Detrás de mi ventana | Caché (Adaptada)

Final.

- Amor - gritó Poché felíz - está hermoso este lugar.
- Nos lo merecíamos gorda - sonrió.

Calle y Poché se encontraban en las costas del mar, disfrutando de la multitud, de ese oleaje azul cristalino, con esos rayos del sol bronceado el cuerpo de aquellas personas pálidas y haciendo que su piel se tornará a un bronceado sexy.

- Vamos al agua - suplicaba Poché.
- Pero ¿Y las cosas?
- Déjalas ahí, no creo que nadie se las robé.
- Está bien, vamos - fueron al agua.

Se estaban divirtiendo, en esa playa, tomando un descanso tan merecido que se lo tenían las dos, después de habersen esforzado al máximo, poder llevar las responsabilidades de tener un hogar, estudiar, y ser pareja fue un verdadero reto, ya que en todo ese tiempo se les vinieron muchos obstáculos que afortunadamente las dos pudieron superar, y ahora están felizmente juntas.

Pasaron el día en la playa, yendo a caminar por el muelle, entraron a una tienda de recuerdos, y curioseando se encontraron unos dijes, donde cada una traía la mitad del corazón, en eso se les acerca una gitana que atendía el lugar.

- ¿Bonitos dijes, no? - dijo tomando la mano de Poché.
- Así es - dijo Calle mirándola.
- Ustedes no necesitan dijes de estos para sellar su amor, mucho menos un casamiento de la iglesia, su amor ya sellado y por más peleas que tengan o que el destino las quiera separar, no podrá, por que a ustedes ya las une algo mucho más importante - sonrió.
- ¿A qué se refiere?
- A que nos amamos Calle, a eso - dijo Poché.

La gitana solo sonrió y miro la mano de Poché mientras la sostenía.

- Está noche será inolvidable para ustedes dos, su destino ya está escrito - dijo.
- Ves amor, te dije que los horóscopos no decían siempre la verdad - comentó Calle.
- Claro que dicen la verdad, pero ustedes dos son tan diferente, que eso los hace ser compatibles, son de los signos más raros y si ponen de su parte vivirán felices eternamente.

Calle en muestra de agradecimiento metió la mano a su bolsillo para sacar un dólar y dárselo a aquella gitana tan amable, pero ella solo negó con la cabeza cuando Calle estiró la mano.

- Es de mala suerte aceptar ayuda, de los necesitados - y se marchó.
- ¿A qué se refería con aceptar ayuda de los necesitados?
- No lo sé amor, no lo sé

Regresaron al hotel y ya era tarde, entraron a esa acogedora recamara, estaba de lo más suave, Calle se acostó y se tapó y cerró los ojos mientras Poché estaba arreglándose en el tocador, con solo la luz de las lámparas al costado, Poché se puso en frente a observar como Calle descansaba, se veía tan adorable acostada, así que se escabullo por los pies de Calle, metiéndose debajo de la sábana, y acarició con su boca las piernas de Calle, y después su entre pierna, Calle solo sonreía y soltaba unos gemidos leves, mientras trataba de buscar por debajo de la cama el rostro de Poché pero ella estaba ocupada bajando el pijama de Calle y chupando con delicadeza cada parte íntima de ella, así que Calle no tuvo más remedio que hacer la cabeza hacia atrás y disfrutar del placer que le daba. Poché fué subiendo, besando su cuello lentamente llegando a sus labios, y se besaron apasionadamente, Calle recorría con la yema de sus dedos aquellas curvas de Poché, mientras trataba de deshacerse de la ropa de ella, que al parecer, les estorbaba demasiado.
Cuando quedaron sin ropa, Calle se posicionó encima de ella, sin dejarla de besar cada vez con más pasión y locura, cada vez que hacían el amor era especial e inolvidable, pero esa vez la noche parecía que ardía dentro de esa habitación, sus cuerpos sudados haciendo contactos tan íntimos, cada parte de Calle quería estallar de tanta excitación que sentía... Poché le imploro que la hiciera suya de una vez, Calle no necesito que se lo volviese a repetir, tan decidida empezó a penetrarla rápido, parecía que la adrenalina corría por las venas de las dos, desesperadas por más placer, y más...terminaron después de un rato agotadas, y sin energías, pero satisfechos.
Calle beso la frente de Poché y le dijo lo mucho que la amaba mientras l acorralaba con sus brazos y las dos caían dormidas sin saber más del mundo.