Part 5

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Finalmente llegó el momento inesperado. Nuestro padre se sentó y separó los documentos de Natalia, luego los míos en eso observé que él abrió las dos con lentitud y revisó una vez más cada página, letras y información. Sentía la adrenalina subir de golpe pero mi rostro serio obviamente daba otra opinión.

—Tienen muchas ideas es impresionante.—comentó nuestro padre cerrando nuestros documentos.

Para mi sorpresa solo me devolvió el documento a mí y al ver que no le devolvía lo mismo a Natalia comenzaba a entrar en cierto enojo. Dispuesto a prepararme tanto mentalmente que físico esperé las palabras de mí padre.

—El documento de Natalia está muy bien explicado con todo detalle incluyendo el dispositivo que creó, los proyectos que tiene aquí me ha llamado la atención a decir verdad...muy ordenado.

—¡Qué!...Mi dispositivo está explicado paso por paso, el diseño es básico pero muy eficaz para la sociedad.—la sangre me hervía de golpe ¿¡como que Natalia!? Me esforcé toda la semana para darle la mejor impresión a mí padre y eligiera mí proyecto.

—¿Si llegara a fallar tu proyecto que es lo que harías al respecto?—preguntó mi padre con la mirada en alto.


Quedé en silencio por primera vez a su pregunta, intenté darle explicaciones o alguna palabra respecto a la pregunta pero, no tenía respuesta.

—Siempre hay que poner un plan B para la situación.—apreté mi mandíbula al tiempo que disimuladamente arrugaba el folleto que tenía en mis manos. Quería hacer pedazo del esfuerzo de mí hermana.

Sin más palabras que dar él nos dejó solos en la oficina;vergüenza, me da vergüenza y rabia de haber olvidado tan importante cosa del trabajo. Tirando mi esfuerzo por el suelo sin piedad alguna miré a mi hermana con el ceño fruncido.

—Damian yo...

—No digas nada.—escupí cruelmente aquellas palabras.—No quiero oír ninguna maldita palabra que salga de tu boca.

A pasos pesados y malhumorado abrí la puerta con total enojo con la vista recta salí de ahí.—Sin cruzar la mirada con mi padre, ya que al parecer se quedó ahí para escuchar la conversación.— de ser por mí me habría ido conduciendo pero no puedo exponer a pasar otro lío con mi padre, llamando a Alfred subí al auto.

—Veo que el joven Damian no parece estar de buen humor.—echó un breve mirada al espejo que tiene frente a él, yo sin embargo aparté mi vista hacia la ventana.

Alfred siempre ha sido todo oídos para cualquier cosa, tras pensarlo un poco decidí desahogarme sobre lo ocurrido en la empresa, aún sentía la rabia saber que Natalia le darán crédito y quizás le den un por ciento más de la empresa. Maldiciendo por lo bajo escuché las palabras del mayordomo.

—No se debería preocupar por eso Joven Damian, por ahora solo los están probando para el futuro en que un día la empresa termine a manos de usted o de su hermana. En lo personal me llamó la atención tu proyecto.

—Gracias, Pennyworth.—agradecí con una leve sonrisa de lado.

—La señorita Natalia es la única chica de la familia, el Señor Bruce al parecer le está dando un poco más de atención a ella.

—Lo sé.—escupí cruelmente.
—Si no me equivoco ha tenido una vida muy dura en las montañas, sin una madre que la apoye y lazos paternales, ella tiene que estar distraída para no terminar en el mismo camino de hace cinco años. Supongo que con eso entenderá todo.

Apenas escuché todo lo que había dicho Alfred lo había ignorado por completo y una vez que llegamos a casa salí a pasos bruscos a mí habitación. El brillo de mí espada presumía ante mi vista y yo con enojo la tomé solo para desquitarme de los hechos en la empresa.

~•=•~

Pennyworth maullaba con desesperación, ronroneaba como súplica a que tocara su suave pelaje. El reloj marcaba las diez de la noche y aún mi padre o Natalia había regresado.


—Debes tener hambre.—hablé por mí mismo.

Cargando el animal fue en busca de su comida, luego de ver que devoró toda de esta, le di una pequeña galleta.

—Aún no llega.—entre dientes acaricié la melena del gato al tiempo que Titus se unía con cierto celos.

La puerta principal fue abierta con sorpresa, unos pasos se acercaron hasta dar con diferentes caminos, Titus se levantó de cierta emoción en busca de los dueños de aquellos familiares ruidos.

—Hola Titus.—oí la cansada voz de mi padre acercarse junto al perro, acariciando su cabeza le dio un pedazo de carne.

No quería mirarlo con tan solo saber que eligió el proyecto de Natalia en vez de a mí, me aborrecía. A partir de ese momento de haber hecho un significante ojo a la situación me levanté directamente a mí habitación, encontrándome con la persona que menos quería ver me dispuse a ignorar su carita de niña tonta.

—Damian.—llamó.

—No me hables.—hablé cortante.

—Estaba pensado en que tal vez podría hacer que tu proyecto entre al sistema y así podrás encargarte de todo lo que te apetezca.—mostrando mi folleto arrugado por los apretujones apreté mis puños.

—¡No quiero tu maldita ayuda!—los papeles se esparcieron por todo nuestro alrededor tras golpear sus manos, ya me daba igual la maldita empresa...podía hacer las cosas solo.—Tienes todo lo que hace falta para salir a la cima con tu proyecto en cambio el mío le faltaba partes importantes.
—Puedo hacer que papá cambie de opinión y así no te quitará el quince por ciento.

—¿Qué?

Fruncí el ceño al oír eso no podía creer que me harían tal cosa. Inmediatamente alce la voz a Natalia a que me dijera lo que ocurría ella sin pizca de terror habló.

—Dijo que al ver como dejaste tal detalle te quitaría el quince por ciento, cree que es demasiado para ti. En cambio a mí me dará un...

—Lárgate.

Sus ojos azules se fijaron en mí en ese momento mi rabia dio más de su limite. Como no darme cuenta que ella ahora estaba siendo consentida por nuestro padre, señalando la puerta dije lo más tranquilamente posible:

—Lárgate.

—Yo solo quería...

—¡No necesito tu lastima y mucho menos tu ayuda, yo siempre puedo hacer las cosas por mi cuenta!...Primero te revuelcas en la cama con cualquier desconocido y ahora me quitas el puesto, eres una maldita cualquiera.—le grité.

Ella se enojó y al acercarse a mí para darme su golpiza, fui el primero en darle una bofetada que tal vez nunca ella olvidará. Jamás en mi vida le había dado una bofetada de esta manera, observando mi mano de un color rosado—debido al fuerte impacto.—volví a mirarla.

Te odio...desearía que no existieras.—escupí las crueles palabras en su cara.

  Con la vista agachada se fue de mi habitación sin decir una sola palabra o darme una paliza.

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