Ephemeral

Parte 4. No lo creerías

Hoy es un día como cualquier otro, ya había dejado de nevar y por fin aparecen los primeros cálidos rayos del sol.

Un rayo de sol se asomó por la ventana e iluminaba mi rostro, mientras unas avecillas cantaban alegremente a lo lejos.

-Moonbin, despiértate ya, oye, tengo toda la mañana de estar en esto, levántate antes de que aparezca tu mamá, oye, ya levántate- escuchaba esa voz a lo lejos, de pronto sentí que mi cobija fue arrebata fuertemente e inmediatamente desperté y allí parado junto estaba él, con su hermoso rostro como recién nacido.

-Ah eres tú, se me había olvidado que estabas aquí- respondí entre bostezos vagos.

-Vamos, apúrate antes de que tu mamá... -MOONBIN ¿YA ESTÁS DESPIERTO? TE COGERÁ TARDE DE NUEVO PARA IRTE AL COLEGIO-Interrumpió mi mamá

Me asusté bastante cuando escuché a mi mamá gritarme desde la entrada de mi habitación, así que rápidamente tomé al cabeza de chorlito y lo metí debajo de la cama.

-Ni te atrevas a hacer un solo ruido- le dije en un tono amenazante

-SÍ MAMÁ, YA ESTOY DESPIERTO, EN UN MOMENTO BAJO- me quedé un momento en silencio y al parecer mi mamá ya se había esfumado. Rápidamente tomé un baño, tomé mi mochila y antes de salir de mi habitación le advertí que no debía permitir que mi mamá lo viera en ningún momento. Él asintió con la cabeza y me fui bastante preocupado para el colegio.

Nos esperaba un examen sorpresa y como es de esperarse salí súper mal. Terminado las clases por el día hoy (porque sí, no hay nada más interesante que contarles) me disponía a irme para mi casa cuando un compañero, al que le decimos Jinjin, me invitó a un partido de fútbol, pero para serles sincero yo no me sentía tranquilo con ese cabeza de chorlito en mi casa, así que amablemente rechacé la invitación de Jinjin y salí como un rayo para mi casa.

Mientras tomaba uno que otro atajo para llegar más rápido, no paraba de imaginarme miles de futuros en los que mi mamá lo descubría y todas las reacciones de su cara me hacían pedalear como si no hubiera un mañana. De repente un perro se me atravesó y lo esquivé de tal forma que salí volando con todo y mi bicicleta.

Me levante, sacudí mi ropa y tomé mi bicicleta del suelo cuando de pronto una mano se posó sobre mi hombro. Obviamente me asusté porque en ese atajo no había nadie, lentamente y con desconfianza me di la media vuelta y había un hombre como de mi estatura, con una mirada profunda y de piel canela. Era un tipo físicamente atractivo, pero lo rodeaba un aire de misterio, en sus ojos se podía ver.

-Hola, que pena iba muy rápido y no vi a su perro, ¿él se encuentra bien?- la voz me temblaba, él me miraba muy profundamente y no decía nada, solo continuaba mirándome.

En un instante el me tomó del cuello agresivamente y me levantó, aunque era de mi estatura su fuerza no era de este mundo. -Él, ¿dónde está? ¿dónde lo tienes escondido?- se expresó en un tono demandante.

Me estaba faltando el aire y no podía responderle correctamente, a parte no entendía a que se refería y fue ahí cuando lo entendí, logré ver sus alas, pero sus alas no eran blancas, eran negras.

Estaba por perder el conocimiento, pero sentí que no debía responderle, de pronto me hizo tirado al suelo, comencé a tomar aire de manera desesperada, lo miré a los ojos y le pregunté:

-¿Quién eres?

Y el respondió: -No lo creerías-