☪︎·̩➳͙ CINCO ͙

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      Aquella noche, que pasó ayer; era un tema del cual no volvieron a tocar. Como si no existiera aquel entonces.

Pero eso no es suficiente para sacar los recuerdos de su cabeza.











Capítulo cinco¦
Nubes blancas.



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Kageyama, que para ese entonces volvía a usar aquel monótono traje negro adornado con enmendaduras, fijaba la mirada en sus pies descalzos, sentado en una de las tantas bancas de aquella estación de trenes que volvía a estar al servicio y con poca frecuencia de personas. El azabache esperaba paciente al regreso del rubio que fue a una área de paquetería de la misma estación.

Suspiró, trataba de ordenar su mente, pues tenía un gran dilema.  Y ese era: «la sensación del amor es agradable ¿verdad?, o era la simple atracción por el contrario...», tal como niño primerizo.

Aunque realmente era la primera vez que sus sentimientos se confundía entre sí, siendo tan complicado que le revolvía el estómago en el proceso.
Primero; el amor era un tema MUY grande y complejo, además de que Tsukishima era alguien que apenas conoció. ¿Amor a primera vista? Pff, por favor.
Segundo; no niega la belleza del rubio, algo raro de ver, pero Kageyama puede asegurar que nunca se interesaría en los hombres.
«Espera, tal vez sí y lo he olvidado...» pensó aún confundido.

Demonios, cayó en su dilema existencial.
Recordar, recordar, recordar […]
               Por el intentó, sus memorias agotadas trataban de volver; recordándole que él tenía de la buena vida en su esfera de cristal, y con ello estaba satisfecho. No, había algo más. La sensación de que se olvida algo importante, algo más, Kageyama tenía la palabra en la punta de la lengua.
Él usaba uniformes negros, tal como el que usaba en esos instantes, el lugar era… muy limpio. Y las personas de su alrededor usaban prendas de un azul marino contrastado con blanco. Esas personas le tenían respeto…
Existía algo más, alguien mejor dicho. De menor estatura y de un traje verde oscuro, que con confianza tomaba su brazo. La sensación cálida que este le ofrecía era reconfortante, pero no llegaba a los primeros términos con las que inició su dilema.

—¿Uh?—. Colocó su mano en su barbilla adoptando una pose de pensador. Sí que sus recuerdos vagos lo confundes más. «Kitanawa Daiichi...» no evitó en pensar.

Los pasos entonados en el lugar lo sacaron del trance en el que se metió solito. Tobio levantó la vista dirigiéndose a un lado en el que venía el más alto. Tsukishima y su indiscutible bella apariencia entra en escena, probablemente para despedirse.

—Todo está listo para partir— comentó el rubio apenas llegando a donde Tobio estaba sentado.

—Ya veo.

Ninguno de los dos se miraban, no cruzaban miradas desde que salieron de la cama en la mañana, sabían lo avergonzados que se pondrían si lo hicieran.

Sin embargo Kei tenía algo que decir antes de partir, rebuscó en el interior de sus bolsillos y de ellos sacó un pequeño bolso rojo con ambas propiedades del azabache.

—Rey— llamó, causando que Kageyama lo mirada de manera inmediata con su cara de irritación, desviándose segundos después.

—No me llames así, maldito.

—Ten—. Le extendió la pequeña bolsa, esperando a que el contrario lo tome. Cuando lo hizo, habló antes de que lo abriera; —es mejor que lo abras cuando no esté presente.

Ironía burlona ▌TsukiKageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora