CAPÍTULO 3

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Cap. 3

Mario sabía que ella no lucía como para llevarla a un restaurante elegante, y como no quería incomodarla, decidió que comprarían algo en un camión de comida y luego comerían en el minúsculo piso de ella.

Sparkle dejó a Mario en la pequeña sala y fue a su cuarto; quería darse un baño antes de comer; se metió a la ducha sin demora y salió para ponerse un pequeño panti y una camiseta que le daba a la mitad de los muslos.

Fue a la sala justo para ver que Mario había traído algunos platos para poner la comida de los cartones

- imagino que te gusta el pollo y la ensalada de patatas – preguntó Mario, evitando verle las largas piernas desnudas y los bonitos muslos que estaban expuestos hasta la mitad

- me gusta todo lo que me pueda llevar a la boca sin peligro de envenenarme – le respondió ella viéndolo de forma especial; ella se sentó con las piernas dobladas bajo su cuerpo y preguntó - ¿de verdad vas a comer aquí? ¿no te importa comer conmigo?

- ¿Qué tiene de extraño? No le veo ningún problema – se sentó frente a ella y empezaron a comer - ¿Qué fue lo que te dijo esa mujer para que le embarraras pintura en el rostro?

- ¡oh! Nada demasiado serio; solamente dijo que mi estudio era un nido de cucarachas, una pocilga; que no sabía porque tu gente bajaba de categoría; en fin; simples palabras ofensivas; de esas yo me sé una gran cantidad pero no me dio tiempo de activar mi arsenal. Me sacó de quicio muy rápido

- no pensé que eso pudiera ser difícil de algún modo – dijo él burlándose. Terminaron de comer y ella fue por un par de cervezas, era todo el licor que tenía y ella realmente no bebía mucho; le dio una a Mario y mientras se sentaba se le quedó viendo y le dijo

- ¿Cuánto mides?

- 1.88 – respondió sin dudar - ¿por?

- pensaba en que eres muy guapo y me preguntaba cómo podría hacer para besarte; desde que te vi, fantaseo con un beso tuyo – Mario la vio intentando descifrar si bromeaba, pero cuando ella le correspondió sin apartar la mirada, decidió jugar un poco el juego de ella

- ahora estoy sentado; no tendrías que esforzarte demasiado, solo levantarte de tu lugar y venir hacia acá – Sparkle no lo pensó demasiado, le demostró que no estaba bromeando, se inclinó hacia él y depositó un suave beso en sus labios, separándose luego de un par de segundos - ¿a eso llamas un beso?

Entonces la tomó y la hizo sentar sobre sus piernas; solo pretendía darle una lección, para que dejara de jugar con él; la joven no era que le gustara demasiado, aunque reconocía que no le era del todo indiferente.

Peor algo sucedió cuando puso sus labios sobre la boca de Sparkle; ella había entreabierto la boca para humedecer sus labios y Mario se sintió impelido a profundizar el beso, con algo más que la mera intensión de aleccionarla.

Los dos se sumergieron en un apasionado beso que los envolvió con fuerza; Mario reclamó la boca de la joven con pericia, ahondándose en ella con deleite; por un momento se olvidó de sus prejuicios, de sus promesas y convicciones, y se dejó absorber por la inocencia de ella, pero más que eso; se dejó atrapar por el embrujo de una pasión completamente virginal.

Sin darse cuenta, una de sus manos, se desplazó a la rodilla de Sparkle, subiendo con cadencia por su muslo y metiéndose bajo la camisa de ella; la joven se aferró más a él, mientras Mario se perdía en la suave textura de la piel femenina.

Pero entonces algo ocurrió; el móvil de Mario empezó a sonar trayéndolo poco a poco a la realidad, le liberó la boca a la joven y se encontró con la mirada de ella, que le se posaba sobre él, curiosa, ansiosa y demandante; fue entonces que reaccionó de verdad.

SPARKLE... COLOR DE MI VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora