Evie pov's
—¡Lo sabía, maldita sea!—exclame con enojo mientras caminábamos de vuelta al castillo de las gangas— Uma le lavó el maldito cerebro
—¿Todo esto por mal? Porqué Ben no lo acepta de una vez, ella dejó de amarlo— dijo Jay con fastidio
—Pero es que no es solo Ben, es la obsesión de Uma con Harry. ¿Acaso no lo ven? Desde que Mal y Harry comenzaron su relación, ella ha hecho lo imposible para que terminarán, por eso utiliza a Ben como su marioneta, él es solo un juguete, un estúpido peón—dijo Carlos exaltado, estaba inquieto desde que vimos la conservación de Ben, Uma y esa mujer
—Eso debemos decírselo a Mal cuanto antes, pero no debemos descartar a aquella mujer de ojos azules—Carlos y Jay me miraron—¿No se les hace conocida? Su presencia me causa escalofríos, me recuerda a...
—...Maléfica...No, eso sería ilógico, Maléfica está encerrada en Auradon, sin omitir que es una pequeña lagartija— dijo Carlos poco convencido
—El enano tiene razón, ¿Cómo sería posible que Maléfica escapará, y estuviera aquí en la isla? ¡Es algo imposible!—dijo Jay con el ceño fruncido
—Sea cierto o no, no debemos dejar cabos sueltos. Después de hablar con Mal, investigaremos a esa mujer— dije observandolos, ellos asintieron
Después de aquella charla, el recorrido se volvió completamente silencioso; cada uno de nosotros debía pensar, principalmente en todo lo que estaba sucediendo.
«Una posibilidad de que sea cierto...»pensé con incertidumbre
Mal pov's
—¿Ya te sientes mejor?—le pregunté a Harry, el cual estaba acostado en mi regazo, mientras yo estaba sentada en la cama comiendo algunas fresas. Sí, las traje de Auradon
—Si, diría que tengo a la mejor enfermera de todo el mundo—me sonrió mostrando toda su dentadura, yo reí suavemente y acaricie su cabello juguetonamente—...Por cierto ¿Me das una?
Señaló mi tazón de fresas, lo miré con los ojos entrecerrados y negué. Claro que no compartiría mis bellas y deliciosas fresas.
—No te daré ninguna, si quieres te puedo traer algo de la cocina, pero con mis fresas no te metas— dije poniendo el tazón de fresas en la mesita de noche al lado de la cama
Él se levantó de mi regazo, se sentó a mi lado y me miró haciendo un puchero. Con su cabello todo despeinado y ese puchero, he de admitir que se veía muy tierno, pero no, no iba a darle ninguna de mis fresas.
—Mal, mi vida, mi amor, mi capitana, solo mía; me das por favor una fresa— dijo mirándome con sus ojos de cachorrito
Dudé entre darle o no darle la fresa que deseaba, pero soy demasiado orgullosa para dar mi brazo a torcer.
—No Harry, son mis fresas— dije simplemente y tomando otra fresa del tazón—Estas fresas son mi tesoro, no dejaré que nadie más las toque o coma, a menos que sea yo
Su cara se desfiguró completamente, y lo único que hizo fue cruzarse de brazos y mirar al frente con seriedad.
—Hey, ¿Qué pasa?—dije levantando una ceja divertida
