Amor

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Y ahí estabamos las dos una en frente de la otra, mi chica sujetaba con una mano el ansa de su maleta con fuerza y en la otra mano ya no tenía nada, puesto que de la impresión la tarjeta había caido al suelo. Su cara era una mezcla de sentimientos, los pocos que puede descifrar eran de sorpresa, alegría, duda. Nos mirábamos fijamente y podía apreciar como se le abrían cada vez más las cuencas de los ojos y la boca, sinceramente he de deciros que aún que seguro que había estado más de 6 horas en un coche, estaba increíblemente preciosa, creo que mi cara de enbobada en esos momentos no tendría precio, seguramente esta escena solo duro unos escasos segundos, pero yo podria describir cada mínimo gesto suyo y me podría extender tanto que no acabaría jamás. 

- Bueno qué, me pego un palizón con el coche para venir a verte, y tu te piensas quedar ahí plantada toda la vida ¿o qué?-Pregunté algo indignada ya, aún que en realidad no estaba indignada si no que me moría de ganas por tenerla entre mis brazos.

Y sin obtener una respuesta de sus labios soltó la maleta y se lanzo a mis brazos, pegando un salto y colgándose en mi cuello, y enredando sus piernas a mi tronco, cuál cría de orangután se aferra a su madre cuando se ve en peligro. Lo único que pude hacer ante aquélla situación fué sujetarla con fuerza con las dos manos, una en la mitad de su espalda y la otra en sus nalgas.

Mientras ella iba comenzando un camino de besos y mordiscos por mi cuello, yo no podía ni quería dejar de sonreír, no se como lo hizo pero consiguió que me diese la vuelta y ella quedo enfrente de la puerta, la que todavía estaba entreabierta. Depositó el último beso en la comisura de mis labios y estiro el brazo hasta cerrarla por completo, y se volvió a aferrar a mis labios, dios tan solo tres día sin rozarse y como se echaban de menos, tras estar unos largos minutos así, y mientras que nuestras lenguas y todo nuestro cuerpo se decia lo que se echaban de menos y lo que se necesitaban, fue resbalando lentamente hasta quedar de pie a mi altura, en realidad a pesar de llevar tacones su nariz quedaba a la altura de mi boca.

- ¿Y qué haces aquí loca?- Preguntó mientras que levantaba la vista de mis labios hacía mis ojos y se mordía muy levemente su labio inferior. Y eso lo hacía para matarme por qué sabía de sobra que yo me moría con esos gestos tan peculiares suyos por que solo ella sabia hacerlo tan jodidamemte perfecto.

- ¿Qué pasa que no te a gustado la sorpresa? - Dije intentando porner cara de desilusionada, pero desilusión y Malú son palabras que no cuadran.

- Me ha encantado la sorpresa. Verte, tenerte cerca es la mejor sorpresa que me pueden dar en la vida- Me dijo todo esto mirándome fijamente a los ojos perdiéndose en ellos, le brillaban de una forma increíble y yo sabía perfectamente que todo lo que me estaba diciendo lo decía con toda la sinceridad del mundo y así me lo quería dejar caro, en su rostro se dibujó una gigantesca sonrisa que inundó todo la habitación de hotel, no es por ser exagerada pero creo que el sol que hacía hoy en Murcia ahora brillaba incluso más por esa sonrisa.

Y nos volvimos a besar, y perdí la cuenta de los besos que llevábamos, pero esta vez nos íbamos hacercando más a la cama que se encontraba en el centro de la habitación, una cama inmensa, pero a nosotras nos daba absolutamente igual su tamaño puesto que no pensábamos separarnos ní un sólo centímetro la una de la otra.

Malú me empujó en la cama con un suave toqué por los hombros e inmediatamente después se tubo encima de mí, mientras que se aferró a mi cuello depositando besos intercalados con suabes mordiscos y un leve gemido salió de mi boca, la ropa nos sobraba, todo lo que hiciese que su cuerpo no estuviese en pleno contacto con el mío nos molestaba, nos irritaba.  Poco a poco toda esa ropa iba desapareciendo y era increíble como cada vez que una parte de su cuerpo se rozaba con la mía conseguía ponerme el bello de punta y un escalofrío recorría cada rincón de mi ser, era increíble todo lo que me hacía sentir con un simple roce.

Mí mano subía por su espalda ya desnuda depositando suabes caricias con la punta de mis dedos mientras que nos besabamos dulcemente, un beso que pasaba de ser dulce y tierno a húmedo. Nuestras lenguas iban a una velocidad vertiginosa y ya habían comenzado su particular batalla. Malú coloco una de sus piernas entre medias de las mías y mientas que nuestros labios se fundían su rodilla hacía una fuerte presión en mi sexo. Con un sutil y sexy movimiento conseguí girarme y colocarme encima de ella y me apodere de su cuello de sus labios y fui depositando suabes besos y pequeños lametones desde la comisura de sus labios hasta llegar a sus pechos, esos pechos que me enloquecian y me hacían perder la razón. Me entretuve el tiempo necesario en ellos mientras ella, suspiraba con los ojos cerrados, la tube completamente y seguí con mi particular camino hasta llegar a su sexo, cuando ella inconscientemente entre abrió las piernas para que me acomodará en él, pero decidí que sufrirá un poquito más y seguí bajando hasta depositar los últimos besos en las cerezas en forma de corazón que tiene tatuadas en su pié, levanté la vista para buscar su mirada y ví como habría lentamente los ojos y me sonreía pícaramente por haberla dejado con la miel en los labios un instante antes, y decidí que era el momento de darle lo que tanto me pedia y a lo que yo tan dispuesta estaba a entregarle.

Y subimos varías veces al cielo, era y es la única persona que me hace delirar de es forma y con la única que hago realmente el amor.

-Dios, cada vez me haces mejor el amor medejas agotá - Dijo esto mientas se bajaba lentamente de mi cuerpo y se colocaba a mi lado, rodeando mi cuerpo con su pierna izquierda.

-Es que cada vez te amo más - Le dije mientras deposite un suave beso en su frente.

- Me encanta cuando sacas tu lado romántico.

- Perdona guapa pero yo mi lado romántico siempre lo tengo al descubierto- Dije en tono serio, pero se me escapo una sonrisita al final, era imposible ponerte seria con esta mujer a tu lado.

-Bueeno -Dijo en tono burlón -Am y lo de guapa ya lo sabia. -Y dicho esto me guiño un ojo.

- Hay que ver lo creída que eres de verdad. - Dije riéndome en su cara.

Me miró fijamente y se dispuso a hacerme cosquillas, pero no se como lo hizo que se dejó caer en mi codo derecho y un gesto de dolor acompañado de un pequeño quejido salio de mí. Quitó radicalmente su mano de ahí y me miro el codo, tenía un gran moratón y una hinchazón considerable.

- ¿Y esto?  - Preguntó con gesto de preocupación.

- Esto es por tu culpa - Le conteste intentando parecer lo más sería posible.

- Por mi culpa - Contesto sin entender nada.

- Si como lo oyes por tu culpa, por tenerme pegada al teléfono hasta las tantas, me he levantado a toda prisa y al bajar las escaleras Rumba se interpuso por el camino y caí de bruces conta el suelo. Y comenzó a reírse a medida que le contaba lo sucedido esta mañana, pero paró radicalmente y me dijo sería.

- Venga vamos eso te lo tiene que ver un médico. - Me dijo mientras se incorporaba.

- Mi amor, soy médico por si se te olvida.

- Dije soltando unas carcajadas. - Es solo un golpe, ahora me pongo hielo y se baja la inflamación y listo, tranquila que no me he roto nada. Y se quedó más aliviada.

Estuvimos un buen rato allí tumbadas encima de aquella cama mientras que simplemente nos mirábamos y se nos escapaban caricias y muchas muchisimas sonrisas, hasta que el rugir de sus tripas rompió el silencio.

-Tienes hambre, leona. -Pregunté divertida.

-Eso parece. - Contestó risueña.  - Oye por que no me invitas a unas tapicas como dices tú, te tengo que proponer algo. ¿Aceptas? - Me preguntó mientras me extendía la palma de la mano para cerrar el pactó.

-¡Acepto! me muero por pisar las tascas -Le dije entusiasmada mientras apreté firmemente su mano. Y me sonrió me sonrió como solo ella sabe y me deposito un lijero pico y se encerró en el baño.

Con mis manos curo tus heridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora