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-gracias, Jason.- tome la mano de mi invitada para que pudiera salir del vehículo con más facilidad.- ven aquí.- vasto una sola mirada para que las sorpresa llegara a su cuerpo. Sus ojos estupefactos ante mi mansión me llenaron una parte de mis emociones. Se veía totalmente asombrada, tal y como llevar a un niño recién adoptado con su nueva familia, y ve su futuro al mirar el lugar en el que habitara.

-¿esta es… tu… tu casa?

-exacto.- le di un empujoncito desde su espalda baja incitándola a caminar a la entrada. Ella se estremeció, y no la culpo, me pasa siempre.- vamos a dentro. Necesito un chocolate caliente ¿te apetece?.- abrí la puerta de la casa y la mire para que respondiera.

-cla… claro.- le hice una seña con la cabeza para que entrase y una vez los hiso, su rostro quedo pálido y petrificado, con más fuerza a la anterior. Y es que, no por ser presumido, pero la casa era más linda por dentro.

-veo que te gusta…

-es… muy linda.- alago observando todos los rincones.- ¿Cómo es que alguien como tú, vive en una casa tan enorme… solo?- la mire algo confundido. Tenía razón, ni yo sé el porqué una casa así, si vivo… solo. Me encogí de hombros, escondiendo mis manos en los bolsillos de mis pantalones.

-no sabría responderte, pero me gusta el lugar, sus espacios… así que, cuando la vi decidí comprarla. Si te das cuenta no es solo la casa, sino que sus grandes y hermosos verdes para relajarse, me motivaron mas a poseerla. Nada mejor que llegar a una tranquilidad así después de tanto trabajo.- asintió encontrando razonable mi excusa.- vamos por el chocolate.- camine a la cocina, con ella siguiéndome y nos encontramos con las Sra. Watson, la cocinera que se hospedaba aquí los cinco días primarios de la semana. Supongo que… bueno, si ella está aquí, no estoy tan desacompañado.-Nana.- salude alegre de verla.

-Wess ¿Cómo fue tu viaje?- “Wess” es la abreviación de Wesley, mi segundo nombre. Nunca me gusto ese nombre, tiene pinta de mujer y siempre me molestaba con mis familiares porque habían decidido –por costumbre- llamarme Wess. En ese caso no me molesta que Nana me llame así. A ella le sale diferente, más cariñoso, pero aun no me acostumbro. Esta mujer es mi mama en remplazo. La adoro.

-perfecto, aunque el viaje trajo sus regalos… y créeme que no es un pez.- me corrí para que viera a Alex que yacía escondida detrás de mí. Asomo su cabeza, comprobando con lo que se toparía, y luego con un poco de timidez se posiciono a mi lado.

- buenas noches, señora.- saludo mejor de lo que pensé. Nana, me miro confundida. De seguro y pensaba que era una más de las que duran un mes. Eso no le agradaba para nada. Siempre que estaba en una relación y las mujeres, como pegotes que eran, se quedaban a dormir, su humor era vaciante notablemente, y es que ¿Quién no se pone así con mujeres tan superficiales?

-larga historia.- conteste sentándome en un taburete de la isla en medio de la cocina.- siéntate, Alex

-tenemos tiempo para que me cuenten. Chocolate ¿verdad?

-que sean dos, por favor.- Nana se dio la vuelta para preparar lo pedido, entre le relataba los acontecimientos ocurridos en que encontramos a Alex

-pobre pequeña.- exclamo luego de terminar mi relato.- no te preocupes, querida. Lo que necesites estaré aquí de lunes a viernes. Estará bien. No pienses que te faltara algo, porque este pajarito, es de lo más tierno.

-Nana…- sonrió picara y complacida a la vez. No sé qué quiso decirme con esa mirada, pero lo descubriré en alguna ocasión— bueno.- suspire cansado y me estire para acomodar mis vertebras.- ya es muy tarde y estoy más que cansado. Te llevare a tu habitación.

-¿no esperaras a tu familia?

- no. Ellas vendrán en dos días más. Se fueron a explorar por las zonas rurales de por aquí cerca.

-bien.- se para.- gracias por el chocolate, Sra. Watson. Estuvo muy rico.

-cuando quieras. Buenas noches.- Alex asintió y me siguió a su respectiva pieza.

-en el armario hay una pijama. Si necesitas algo, aprietas aquel botón.- indiqué una pieza roja sobresaliente de una base rectangular, posada al lado de la cama. Emergencia o serbio, para todos los cuartos.- y vendrá una de las sirvientas.- odio decirles así a mis trabajadoras.- o… si quieres de mi, ve a la tercera puerta contando la de enfrente.

-me quedo claro.- me fije en sus perlas que tenia por ojos sintiendo una sensación agradable pero molesta a la vez, lo cual me pasaba siempre con las castañas o colorinas. No sé porque son mi debilidad, pero trato de no acercarme a ellas. Alex pareció no notar mi actitud repelente y atractiva por su persona. Me miro diciendo con sus ojos “emm… estoy esperando que te vayas para vestirme” mas yo no quería dejarla. Moría de ganas por saber cómo era ese blanco y sedoso cuerpo sin la necesidad de tenerla acostada. Con una pisca de vergüenza me di la vuelta y me dispuse a salir sin antes decirles unas muy bien deseadas “buenas noches”

-duerme bien… Seth.- mi nombre salió tan tierno de sus labios que no pude evitar quedar congelado, mirando sus pequeñas iris. Me la recuerda tanto. Trate de no mirar sus labios, y para mi suerte resulto. Traque saliva, asentí con una sonrisa nerviosa y Salí de allí casi desesperado.

*POV Alex

Ese hombre es tan… tan lindo, amable, solidario, y tantas otras cosas que si las dijera no terminaría. No cualquiera se hace cargo de alguien hasta saber de dónde eres, cuál es tu nombre completo, tu familia, lo que es tremendamente lastimoso no recordar nada; solo algunas lagunas mentales. Ojala esto no tome tanto tiempo, es verdad que no quiero ser una molestia para Seth, ya que el no es nadie de mi para llevar esta carga, aun así, se lo agradezco con la vida. De no ser por él, estaría perdida o muerta en el mar.

Abrí el closet donde había una ruma de ropa femenina jamás usada y tome el pijama de seda- el único que vi- que lo sentí en mis manos negativamente. Era bonito, pero no era para mí. Agarre con firmeza el plomo de una puerta y gire encontrándome con un enorme baño. Este chico sí que tiene dinero, y me pregunto el porqué no tiene ya su propia familia de esposa e hijos con el típico perrito o gato rondando. Sinceramente encuentro que su excusa no es muy cierta. Puede vivir en una casa pequeña y tener un campo o granja aparte. Creo que es más interesante cuando viajas y salir de lo rutinario de la cuidad.

Me di un baño de agua fría- creo que Seth no se molestara por no pedir permiso.- y me puse el pijama. En efecto no era para mí. Me sentía extraña en el, pero no le di importancia y me hice un moño para poder dormir sin malestar de la humedad del pelo. Aun que no sirvió todo mi esfuerzo para estar bien. Al cerrar mis ojos me invadió lo que no recuerdo.

careful with the angelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora