Ya habían pasado 3 días desde que Tairis volvió a su casa junto a su padre. Este se encontraba como siempre confeccionando vestiduras de todos colores para poner a la venta en una feria cercana a su hogar. No le preguntó nada a su hijo sobre dónde había ido, pues él algo se imaginaba y no quería entrometerse, ni hacerlo sentir incómodo. Tairis algo le había comentado de lo que podría ocurrir en el continente, no quiso decir quién se lo dijo, ni dónde. Su padre poco interés tuvo, pensando que solo era la mente asustona de su hijo el que creía esas cosas. Lo que más salió de la boca del padre esos días, fue sobre el gran evento que ocurriría en los próximos días en Icas, en el reino de las tamias.
Se iba a desarrollar una gran demostración de lucha entre las tamias y los lirones. Los lirones vendrían principalmente de la capital y los más aventureros del pueblo de Yena, que se encontraba a una mayor distancia. La demostración sería de los mejores guerreros de ambas especies. Estos dos reinos se caracterizaban en tener a los más hábiles guerreros, tenían muchas escuelas de defensa. Muchos niños y jóvenes ingresaban a ellas todos los años para aprender. Se preparaban para cualquier cosa, aunque los más ancianos y ancestros siempre advirtieron de los peligros del continente Morpha, así que por eso empezó esa tradición. La demostración atraería a muchos habitantes de todas partes, principalmente jerbos, tamias, lirones, cobayas y hamsters. También surgía comercio y nuevas amistades, el evento prometía días buenos.
Tairis estaba muy ansioso y seguía con la obvia mezcla de pensamientos y sentimientos de preocupación dentro de sí. Pasó todos los días ensayando en cómo iba a transmitir la información, pensando a quién podría decírsela. Todo lo calculaba para no esparcir el pánico. Además se recordaba minuto a minuto en Atep, que según él se encontraba a medio día de viaje de su hogar, en la capital del reino de las ardillas.
Se prepararon con mucho detalle, para llevar cosas suficientes para ir comiendo en el trayecto. Varho, padre de Tairis, estaba demasiado contento en compartir momentos con su hijo, pues este pasaba mucho tiempo solo en sus asuntos. Ya con todas las provisiones en sus respectivos bolsitos, salieron del hogar-túnel y se encaminaron a la salida del pueblo de Raec, para tomar el camino principal que se dirigía directamente a Icas. Habían otros grupos de jerbos que de igual forma irían al evento y que se encontraban desparramados por diferentes partes del camino a diferentes distancias los unos con los otros. El viaje se extendería por aproximadamente 6 horas a paso simple, pasando primero por un bosque y después por prado despejado.
Ya saliendo del bosque, a la hora de viaje, y habiendo hablado cosas pasajeras y sin tanta importancia, Tairis se dirigió seriamente a Varho:
—Padre tengo que decirte algo que es de vida o muerte y no vengas a pensar que me lo he inventado o que soy paranoico —el padre jerbo lo miró inmediatamente con cara seria, listo para escucharlo.
—Dime hijo, puedes contarme lo que quieras, confía en mí.
—Te comenté que sabía algo de información sobre posibles sucesos que pueden pasar en Rodenta y tú no me tomaste la suficiente atención. Esto es importante. Junto a mi pareja vivimos algo aterrador hace unos días atrás, cuando no regresé a casa la otra noche —Varho puso cara de sorprendido al escuchar la palabra "pareja"— Vimos en persona a un brujo musaraña que se materializó y se desvaneció frente a nuestros ojos, sin antes matar a un matrimonio de jerbos que buscaban a su hijo.
—¿Qué estás diciendo? ¿viste morir a alguien? ¿un brujo dices? —preguntó muy sorprendido el padre.
—Así es, estaba con Atep y ayudamos por algunas horas a buscar a un niño jerbo perdido, luego escuchamos un gran ruido y nos desplomamos por horas y cuando despertamos, el castor nos traicionó y se fue con el brujo musaraña —dijo Tairis a un ritmo muy rápido, casi abrumando a su padre con tanta palabra.
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Leyendas de Rodenta
FantasyControl total, desesperación, amistad, amor, compañerismo y unidad. Todo esto en un pequeño planeta en una dimensión al interior de una flor.