no es cómoda así como tampoco lo es el sueño plagado de pesadillas cada que se atreve a dormir.

Así pasa su infancia y parte de su adolecencia hasta que le conoce en una casi puesta de sol, es cálido como el fuego de una fogata en invierno: piel teñida y con sabor a canela que logran arrullarlo, llevarlo hacia otro lado donde sus dos mejores amigos y su maestro están a su lado, incluso se atreve a traer a su padre sin la vergüenza de su muerte.

Salé de su casa, de ese cuarto vacío deslizándose entre la aldea como una sombra no importa el día o la hora. Siempre sabe donde se encuentra puede distinguir su chakra de entre cualquiera lo ha memorizado así como lo ha hecho con muchas partes del muchacho en especial el sabor de su boca siempre dulce.

Esa noche entra por la ventana, el chico de piel morena arruga el entrecejo mientras le da una mirada de reconocimiento antes de volver a un par de documentos que tiene en la mesa. Kakashi no dice nada, tampoco lo espera; se sienta en el suelo junto a la ventana en la que entro colocando su espalda sobre un cojín estratégicamente dejado ahí para él. Sabe que Iruka no se moverá hasta terminar con su informe y no le importa porque su sola presencia logra relajarlo, le permite bajar las defensas lo suficiente para dormir frecuentemente sin las pesadillas habituales.

Iruka siempre le despierta cuando termina, le lleva de la mano hacia su cama y si esta de humor o lo considerablemente descansado iniciara una serie de besos perezosos por la boca de Kakashi, sus mejillas y su cuello: "¿Me extrañaste?" preguntara con su sonrisa floja que no le llega de todo a los ojos y Kakashi contestará que no tanto porque no necesita darle poder al chiquillo con el que apenas habla por mucho sexo que intercambien.

Lo cierto es que como crecen su lívido se calma, los besos experimentados terminan con ellos dos aferrados bajo las sabanas con todo su ropa puesta, con el calor de sus cuerpos cubriéndolos del mundo entero. Lejos de la misión de la que afortunadamente ellos si han sido capaces de regresar y con suerte los otros de su grupo igual.

Ellos no hablan de eso, lo necesitan pero callan por miedo a dar rienda suelta a los demonios que llevan dentro; tienen miedo de perder el lugar que han encontrado y donde pueden descansar, porque las curvas de una mujer ocasional dan placer y te hacen olvidar pero la calidez de la piel canela no se puede reemplazar.

Es en su segundo verano cuando Kakashi entra por la misma ventana mientras Iruka esta sentado rellenando un reporte cuando el de pelo plateado ya no se va a su esquina habitual, recuesta su cabeza en las piernas dobladas del chunin que debes en cuando acaricia su plateada cabellera sin dejar de leer y corregir su informe.

Kakashi se niega a que algo ha cambiado ya.

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