El maldito orgullo y la esperanza.

129 22 11
                                    

Nota del autor: Hice lo posible para terminar este capitulo hoy y no decepcionarlos :') Me pego duro la gripe y me muero. Pero aquí lo tienen, disfruten y hasta la próxima semana <3

  ●●●      

          Después de un largo rato, llegaron la rubia y el inmigrante al hospital Skyler. Alexander no sabía qué esperar, está a punto de ver el amor de su vida quien sabe como estará. Desde el momento que pisó el hospital y hasta el aproximamiento a la habitación de John lo tenía una mala vibra, un amargo sabor, un mareo, una sacudida en su estómago, todas esas cosas que uno puede imaginarse cuando saber que pasara algo pronto.

        El trayecto parecía eterno, o tal vez así lo quiera ver Alexander ¿Estará  preparado para lo que vería?  Eso no lo sabía, pero está a punto de descubrirlo de la peor manera posible, y sin oportunidad de echarse para atrás. 

          Cuando Martha se detuvo en una habitación, el corazón de Hamilton se aceleró y tragó saliva. No está listo, una persona nunca está listo para este tipo de cosas, y eso que estamos hablando de Alexander Hamilton; conocido hacer cosas que nunca se ha preparado sin dudas ni arrepentimientos, sin miedos ni inseguridad. Salvo que esta vez, no estaba en un escritorio o un campo de batalla.

          Muy lentamente logró alcanzar a Martha, ambos se miraron fijamente solo para que ella se volteara en dirección a la puerta haciendo que el caribeño hiciera lo mismo. Miro a la ventanilla y allí estaba, aunque no podía verlo completamente, pudo observar a un débil cuerpo con un tubo saliendo de su boca. Sintió un peso en su pecho, una horrible sensación que no le desearía a nadie, por acto reflejo  puso su mano en la boca, sentía que en cualquier momento se quebraba en llanto.

           No puede ser John, no puede ser SU John. Parecía un muerto, un ser que en cualquier momento desapareciera o se rompería. Martha veía atentamente como Alexander se destrozaba, solo se limitó a abrirle la puerta para que pasara; no sabia que decirle, así que solo decidió dejarlos a los dos.

           Alexander paso tan lentamente, como si fuera una escena surreal; cuando pasó Martha les dio privacidad y cerró la puerta. Hamilton se acercaba con tanto cuidado a Laurens como si este recorría el pasillo de la muerte o el camino hacia la orca. Ya para este punto, veía todas las heridas que están en vía de sanación, su piel tan pálida, su cabello desordenado y una parte rapado, sus ojos cerrados; el caribeño lloraba a mares.

         Sentía que le faltaba aire, su pecho tenía la sensación más pesada del mundo y más pesada y su cabeza no paraba de hacerse preguntas. El incesante ruido del monitor lo enloquecía y todo su mundo se quiebra en ese momento. Cuando estuvo a una distancia prudente del coronel, tocó suavemente su mano tan helada como el mismo hielo, tan helada como la misma muerte.  Y a pesar de su frío cuerpo, aun sentía esa piel suave que tanto amaba desde el momento que la sintió por primera vez.

-John-susurro con una voz que se quebraba.

        Para todo aquel que lo observaba era un muerto, parecía que lo había perdido a manos de la parca... No, bajo NINGUNA circunstancia quería volverlo a perder. Otra vida sin John es algo que no quería imaginar o volver a vivir. Ese vacío, esa soledad, ese dolor en su pecho. Como si cayera un rayo en medio de una tormenta eléctrica, tan repentinamente, siento aquellos males como un bumerán a su dirección inminente.

         Hamilton maldecía a todo lo que se podía maldecir, al no poder hacer algo. Deseaba a todo dios que existía que se recuperara, que se despertara y que lo besara. Lo ha necesitado tanto desde la última vez, aún esas palabras hirientes de John resuenan en su cabeza; pero no tal alto como el sonido del monitor cardiaco que lo conecta con la realidad, con la dura y cruel realidad.

Voy a remediarloWhere stories live. Discover now