Prologo.

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Frontera de Konohagakure con Kusagakure.

Tres sombras se movían con velocidad entre la oscuridad, el bosque era ligeramente iluminado por la enorme luna llena que brillaba con toda naturalidad un claro en el centro de la frontera, el choqué metálico de los kunai había comenzado sonar, los shuriken habían salido disparados en dirección de un par de ojos rojizos que centelleaban en la oscuridad y a pesar de la excelente puntería de los ninjas de Iwagakure simplemente quedaron perplejos al ver que estos parecían haber atravesado y ese par de ojos rojizos salió de las sombras, quedando justo frente a ellos con una kusarigama colgando entre sus manos, la cadena era color negra y sólo el filo de la hoz se distinguía con total claridad.

— ¡Un Uchiha! ¡No le miren a los ojos!— Exclamó el shinobi que parecía ser el capitán.

El Uchiha bufó y arrojó la kusarigama con toda la fuerza que sus brazos le permitieron, haciendo que la hoz rasgara sin ningún problema el pecho de tres shinobis que habían sido demasiado lentos a su movimiento. Sorprendidos por su habilidad con esa arma los ninjas abrieron su boca, apenas regresaron la mirada hacia el Uchiha, observaban únicamente sus pies, haciendo acopio de todo su valor se lanzaron al ataque intentando no dudar en lo más mínimo, haciendo que el Uchiha sonriera.

-— ¡Chidori!— El chirrido eléctrico había comenzado a sonar haciendo que a los ninjas de Iwagakure se les helara la sangre.

— Imposible.— Murmuró uno de ellos deteniéndose en seco pues el ruido provenía directo de atrás del sonriente Uchiha.

Aquellos que se detuvieron pudieron observarlo mejor, Kakashi del sharingan atravesaba como si nada al Uchiha ¿Había matado incluso a su compañero? ¡No! Estaban equivocados, realmente había traspasado a su compañero que se encontraba sin inmutarse.

— Grave error.— Una voz femenina fue lo último que escucharon los shinobis que habían decidido detenerse, aquella mujer apenas necesitó golpear el pecho de cada uno, eso bastó para romper sus costillas haciendo que se fragmentaran e incrustaran en sus pulmones.

— ¡Retirada!— Bramó el capitán antes de escupir sangre por la boca, el Chidori le había alcanzado y el Uchiha que se mantenía sonriendo de nuevo se puso en marcha atacando enemigo tras enemigo.

El ambiente apestaba a metal, era el aroma de la sangre, a Obito sencillamente le asqueaba el aroma, le recordaba a su propia sangre brotando bajo esa roca. 

— Oi...— Llamó mientras buscaba entre uno de los cadáveres.— Bakakashi... ¿Realmente era necesario matarlos a todos?

— Esa es una pregunta muy propia de ti, Bakabito... Eso es obvio, habrían llegado a Konoha en cuestión de días y entonces...

Obito suspiró.

— ¡Oh! ¡Aquí esta!— Dijo emocionado sacando un pergamino, con cuidado colocó el cadáver en el suelo y lo mostró a sus compañeros, sus ojos se abrieron ampliamente al ver al hombre tras su compañera.— ¡Rin!

— ¡Rin!— Gritó el Hatake apurando su Chidori para atravesar a aquel shinobi.

— ¡Mierda!— Exclamó Obito sujetando con suavidad el cuerpo de Rin.

— Lo siento... Me distraje...

La espada del enemigo la había alcanzado en el vientre, ardía como el infierno pero debía ignorar ese dolor para poder aplicar su ninjutsu médico, si detenía su hemorragia entonces regresarían a Konoha y podría ser atendida.

— Discúlpame, Rin.— Obito bajó su bandana para cubrir su ojo izquierdo al igual que Kakashi.

— No ha sido tu culpa, descuida, debemos apresurarnos, en cuanto termine con esto debemos volver.

-— Es probable que nosotros tardemos en entregar esto en la aldea.— El peliplata comenzó a realizar los sellos de mano correspondientes.— ¡Kuchiyose no Jutsu!

La palma de Kakashi golpeó el suelo haciendo que una nube de polvo se levantara y de ella surgió un pequeño pug.

— ¿Qué pasa Kakashi?— Preguntó Pakkun con indiferencia.

Obito extendió el pergamino al ninken y se concentró en continuar sosteniendo a Rin.

— Lleva esto a Minato-sensei.— Pakkun asintió ante las ordenes de su invocador y se puso en marcha.— Debemos ocultarnos, pronto llegarán refuerzos y Rin no está en condiciones para pelear.

— De acuerdo.— Respondió Obito.

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