-Chanelle.- salude cordialmente.
-¿planeas hacer algún tipo de modelaje o tienes una novia obsesiva por la ropa?.- Chanelle era una diseñadora-estilista profesional, reconocida como “la cruela de vil” en todos lados al que fueras. Tuve ciertos encontrones íntimos por un mes con ella, pero resulto que cuando conoció a mi hermana accidental y vergonzosamente, decidí cortar el lazo. Odiaba su repentina posesividad y que no tuviera una buena relación con mi familia. Entonces, ella paso a una más de las rubias en mi lista de “relación no relación”. Un lema algo raro, pero es eso lo que realmente había podido conseguir durante estos 5 años. Relaciones que no duran más de un mes, y que en el fondo, para mí, ya no son noviazgos, solo pasar el rato.
Negué con la cabeza
- ninguna de las dos. Solo una amiga que se quedara aquí por un tiempo.
-bien, y ¿Qué quieres que haga por ella?
-quiero que le muestres tus mejores telas y que ella elija lo que le guste. De seguro ella no elegirá un vestido, así que quiero que tomes sus medidas y confecciones 3 vestidos de noche… elegantes.
-es raro que una chica de las tuyas no quiera un vestido… pero es un gran desafío. Llévame con ella. Muero por ver a mi remplazo. ¡Richard! ¡Baja con el set de ropa!
-cuando la veas, me hallarás la razón. Solo amiga. Sígueme..- subimos al dormitorio de Alex y la sola vista de mi hermana allí dentro, provoco que parara en seco los pasos de Chanelle, aunque para suerte mía, nótese mi sarcasmo, ya era tarde el esconderla para evitar los comentarios de ambas. Gemma frunció el ceño, asesinando a Chanelle como si fuera un víbora a punto de comérsela, dejando la expresión neutral de la rubia a mi lado.
-Gemma, vino a ayudar a Alex.-trate de calmar las aguas antes de que se armara la tercera guerra mundial. Dedico su atención en mí con los ojos profundos, oscuros, llenos de pensamientos psicópatas en contra de Chanelle.
-personas como ella no ayudan, destruyen.
-hay, pobrecita. ¿Aun te sientes mal porque Michael prefirió a mi antes de ti?- Chanelle no ayudaba en nada.
-tu cállate, maldita zorra.- se acerco para, seguramente, tirarse encima y golpearla, pero le evite el paso.- el era mi mejor amigo y lo contaminaste con tu mundo corta venas.- gritoneo tratando de estirar sus brazos para alcanzarla.
-te recuerdo que la que se cortaba las venas eras tú. De todos modos le hice un favor al pobre ¿a quién le gustaría tener una amiga depresiva que esta babosa por él? A nadie.
-¡Chanelle, basta!.- le grite. Esto se estaba yendo demasiado lejos.
-¡hija de puta! ¡Ahora si te mato! ¡¿Me oyes?! ¡Te mato!
-¡no, Gemma!.- trataba de calmarla apretándola a mí. Estaba siendo muy brusco, pero ni siquiera con eso dejaba de chillar y patalear.- ¡para!.- le grite fuerte mientras la tomaba de la cabeza como si fuera un balón. Su rostro estaba deforme. Nunca la había visto tan enojada.
-suéltame.- reclamo.
-solo si prometes no hacer nada.
-no haré nada.- con cuidado la solté temiendo por la vida de la mujer que había quedado un poco más atrás cuando a Gemma le entro el demonio.- mejor me largo antes de asesinarte.- le dijo. Se dio la vuelta y volvió a una Alex que había olvidado por completo.- vendré mañana a desayunar con mama y la abuela ¿sí? Adiós, y… cuídate.-dijo entre dientes. Alex asintió en shock tratando de tragar el último bocado de lasaña, entre que su mente procesaba lo que había presenciado. Gemma pasó por nuestro lado intimidando con la típica mirada Reynolds con cada paso que daba. Su esencia no era apropiada para personas que sufrían de carencia de carácter, porque simplemente se habría ido en mierda justo ahora. Era lo que Chanelle no tenia. Su carácter burlón, encendía la furia de mi hermana, mostrándole una imagen despreocupada, mirándose las uñas perfectamente arregladas. Por último me dio una mirada de pocos amigos y se fue por el largo pasillo.
-tu hermana sí que es rencorosa.- se quejo la rubia echándose viento con la mano en función de abanico.- oye… ella… no me digas que es ella.- su tono era mas de pregunta. Yo asentí sin vergüenza. No era de los tipos que se preocupan de tener chicas preocupadas por la moda, aunque Alex no lo fuera. La miro atentamente sin creer lo que veía. Indudablemente Alex era un tipo de burla para su importante fachada del sexo femenino. Una mujer siempre debía lucir “hermosa” aun estando enferma, según siempre me recalcaba ella.-ok, te creo. Solo amiga.
-¿Seth?.- llamo su débil voz.
-dime.
-¿podrías darme mi medicamente, por favor?
-claro. Mientras ella, Chanelle, te enseñara un poco de ropa. Elige lo que quieras. Vuelvo enseguida.
Narra Alex
Cuando Seth se fue, Chanelle se acerco a mí con un vocablo superior. La mujer sí que debía tener un ego muy grande. Después de la pelea que vi, ella era muy conflictiva.
-bueno, como sabes, soy Chanelle… ¡Richard!.- dio un grito tan molesto que logro hacerme saltar de la impresión. Un joven, que se veía un poco más mayor que Seth, pero menor a Chanelle, entro con miles de prendas colgadas según su tipo de clasificación. La habitación era enorme, pero aun así faltaba espacio para caminar en medio con más facilidad.
-señorita…- el joven sonrió y tendió su mano caballerosamente.- Richard M’cquensi. Para servirle.
-¿Dónde está Warrel?.- pregunto la mujer. Parecía molesta.
-¡aquí estoy! Lo siento, hermanita.- ¿hermanita? ¡oh, claro! Los tres son hermanos. Eso explica porque son rubios de ojos azules, bien lindos para ser honesta.
- el es mi hermano, Warrel.- presento Richard. El chico atrasado, Warrel, saludo con un gesto amistoso e inmaduro con su mano.
-soy Alex.
-lindo nombre… apropiado para una linda chica como tú.
-seguro, Warrel. Y yo ya pensaba que ibas en otra dirección.- su voz ronca ejerció un pequeño recelo por la inflexión elegida para dar a conocer lo que pensaba. No podía negar que, esa actitud, le sentaba muy bien.
