CAPÍTULO 9

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Cap. 9

Mario trabajó por un tiempo y luego salió a comer; fue a su piso y después volvió al trabajo, pero al anochecer, y al no tener noticias de Sparkle, decidió ir nuevamente al lugar de las peleas clandestinas para desquitar un poco de la tensión en la que vivía.

Solo estuvo un par de horas allí dentro, y después de una buena pelea en la que participó, salió a buscar su auto; cuando estuvo en el estacionamiento, descubrió a Sparkle apoyada en la portezuela del lado del piloto.

- ¿es una casualidad o viniste a buscarme? – preguntó Mario – no creo que necesites hablar hoy también

- ¿Por qué estás enojado conmigo? Fuiste tú el que se fue sin despedirse

- tal vez porque me estoy cansando de tu juego; me llamas, me buscas; y de verdad disfruto de cada momento a tu lado; pero luego me dices cosas que no soporto que me digas, y según tú, no es buena idea volver a vernos – Sparkle volvió el rostro hacia otro lado, mientras tenía un fuerte conflicto interno; su orgullo le decía que se fuera y lo dejara; pero un deseo más grande se había apoderado de ella después de conocer a Amy Finley y su bebita

- lo siento; de verdad pienso que no deberíamos vernos, pero luego siento cosas y el deseo de volver a verte, se hace más fuerte – Mario se le acercó y sin tocarla siquiera, la besó; ella se abrazó a su cintura y él profundizó el beso, luego se separaron un poco

- bueno, por lo menos hoy no estás bebiendo, temía que lo tomaras como costumbre

- no, decidí no volver a beber; no es muy bueno para mi salud ¿me invitas a tu piso?

- siempre que quieras; ya te lo había dicho – y volvió a besarla.

Sparkle sentía un poco de pena por lo que había decidido hacer, pero no había de otra; ella quería tener un bebé, y solo podía ser Mario su padre; claro, sin que este lo supiera. Había estado investigando y había comprado unas píldoras con el fin de hacerle creer que no necesitaba usar el preservativo.

Tembló por dentro con un poco de miedo; si Mario supiera lo que ella intentaba, la odiaría y no la volvería a ver nunca más. Pensó que eso podría ser bueno, por lo menos cuando ya hubiese logrado su objetivo.

Fueron al auto de Mario ya que ella había llegado allí en taxi; Mario notó que ella estaba algo nerviosa y le puso una mano sobre la de ella

- ¿todo está bien? Pareces nerviosa – le tomó la mano y se la llevó a los labios – desde que te conozco, jamás te he visto nerviosa o temiendo por algo

- no lo sé; tal vez sea porque me han sucedido muchas cosas últimamente, que me han alterado un poco los nervios – el tomó una licorera y se la pasó

- tal vez un pequeño trago de whisky te ayude...

- ¡no...! – la chica reaccionó algo violenta, pero luego intentó arreglarlo – yo... no quiero tomar licor; aun soy muy joven y si sigo bebiendo, puedo convertirme en una alcohólica

- ¡en verdad que estás extraña! ¿no crees que exageras? – llegaron y el aparcó, apeándose luego para ir a ayudarla a ella. Cuando estuvieron en el piso, los nervios de Sparkle aumentaron; Mario no quiso preguntarle nada más sobre eso, en cambio le preguntó – ¿quieres comer algo?

- no... yo... no tengo hambre – Sparkle estaba nerviosa, porque no sabía como iba a decirle que no se protegiera; ella no era una experta en esos temas – ¿puedo quedarme esta noche contigo? – el muchacho la vio con firmeza, pensaba que era ridículo que ella tuviera que preguntar algo así

- siempre que quieras, ya lo sabes – y se le acercó, la tomó por la cintura y la levantó para luego sentarla en una mesa, se acomodó entre sus muslos y la miró a los ojos, para descubrir que a pesar de los nervios que ella tenía ese día, también lo deseaba, y porque no, tal vez algo más – me gusta tenerte aquí

SPARKLE... COLOR DE MI VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora