Capítulo II - Háblame de ti.

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El entrecejo de KyungSoo se frunció al ver la sonrisa llena de satisfacción en el rostro de ChanYeol.

—No lo sé, no me convenció su sarcasmo —se atrevió a decir el más alto, posando su mano sobre su barbilla en una pose pensativa.

—Basta. No tientes tu suerte, Park —advirtió KyungSoo, incorporándose nuevamente sobre su lugar.

ChanYeol rio.

—Está bien sí tanto lo desea, me casaré con usted, señor Do —dijo con cierto tono burlón, ganándose un gruñido de su jefe que le hizo volver a reír.

—Bien, ya conseguiste lo que querías. Ahora haz tu parte del trato y habla con tu familia.

—Me temo que para esa parte debemos trabajar en conjunto, señor Do.

KyungSoo levantó una de sus cejas, mirándolo de manera inquisidora.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Bueno, en cuanto le diga a mi familia que estoy saliendo con alguien querrán conocerlo, especialmente mi madre —mencionó, rodando sus ojos. Sabía cuánto anhelaba su madre que él llevara a alguien consigo cada que iba de visita—. Así que tendremos que ir a Gangneung este fin de semana para la reunión familiar de víspera de Navidad, y entonces les diré sobre esto.

—¿Qué? No iré a ningún lado. Ni siquiera celebro la Navidad.

—Siempre hay una primera vez —ChanYeol se encogió de hombros—. Además, si conviven un poco ellos tendrían más tiempo para aprender cosas sobre usted, sabe que estamos a nada de que sea enero, ¿no? No voy a traer aquí a mi madre para que sólo diga su nombre.

—Tú sabes lo suficiente sobre mí, puedes hablarles al respecto.

—No sería igual.

—Hablo en serio, Park ChanYeol. No pienso moverme de Seúl y es mi última palabra.

KyungSoo se negó rotundamente a cumplir con tan absurda idea. No, de ninguna manera asistiría a tal reunión en la que seguramente se sentiría completamente fuera de lugar, más aún cuando la madre de ChanYeol comenzara a hacerle todo ese montón de preguntas con respecto a la relación que mantiene con su hijo, ¿qué rayos iba a responderle? Oh sí, mi relación con su hijo es bastante buena, se basa en mandarlo a la mierda cada que no me traiga el café a tiempo. Vaya relación.

Y, además, ¿qué se creía ChanYeol? Él era quien ponía las reglas aquí, no ese poste gigante de uno ochenta y cinco metros de alto.

No obstante, una semana después se encontró junto a su asistente dentro de un tren con destino a Gangneung (sólo para aclarar, fue él quien así lo decidió tras ser amenazado por ChanYeol), Si no me ayuda con esto, no me casaré con usted, señor Do. Buena suerte, espero encuentre a alguien igual de guapo.

KyungSoo bufó.

«Idiota, ni que estuvieras tan bueno».

No pienso moverme de Seúl y es mi última palabra —se burló ChanYeol.

—¿Sabes? Te vendría bien ser el mismo hombre callado de siempre.

—Nunca he sido callado.

—Es la impresión que me has dado todo este tiempo.

—¿Será porque usted, señor Do, es quién tiene la última palabra siempre?

—No es verdad.

—Oh, claro que lo es.

—No, no lo es.

—Sí, sí lo es.

—No, y fin de la discusión.

Cásate conmigo [ChanSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora