La casa de Anubis (fanfic)

La casa de los paseos nocturnos (2/2)

Asustada y alerada por lo que acababa de presenciar, Nina corrió a su habitación. Cerró la puerta rápidamente, aunque sin hacer ningún ruido y se sentó en el suelo, con la espalda contra la puerta de su cuarto. Se cubrió la cara con las manos, nerviosa.

Trudy. Estaba. Poseida.

Oh. Dios. Trudy. Estaba. ¡Poseida!

¿Qué tenía que hacer? ¿Ponerse a gritar? No, aparte de meter a Trudy en problemas que no se merecía (Nina estaba convencida de que Trudy no era consciente de su problema durante el día) seguramente la castigarían a ella. Y aparte, no le interesaba mucho ni que lo supiera Víctor (sabía que ese hombre estaba metido en algo muy muy oscuro), ni tampoco que lo supiera toda la casa de anubis y parte de otras casas.

Despertó a Amber moviéndola bruscamente.

- ¿Eh..? ¿Qué pasa...?

- Vamos, ¡despierta!

- ¿Por qué? ¿Qué...?

Tiré de ella y la llevé hacia la puerta de nuestro cuarto.

- Trudy... está p-poseída..

- ¿¡Qué?! - abrió mucho los ojos y abrió la puerta rápidamente.

Luego, su mirada se aflojó.

- Aquí no hay nadie.

- ¿Qué? - salí de la habitación yo también y miré el pasillo de un lado al otro - ¡Es imposible!¡No puede ser! ¡No puede...!

- Nina... Lo habrás soñado...

- ¡No! ¡Te prometo que lo vi de verdad! Ella estaba aquí... mirando la pared y cuando la toqué fui como al bosque con una especie de visión y vi... vi... una joya y un sitio extraño, un pasillo antiguo en el bosque, o sea, no en el bosque, después de pasar una puerta de una pared del bosque y... y...

- Nina... Por favor... ¿No ves que estás delirando? Es demasiado extraño. Habrá sido un sueño que te pareció muy real, nada más.

- ¿Demasiado extraño? ¿Desde cuando las cosas no son extrañas, en la casa de Anubis?

Me volví a la cama, enfadada con Amber. Lo admito, era extraño que Trudy de repente ya no estuviera, pero Amber debería haberme creído.

Pasó el rato y pensé que quizá sí lo había soñado o me lo había imaginado. Pero, en realidad, ese pensamiento era como una especie de excusa para no reconocer que en la casa de Anubis había un nuevo misterio.