Parte 2. Espinas y sangre, nuestro cálido encuentro

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La nieve continuaba cayendo sin parar, ya no sentía mis manos debido al frío; pero seguía apartando la nieve porque quería salvar la vida de aquella inocente criatura.

Más plumas y más sangre aparecía conforme iba apartando la nieve, de pronto observé algo parecido a un brazo humano, me llevé una gran impresión, la criatura que suponía que era un ave ahora no se lo que es, estoy más confundido que al inicio.

Cuando por fin el brazo quedó al descubierto lo tomé con fuerza y lo jalé hacia mí para poder sacarlo de la gran capa de nieve que lo cubría. Lo jalé con tanta fuerza que aquel cuerpo cayó encima de mí, era muy pesado y estaba muy frío. Lo aparté de mi y me alejé, sacudí la nieve que cayó sobre mi ropa, pero aún seguía sin verlo. 

De pronto levanté la mirada para verlo, tomé una bocanada de aire y quedé paralizado, ni siquiera pude gritar, mi cuerpo no podía reaccionar ante tal impresión. Un cuerpo totalmente desnudo, tan blanco como la nieve, delgado, con piernas largas, cabello tan negro como la misma noche y lo más increíble de todo eran sus alas, sí, así como lo oyen, ALAS, y no, no estoy loco, lo que estoy relatando es real.

Tenía unas grandes alas blancas cubiertas de espinas y sangre, aquella criatura por su aspecto era una especie de ángel y estaba muy herido. Comencé a caminar de un lado a otro, pensando que debía hacer, llevarlo conmigo a casa y curarlo o dejarlo ahí y que muriera de frío, pero si lo llevaba a casa, ¿que le diría a mi mamá?, de seguro se desmaya sólo de verlo... 

Reaccioné e inmediatamente me cercioré de que estuviera vivo, me acerqué con mucho cuidado, tomé la primer rama que me encontré y desde una distancia prudente lo toqué con la rama, pero este no reaccionó. Tiré la rama y comencé acercarme lentamente, estiré mi mano y la la puse sobre su cuello para sentir su pulso, efectivamente estaba vivo.

Miré su rostro que estaba cubierto por su cabello y por un poco de nieve, retiré la nieve de su cara y me quedé mirándolo por varios minutos, tratando de convencerme que aquel ser era real. Sin pensarlo dos veces, tomé mi abrigo y lo cubrí, lo puse sobre mis hombros y lo cargué hasta mi casa.

Al llegar a casa me percaté de que mamá no estaba, lo subí hasta mi cuarto, lo puse sobre mi cama, llené la tina con agua caliente y luego lo metí en ella para que su cuerpo se descongelara. Con una toalla limpié sus brazos y su rostro, una vez más me quedé admirando su rostro, Dios, era hermoso, tan hermoso que parecía irreal. Tenía algunos moretones en su cara y sus labios estaban rotos, al parecer alguien lo golpeó fuertemente. 

Me acerqué para retirar la sangre coagulada de sus labios, pero la sangre estaba tan adherida a sus labios que se me hacía difícil retirarla, de pronto sus manos me tomaron con fuerza y sus labios se encontraron con los míos, ese fue mi primero beso...

EphemeralWhere stories live. Discover now