Camille se separó de él rápidamente, él la miró con curiosidad, no sabía que había hecho mal. Blas miró al suelo nervioso y suspiró.
-Blas, esto está mal... no podemos hacer esto, tú eres mi ángel de la guardia... no está bien...
-Yo... Camille, no se que estás haciendo en mi, no se por qué me siento así, sólo pasó una vez... y eso fue hace muchísimo tiempo. -rió amargamente.- haces que todo duela menos.
Ella sonrió sin darse cuenta, le hacía feliz saber que él se sentía igual a ella, pero de todas formas ella pensaba que estaba mal, que no podía hacer eso. Pero a veces el amor es más fuerte que todo, en este caso, ella intentaba engañarse.
-Blas... lo siento, pero no podemos hacer esto...
Él le miró y suspiro.
-Tal vez tengas razón
Mintió él.
Él la deseaba, quería besarla, abrazarla y hacer que se sintiera bien, que sintiera que podía estar segura en sus brazos.
Camille asintió y se dio la vuelta para dirigirse a su habitación. Necesitaba despejar su mente y olvidar lo que había pasado. Ya era la segunda vez que se besaban, que ella se sintiera como si en la luna estuviera, porque él la hacía sentir como mil mariposas revolotearan en su estómago queriendo salir de ahí.
Cogió el móvil y sin más pensar, llamó a Carlos. Pensó que tenía que disculparse por lo que había sucedido antes.
-¿Sí?
Respondió el.
-Carlos... ¿quieres quedar?
...
-No quería que Blas supiera que nos habíamos besado.
Dijo ella mientras miraba el reflejo de sus botas en el agua.
Se encontraban en el sitio más bonito del todo pueblo, a unos metros de su casa, se encontraba el río, donde había un puente entre aquel inmenso bosque, donde las nubes reinaban y amenazaba con empezar a llover. Ella iba con su chaqueta vaquera y su bufanda, con sus rebeldes rizos cayendo por cada lado de su cara, mientras él, con una simple sudadera, como si para él no hiciera frío.-¿Por qué? ¿No te gustó, verdad?
-No es eso... no sé, es extraño...
Carlos suspiró y la miró, esperando su mirada de vuelta.
-Lo siento.
Dijo sincerándose, Camille sintió que lo decía de verdad, no entendía como Blas podía decir que era malo.
-Tranquilo, no pasa nada.
Sonrió Camille, intentando que Carlos se la devolviera, pero él solo miraba al frente, con la mirada perdida, mientras balanceaba sus piernas. Ella le abrazó, sentía que el rubio lo necesitaba.
-¿Que te ocurre?
Dijo ella, mientras dejaba caer su cabeza en el hombro de él.
- No sé, siento que caigo mal a Blas.
Ella rió.
-Es un poco borde.
Él rió de vuelta.
-Bueno... pero es que no se que le he hecho.
Ella se puso de pie y le ofreció la mano.
-Ven, te invito a cenar a casa, tenéis que hablar.
-Como me vea aparecer por ahí, seguro que me echa a patadas.
-No es tan malo como parece, hazme caso.
Él rió de nuevo y cogió su mano, caminaron entre aquel bosque hasta llegar a la casa de ella. Abrió la puerta de casa y un olor a comida le llenó entre, olía muy bien. Dejo pasar a Carlos.
-Ya estoy aquí.
Grito ella, Blas salió con un delantar y con la cara llena de harina.
-He cogido tu ordenador prestado para buscar cómo se hacía unos espaguetis, creo que han salido bien... ¿que hace ese aquí?
-Carlos, me llamo Carlos.
Sonrió el.
-HUELE GENIAL. -Dijo ella intentando calmar el ambiente.- Pero... los espaguetis no llevan harina...
-Ya, ¿por qué lo dices?
-Estas manchado de harina. -rio ella mientras se acercaba a él para quitarle restos de su cara, se quedó embonada mirando esos ojos, tan profundos como el más inmenso de los mares. Ella sonrió, como si antes no hubiera pasado nada, joder, si que le gustaba Blas.- Tengo hambre, ¿tú Carlos?
Él asintió, sintiéndose incómodo con aquella situación.
Blas seguía pensando en lo malo que podía ser Carlos.
Le miró de arriba abajo, intentando encontrar alguna señal que afirmara sus pensamientos sobre el.-¿Por qué me miras así?
Dijo Carlos ya algo cabreado. Blas simplemente le miró mal y se dió la vuelta para seguir con lo suyo.
- Camille ven un momento por favor.
Ella caminó hasta la cocina y Blas cerró la puerta tras de ella.
-¿Que pasa Blas?
-¿Que pretendes trayéndole aquí? ¿Va a cenar aquí?
-Quiero que dejes de pensar cosas malas de él.
Dijo ella mientras ponía la mesa.
-Me sigue dando mala espina, y vas y le invitas a casa.
-Blas, no te pongas así.
-¿Y como quieres que me ponga?
Levantó la voz él un poco. Ella suspiró y negó con la cabeza.
-Solo compórtate bien.
Abrió la puerta de la cocina, pero Carlos ya no estaba, había desaparecido.
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Even Angels (Blas Cantó.)
RomansaCamille conocía a aquella persona que la protegía, aquella persona que le daba ánimos y estaba ahí cuando más le necesitaba... Cada vez que Camille cumplía años, el no venía tanto como solía a hacerlo, eso le sentaba mal a ella, porque le echaba de...