Durmiendo sola

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Eran 45 los minutos que llevaba esperando delante de la casa de Malú, y media hora la que llevábamos de retraso para ensayar el tema elegido. Que, realmente, no estaba elegido aunque suponíamos cuál era. Esa misma mañana me llamaron proponiendo que cantara el día después de Malú, y yo no podía negarme: era mi tierra. Malú colaboraría conmigo, pero sería por sorpresa.

Salió muy tranquila del portal de la mano de un chico y a la hora de bajar el escalón, él se ofreció a cogerla a caballito, algo que ella no rechazó. Sí creo que había olvidado que sería yo la que la recogería en la puerta de su casa porque fue al montarse en su coche, cuando me decidí a tocar el claxón. Salí del coche cerrando la puerta con cuidado; nunca fue de reaccionar con brusquedad aunque la situación lo requiriera.

- Vaya, llegas casi una hora tarde y con una compañía especial para ti, por lo que veo - dije sonando un tanto irónica.

Vi el miedo en su rostro. No me esperaba allí, a pesar de que yo llevaba esperándola toda la vida.

- Yo... Te juro que no hemos hecho nada, Vanesa. Relájate porque no ha pasado nada.

- Mira Malú, yo estoy muy relajada. Eres tú la que no lo está, y a saber por qué. No quiero saber por qué. Me voy Malú, mañana cantarás sola. Lo siento. Llego tarde, cincuenta minutos exactamente, te pido por favor que, ya que no has sabido hacerlo, le permitas a mi tierra darme amor. Hasta aquí, gracias por todo. - sabía lo que significaban esas palabras, y yo supe lo que significaba que no contestara, porque me contestó con los ojos.

- ¿Dónde vas? -preguntó sin conseguir que no se le quebrara la voz.

- Yo no te he preguntado de dónde vienes, no vengas preguntándome a dónde voy. -dije con seriedad mientras sus ojos se clavaban en mi mirada llorosa.

¿Sabéis? A veces no es tanto los ojos que os miren, sino el corazón que os sienta. Ella me sentía. Lo sentía, pero no era suficiente.

Me arrepentí de decir esas palabras en el mismo momento que vi en su mejilla la primera lágrima. Pero no hizo nada por evitar la despedida.

Y en esa despedida lo que más dolió no fue que yo no me quedara, sino que no le doliera que me fuera. Porque si le llega a doler lo suficiente, no es despedida. Ni me voy.

Vi por el retrovisor cómo empujaba al chico y se metía a casa llorando. Yo lloraba decepción, y ella lloraba impotencia. No recuerdo en qué momento decidimos dejar de llorar felicidad.

Cuando llegué al estudio, la primera canción que me propusieron fue "Dónde" que se ensayó con toda la normalidad que fui capaz de aparentar. "Durmiendo sola" y en ese momento me sentí sola. Porque la soledad era eso, recordar cómo me arañaba la espalda mientras me besaba, cómo quería dármelo todo: primero un abrazo, y luego un sentido. Yo odiaba estar triste, pero qué le iba hacer si la soledad era la canción favorita de la tristeza.

Ensayamos otras tantas canciones, y agradecí que no me pidieran explicaciones al eliminar "No te pude retener" de la lista de canciones que cantaría.

Salí del estudio a las diez, y rodeé toda la ciudad para no encontrarla, pero al llegar a casa me encontré una nota en el suelo:
"No me dejes sola: lo he escrito así en todos los lugares a los que no has mirado. No me dejes sola: así detrás del árbol inmenso que nos vio besarnos, en el fondo de tus cajones, entre las gotas separadas de la ducha. Está escrito de esa forma: no me dejes sola, en toda las baldosas que no has pisado. Créeme cuando te digo que es terrible este silencio que yo no soporto estar sin ti y tú pareces dejarme cada letra de tu canción. No me dejes sola, y así está puesto en todos los lugares donde he posado la mirada. Por eso me pregunto a qué sitio de mirar, en qué escondite has puesto los ojos para que yo pueda leer de una vez por todas, cómo de sola estás ."

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Bueno, ¡la novela va creciendo poco a poco! Lo primero, pedir perdón porque estoy tardando bastante en subir, pero ando de vacaciones familiares (ya sabéis, cuidar primos y todo este rollo...) pero siempre que puedo intento sacar un huequito para escribir. Además, si no es mucho pedir me gustaría que me dejáseis un comentario diciendo qué puedo mejorar y sobre todo qué os va pareciendo la novela, ¿sí? Me haríais un favor enorme porque sois el motor para que siga escribiendo, ¡muchísimas gracias!

Malú y Vanesa MartínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora