Capítulo 1

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     Habían pasado casi una semana en el hospital. Su padre iba y venía, entraba y salía de la habitación y rara vez se quedaba toda la noche. Siempre decía que tenía que hacer "unas cosas" y le encargaba a Lila que se mantuviera alerta.

     Por su parte, ella no tenía mucho por hacer. Había ido a hablar a su trabajo y su jefa se vio bastante comprensiva, habló con la encargada de recursos humanos e hizo que las vacaciones de Lila se adelantaran un par de meses para que no le perjudicara y no tuvieran que darle de baja, así que eso le daba 15 días  para poder pasar la noche con Nico. Por otro lado, en la escuela, había ido a hablar con los cinco maestros que le daban clases ese semestre, e intentó, sin éxito, no soltar lágrimas frente a ellos. Todos fueron algo así como "¿estás segura de que no hay nadie más que pueda cuidar de él?". Maldita sea, si lo hubiera, Lila no les hubiera pedido el favor de solo enviar sus tareas sin tener que asistir a clase. O tal vez sí. Ella no quería dejarlo solo, ni con su padre, ni con nadie "capacitado" para cuidar de él. Era su hermano y no se despegaría de él ni un momento.
Todos los profesores terminaron accediendo, porque en ese momento no era de vital importancia tenerla ahí haciendo nada. Había un par de proyectos que tenía que entregar, pero al ser casi de nuevo ingreso, las materias que tomaba todavía eran algunas de tronco común, así que se las podría arreglar hablando con sus compañeros y enviando las tareas a tiempo.


     Así que pasaba todo ese tiempo levantándose de vez en vez para revisar cómo estaba su hermano, aunque fuera trabajo de las enfermeras, saliendo a los pasillos a estirar las piernas y a tomar el sol cerca de las ventanas, y tomaba duchas muy temprano en la mañana (se había llevado una maleta con ropa y las enfermeras le habían dado permiso de usar la ducha privada de Nicolás cuando lo necesitara). Durante lo que era su horario escolar, Lila leía los libros que sacó de la biblioteca antes de irse a meter al hospital. Practicaba un poco con los programas de edición con fotos viejas que había tomado en Delicias, y hacía las tareas que tuviera pendientes para enviar.
En las tardes, después de las 5:00, sacaba un libro o algún manga y se ponía a leer hasta que la luz del sol se lo permitiera, y ya en la noche usaba la laptop para ver videos de edición, de cómo usar photoshop y lightroom, y escuchaba música solo con un auricular, por si Nico despertaba y necesitaba algo.

     Su hermano durmió prácticamente toda la primer semana. Lila podía ver que abría los ojos de vez en cuando y los veía. Veía a su papá quien comenzaba a hacerle preguntas de en qué chingallos estaba pensando (su padre no decía groserías porque era de familia cristiana (cosa curiosa porque el cristianismo no le había enseñado a no golpear a su mujer)) y luego lo veía volver a cerrar los ojos. Los abría cuando las enfermeras le cambiaban la medicación  que contrarrestaba las drogas que tomó y los volvía a cerrar. De vez en cuando Lila levantaba la vista del libro, o desviaba la mirada del televisor y lo notaba mirándola, para después volver a cerrar los ojos y dormir de nuevo.


     En las noches, cuando todo el hospital estaba en silencio y las enfermeras no hacían sus rondas tan seguidas una de la otra, Nicolás se retorcía en su cama, sudando a mares, llorando en silencio. Los primeros días Lila se había asustado y corría a llamar a las enfermeras. A veces lo despertaban y Nico parecía no saber qué pasaba, así que las enfermeras le explicaron que tal vez tuviera pesadillas, o dolores por el medicamento. Ellas solían tener pacientes así todo el tiempo y decían que los malos sueños eran muy comunes con gente que había hecho lo mismo que Nico.

Su hermana comenzó a acostumbrarse a eso y se limitaba a acariciar su cabello y a secarle el sudor de la frente con una toalla de manos. Él apretaba los puños y hacía crujir sus dientes y se retorcía por casi media hora seguida. Después paraba y Lila podía acostarse de nuevo y ver el amanecer desde el sofá que estaba al otro lado de la habitación.

Cuando escuches mi silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora