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Tras un último estremecimiento, Bakugo quedó inerte en el lecho; Kirishima salió de su interior lentamente, saboreando los últimos segundos del momento, de la exclusividad. "Si tan solo fuéramos nosotros dos... ¿no sería mejor?", se preguntó mientras acariciaba el cabello de Bakugo, acercándose para besar su cuello, sus hombros, recostándose a su lado, abrazándolo, aprovechando los minutos que quedaban de absoluta intimidad. Recientemente resultaba mucho más difícil que sólo uno entrara con Bakugo a una de las habitaciones oscuras. A veces Midoriya o Kirishima lograban colarse también, y, aunque el placer estaba ahí, no era lo mismo. Tener esa cercanía con Bakugo siempre era algo de ensueño, y Kirishima creyó que eso sería siempre suficiente: no lo era. Había descubierto que su codicia no hacía sino crecer con cada día que pasaba, ¿por qué sería? Bien podría ser que algo en el ambiente había cambiado, que Bakugo había cambiado (ya que cada día olía más dulce y era más apetitoso), pero también podía ser que sencillamente se había percatado de que, al tener una oportunidad de ganar su corazón y de tener su cuerpo, compartir ya no sería una buena opción, o mejor dicho: no era opción.

—¿Qué sucede conmigo, Bakugo ? —preguntó en voz baja, mientras sus labios recorrían la parte alta de la espalda— Solía creer que la respuesta estaba en ser amigos, en permanecer juntos... y... aun así, ahora quiero que todos desaparezcan, despertar una mañana y quedar solo nosotros, entonces podría hacerte la abeja reina que buscan, podrías tener nuestros bebés... solo los nuestros...

El cariño se hizo amor, pero ese "amor" quizás era algo más, o había empezado a convertirse en algo más desde que habían llegado a la colmena. Obsesión, en eso estaban convirtiéndose sus "puros" sentimientos, que habían enmascarado un deseo lascivo, prohibido hasta el momento, que ahora encontraba rienda suelta. Ser el mejor amigo nunca habría sido suficiente, pero en la vida "real" jamás habría conseguido una oportunidad como esa, una oportunidad de vivir en el paraíso donde solo le aguardaba placer. ¿Y qué si estaban encerrados? ¿Y qué si a veces su memoria parecía hecha un desastre? Lo importante era el hoy, el ahora. Y el "ahora" tenía a Bakugo escrito por todos lados. De hecho, empezó a cuestionar a Bakugo mismo, ¿por qué quería irse si todo era hermoso? ¿Por qué odiaba ese lugar, por qué querría irse? Era el paraíso, era lo que cualquiera mataría por tener. Comida asegurada, hermosas vistas, ropa limpia y... un ambiente para amarse plenamente. ¿Y qué si los observaban? ¿Y qué si era un experimento? Después de todo no parecían tener malas intenciones, no les hacen daño... Así continuó Kirishima, hasta que se preguntó: ¿y si en realidad Bakugo quiere irse para alejarse de mí?

Kirishima sonrió con dulzura.

Sólo estás confundido, Bakugo. Pero está bien, hasta los más fuertes pueden equivocarse, rechazar la recompensa cuando está frente a ellos, ¡no importa, no importa para nada! Aquí estoy yo, estoy a tu lado, no tendrás esas ideas cuando veas lo que yo veo, cuando entiendas que aquí podemos estar juntos y felices entenderás que este lugar es bueno.

Este lugar es el paraíso.

Nuestro paraíso.

La puerta se desbloqueó una vez que el tiempo terminó. Todoroki y Midoriya esperaban afuera; impacientes se aproximaron a la habitación; los tres chicos intercambiaron miradas hostiles, y parecía que en cualquier momento se lanzarían uno sobre el otro para reclamar a su presa. Sin embargo, sus miradas se dirigieron a Bakugo, quien estaba plácidamente dormido. No se atrevieron a despertarle.

—Vamos, dejen que descanse, lleva tres días con el mismo ritmo intenso, ¿acaso quieren que enferme? —esa era la voz de Hawks, quien observaba con calma desde afuera de la habitación— Le daré un baño y lo llevaré a su habitación, cuando él salga podrán hablar y convivir, ¿entendido? —Hawks avanzó y con suavidad tomó a Bakugo en brazos; su sonrisa daba a entender a los otros tres que a él le importaba un bledo lo que ellos opinaran al respecto. No pusieron resistencia, no entendían por qué, pero un escalofrío de advertencia recorría sus espaldas cuando Hawks hablaba, casi como si sus cuerpos supieran lo que les esperaría en caso de poner resistencia. No era del todo falso. Pero sus cabezas no lo recordaban como tal, Hawks se había encargado de eso.

Proyecto colmenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora