•Capitulo 8•

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Lalisa
La alarma sonó un poco antes de que el sol saliera. Estaba dispuesta a hacer lo que Taehyung me dijera, al final si el tenía algún plan conmigo yo debía crear el mío.

Me levanto y me dirijo corriendo hacía la ducha, al salir me coloco una sudadera y arreglo mi cabello en una coleta, seguidamente me dirigí a la habitación de Taehyung la cual estaba un poco abierta.

-¿Taehyung? - pregunto entrando. Al fijar la mirada en él, noté que estaba durmiendo en un pequeño sofá junto a la cama. Me acerqué y con un suave golpe lo llamé - ¿Tae? -

Abre sus ojos, se estira y fija su mirada en la mía; una pequeña sonrisa se forma en sus labios.

-Creí que no lo harías - dice con una sonrisa que no había visto hasta el día de hoy.

-El sol está por salir, aún no entiendo porqué te gusta levantarte antes de que el sol salga - sonrío - ¿puedes decirme? -

Niega.

-La casa está completamente sucia, ve a limpiar y no hables - su sonrisa vuelve a desaparecer - es una orden -

-En un momento eres amable pero luego cambias y vuelves a ser tú - niego - tú no tienes arreglo - dije saliendo de la habitación.

Al bajar las escaleras noté los muebles desordenados; botellas por todos lados, bolsas y copas regadas por todas partes. Este iba a ser un largo día.

Tomo una escoba y empiezo a barrer, al mismo tiempo ordenaba los muebles recogía las copas y botellas. Al fijar la mirada en las escaleras noté a Taehyung de pie observandome pero al darse cuenta que lo había visto, vuelve a apartar la mirada.

-No te distraigas, hazlo bien - dice dirigiendose a la cocina.

Me quejo y continúo haciendo las cosas. Largas horas pasaron y ya me encontraba empapada en sudor, la casa había quedado limpia y los muebles perfectamente ordenados.

-Listo - dije agotada.

Me dirigí al baño pero me encuentro frente a frente con Taehyung, ambos nos miramos pero claramente yo era la que estaba nerviosa; él quería usar el baño al igual que yo.

-Primero las damas - dije abriendo la puerta.

Tae me detiene y limpia una gota de sudor que se deslizaba por mi frente.

-Aquí las reglas cambian - dice con un tono serio - primero el hombre de la casa -

-Para mí no cambian -

Me mira por un rato y suspira.

-Quiero ver una película, si quieres te puedes unir - agrega cambiando de tema.

Abro mis ojos de par en par por sus palabras.

-¿Es una cita? - pregunto confundida.

No se rie, no se queja; simplemente me mira sin ningúna reacción.

-Jamás tendría una cita contigo, simplemente quiero que estés ahí como recompensa por haber hecho un buen trabajo hoy - agrega.

Suspiro y asiento.

-No sé si sentirme ofendida o estar agradecida... ¿A que hora será? - pregunté.

-Esta noche, quiero que estés lista - una comisura de su boca se eleva - no te dire hora, yo apareceré delante de tí para avisarte que ya es hora - dice moviéndome a un lado y tomándose la libertad de entrar el al cuarto de baño.

-¡QUÉ GRAN CABALLERO ERES! -

-Soy una bestía, no un caballero - responde.

No pude evitar reir.

Preciosa Insignificancia #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora