El caso asignado.

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La camioneta estacionó en frente del edificio AIPI (Agencia de Investigación Policíaca de Inglaterra). Alexander ingresó al ostentoso sitio, el cual se encontraba repleto de personas vestidas de traje.

La Agencia era un centro de reconocida etiqueta, debido a que allí se ubicaban personajes que mantenían apariencias entre ellos, desde investigadores célebres a cadetes que llevaban archivos, aunque estos últimos conservaban ese aire de ingenuidad típico del hombre. Los detectives no eran para nada típicos.

Sinceramente, se asemejaba a una medieval corte europea repleta de competencia, misterio, intriga y desconfianza. No sólo de los nuevos sino de los mismos compañeros de toda una vida laboral.

El dorado palacio de los intelectuales fue firmemente atravesado por Seek. Con elegancia subió las escaleras principales captando la mayoría de las minuciosas, y algunas descaradas, miradas de la gente a su alrededor. Esperable, por supuesto, al ser uno de los solteros más codiciados de Londres debido a su escultural atractivo y clase social alta.

La noticia de su partida años atrás fue indudablemente desconcertante para la sociedad victoriana. Para su familia aún más, si es que conservaban el derecho de llamarse así.

El encantador detective tocó suavemente la puerta de Asignación de Casos. Al recibir una dulce pero corta respuesta afirmativa, se adentró al espacioso cuarto. La imagen presente fue como un balde de agua helada para el joven.

Allí presente se hallaba la persona que rogaba no encontrarse en los numerosos pasillos de la sede. La mujer a la que había dejado atrás con su partida luego de una extensa relación de tres años.

Su ex novia. Ahora su jefa.

Recobró la compostura fría y analítica usual. Ella no parecía sorprendida en lo más mínimo, fruto de los años de trabajo y la experiencia de no transmitir ninguna clase de sentimiento a través de los movimientos corporales. Siempre de aspecto neutral.

-Alex, es un verdadero gusto volver a verte.- expresó con voz formal y adecuada a la situación por la cual se reunían. Por trabajo.

-Elizabeth. Desearía que el motivo de nuestro reencuentro fuera en circunstancias diametralmente opuestas.

-Lo sé. Siento mucho la desaparición de tu hermana, pero confío en un detective como tú ciegamente. Resolverás el caso, siempre lo haces.

-¿Esto se convirtió en una charla de viejos amigos?

-Simplemente quise dejar de lado las formalidades incómodas.

-Me siento incómodo ahora.

Ella respiró profundamente. Ese hombre la sacaba de quicio.

-Como sea. En cuanto antes terminemos esto mejor. Podrás marcharte, eres bueno en eso.

-Estaría eternamente agradecido si me otorgaras los archivos con la información del caso.

La castaña le entregó una carpeta sellada en la cual se detallaban los documentos de los peritos e información personal de la víctima.

-Muy bien, si no hay nada más que agregar respecto al caso es lo indicado que me retire.- dijo él con el anhelo de abrir la puerta y largarse del cuarto de una buena vez.

-En realidad sí hay algo más. Durante el proceso de investigación serás acompañado y asesorado por la psicóloga Aria Evans.

Él, indignado, abrió los ojos formando dos relucientes perlas. Jamás en su vida había necesitado el asesoramiento o consejo de alguien para resolver un caso. Seguro era una cadete de unos 20 años que recién comenzaba sus estudios. Sería más una carga que una ayuda.

-Permíteme preguntar, ¿por qué razón en el mundo precisaría del asesoramiento de una... psicóloga? Soy un investigador altamente capacitado, calificado y experimentado. Sinceramente no veo el motivo de esta errónea situación. Trabajo mejor solo, lo sabes más que nadie.

-Deberás adaptarte a las condiciones. Si quieres quejarte, escribe al vicepresidente de la agencia. Si quieres rehusarte a llevar adelante el caso, envía una carta de renuncia. En ambas opciones redactarás cartas. ¿O prefieres ahorrar tinta y cumplir con las responsabilidades de tu trabajo?

La mujer a la que solía amar con locura podía llegar a ser demasiado directa y severa en ocasiones.

-¿Cuándo podré reunirme con ella? Yo más que nadie deseo llegar al fondo de este hecho lo más pronto y eficaz posible.- aceptó a regañadientes.

-En el Salón de Procesamiento. Llegará allí en dos horas. Podrán debatir el caso y decidir las medidas que implementarán para comenzar la investigación.- indicó con firmeza.

Luego de un ligero asentimiento de cabeza como muestra de saludo, Alexander se retiró de la habitación. Soltó un largo suspiro y se dirigió al Salón de Procesamiento para dar inicio al caso.

Sin duda alguna tener a su ex como jefa sería un enorme desafío. Incluso para Alexander Seek.

Otro Misterio Resuelto, Mr. SeekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora