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— <<¡Corre, corre, corre!>> — Agitada pensó mientras presionaba su mandíbula y hacía crujir los dientes, para no desperdiciar el poco aire que le quedaba.
Sus ojos como dos orbes color cian despiertos y atentos, casi como los de un animal siendo acorralado, contemplaron la extensa noche sin encontrar estrellas, solo nubes negras. Sintió las gotas caer y empapar todas sus prendas, las cuales se camuflaban con la oscuridad.
Se colocó la gran capa negra, cubriendo su larga melena pelirroja, la cual se extendía hasta por debajo de sus rodillas, y a su vez dejando cubiertos sus luminosos ojos.
—<<¡Mierda! ¡Este día no puede ser peor!>> — dijo en sus adentros mientras ahogaba un grito de rabia y oprimía sus labios carnosos formando una línea.
Sintió temblar la tierra y a su vez, con el rabillo del ojo contempló cómo se iluminaba el cielo por unos segundos, producto de un relámpago.
No dudó un segundo -no podía darse ese lujo- en aprovechar la distracción y trepar de un salto cual felino al techo de esa casa.No es alta, no supera el metro sesenta, pero es delgada, ágil y pícara. Utilizando eso, procedió a tomar impulso para saltar del techo de ésta a la siguiente, apretando los puños, ideando cómo debía escabullirse a como dé lugar.
—<<¡¡No mires atrás, no lo hagas!!>> — volvió a pensar mientras saltaba a la siguiente casa, y la siguiente y la siguiente...
En cada salto se agitaba más, la adrenalina llenaba su torrente sanguíneo, su corazón latía a mil por hora.
Gracias a su potencial físico no se cansaba fácilmente, pero no sabía cuánto tiempo más podría escapar, o si podría hacerlo.Se oía en barullo, los gritos desesperados tras ella, cómo trotaban y resonaban botas y zapatos contra las piedras que recubren la calle, no sabía cuántos eran. Sólo sabía que no la perseguían para pedirle un autógrafo.
Giró sobre sus pies al escuchar el barullo aproximándose y el chasquido de antorchas entendiéndose cercanas a ella. Abrió la boca, húmeda por la lluvia, la cual de a poco iba disminuyendo, dejando una brisa lloviznosa.
Abrió esos inmensos ojos que hipnotizan al sorprenderse, dio un silbido oprimiendo dos dedos dentro de su boca mientras miraba desesperadamente la anchura de la calle. Se quedó petrificada al darse cuenta de algo.—<<¡¡Oh, no!! ¡¿En serio?!>> — mientras sabía que no podría escalar más casas, ya que ahí terminaban dando tope con una muralla de piedras que separa la ciudadela del exterior, dando lugar a una caída de más de 4 metros.
Parada en la esquina del techo se encontraba ella, viendo cómo se acercaban cada vez más. Pudo contarlos, su mente es ágil, eran trece. Todos ellos vestían pantalones marrones, capas color bordó y sombreros altos. Algunos con antorchas, otros con garrotes y unos pocos con cuerdas.
Estaban a 50 metros cuando redujeron la velocidad de su andar, convirtiendo su trote en uno suave, hasta transformarlo en pasos firmes y directos a ella.
— ¡¡Eh!!¡ Tú! niña, baja ya de ahí. — gritó el que parecía ser el líder, ya que este se encontraba delante de todos.
— ¡Jamás!— exclamó ella. — Mejor sube tú, panzón! — con una media sonrisa pícara en su rostro-.
— ¡Vamos! No lo hagas difícil pequeña rata.
Ella lo miró firme a los ojos, luego se dio vuelta dándoles la espalda.
—¡¡Oye!! ¡No! ¡No lo hagas idiota! — le gritó con desesperación aquel hombre tan temible a la vista — ¡Te matarás!
Giró su cabeza para verlo una vez más, pero esta vez dibujaba en sus labios una risa malévola, luego sin previo aviso, se dejó caer al vacío abriendo los brazos y sumergiéndose en la nada.
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Hacia lo alto
FantasyUn mundo fantástico se deja erguir de entre las inmensas fuerzas del océano, ocultándose en las tinieblas. Una evolución un tanto peculiar llevó a que una serie de acontecimientos, caóticos y pacíficos a la vez, sucediera. Clanes y tribus, de varia...