Estalactitas, estalagmitas y una peculiar chica.

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Elsa se miró las palmas de las manos con sus grandes ojos azules inundados por las lágrimas. 

Todo a su alrededor eran puntiagudas estalactitas y estalagmitas de hielo, saliendo disparadas en todas direcciones. Por no hablar de la gruesa capa de hielo que cubría el suelo.

La chica se llevó las manos a la cabeza al echar un vistazo a lo que acababa de hacer. Apoyó su espalda contra la puerta de su habitación y se dejó caer resbalando por ella hasta quedar sentada en el suelo.

"No has de sentir", le había dicho su padre desde pequeña para intentar hacerle esa peculiaridad con la que había nacido más llevadera.

Pero, ¿cómo no iba a sentir ahora? Ni su padre ni su madre estaban ya para consolarla o comprenderla. Elsa no había experimentado tal forma de desesperación desde que tuvo aquel accidente con sus poderes mientras jugaba con Anna cuando eran niñas. Y la soledad... oh, la soledad era lo único que le quedaba. Tenía a su hermana pequeña, por supuesto, pero podría volver a hacerle daño. Elsa pensaba que la soledad protegería a ambas. 

No obstante, todo esto había ocurrido antes de ese extraño sonido.

Sí, ese sonido que lleva esperanza allá donde va. El sonido más parecido a la salvación que la chica del hielo jamás podría haber imaginado.

Elsa, por su parte, apenas había notado la irrupción de la cabina azul en sus aposentos. Tenía problemas mucho peores de los que preocuparse al lado opuesto de la barricada de hielo donde la TARDIS había aterrizado.

—¿Preparada para conocer al protagonista de los cuentos de tu infancia?—había dicho el Doctor a Clara tras el aterrizaje.

La chica de cabello castaño había asentido con entusiasmo, caminando tras el Doctor mientras este se arreglaba la pajarita en su camino hacia las puertas de su amada TARDIS. El Señor del Tiempo abrió las puertas, dispuesto a cumplir uno de los deseos de su acompañante.

—¡Taaaa..!—el Doctor detuvo su animada exclamación y se puso serio al ver que, una vez más, parecía que su destino no era el esperado.

Se hallaban en una habitación oscura y helada, dentro de la cual reinaba un hermoso, aunque peligroso, caos de tonos azulados de hielo.

—...chán—acabó Clara, poniéndose de puntillas para ver por encima del hombro del Doctor.

La alegría de su rostro se tornó en decepción al contemplar el deprimente paraje en el cual se hallaban. Pese a que el Doctor pensaba que la TARDIS se había equivocado de nuevo, no era así como lo veía Clara. Tal vez el Guardián que buscaban se encontraba oculto en algún lugar entre el hielo. ¿Por qué no? Al fin y al cabo, eso era lo que él hacía: hielo. La chica se abrió paso desde la entrada de la cabina hacia el interior de la habitación y se detuvo, mirando a su alrededor a la vez que su respiración se convertía en vaho.

—¿Jack?—preguntó, sus palabras haciendo eco en la desolada habitación—. ¿Hola, estás ahí?

Clara se atrevió a avanzar por el resbaladizo hielo, entre las estalagmitas que incluso llegaban a arañarle la ropa. El Doctor la seguía, observando con cautela y curiosidad las figuras de hielo que les rodeaban. Cuando estaban más o menos en medio de la habitación (era algo difícil saberlo), se miraron el uno al otro al escuchar los sollozos de una chica. Clara esquivó el que creía que era el último bloque de hielo que los separaba de ella y, efectivamente, allí estaba.

Una chica muy joven, con aspecto de adolescente, los miraba desde la puerta del cuarto con sus grandes ojos azules. Lágrimas se deslizaban por sus pálidas mejillas y llevaba el pelo, rubio nórdico, recogido en una trenza tras su cabeza. Vestía una especie de traje tradicional, pero como si formase parte de la realeza, cosa que hizo que Clara pensara que se trataba de una especie de princesa de cuento de hadas. El Doctor, que seguía a su compañera muy de cerca, se fijó en las manos temblorosas de la chica, en su gesto asustado. Dirigió su mirada al hielo que cubría la habitación y luego de nuevo a la chica. No le hizo falta utilizar su Destornillador Sónico para saber la procedencia del hielo. Tomó un paso adelante y se situó junto a su acompañante.

Azul Hielo, Azul TARDIS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora