El hombre estaba algo impresionado acerca de todo lo que este le había contado, pero también un poco intrigado.
- La verdad es que no recuerdo a ninguna Jessica Bepler en Vagdak, pero muchos huyeron luego de las guerras en esa ciudad, y terminaron en lugares desconocidos, incluso nosotros.
- ¿Dónde queda esa ciudad?
- Ahora es una tierra abandonada, donde antes se encontraba una gran ciudad hecha para los que somos especiales, los que provenimos de personas con genes diferentes a los humanos normales, somos diferentes en todos los sentidos, muchos de nosotros ni si quiera podemos morir, pero con ello también vienen responsabilidades, maldiciones.
- ¿Dónde queda esa ciudad?
- Hay un pasadizo secreto en todos los continentes, pero están cerradas por los Hermanos Baga.
- ¿Los Hermanos Baga?
- Entes que viven desde el siglo en que la tierra se creó, antes cuidaban las grandes maravillas que escondía Vagdak, ahora cuidan lo poco que queda de ella.
- Dios, yo tengo casi un siglo con estos poderes, no supe de ello nunca.
- Y ahora yo haré las preguntas, ¿por qué estás aquí?
- Tu hijo me rap-... – Fue interrumpido por las manos del niño que callaban sus labios.
- ¡L-lo invité a que cenara con nosotros!
- ¿Tú? Tú nunca quieres cenar con nosotros, ¿qué cambia ahora?
- N-no lo sé... Sólo quise.
- ¿Cómo supiste que era brujo?
- E-es que... É-él es muy extraño, su piel blanca, sus rojizos mechones, y... Lo vi haciendo magia en el lobby, para prender un habano.
El hombre estaba indignado ante las mentiras que decía el niño para ocultar su hobbie. Se le podía ver en su mirada enojada y su ceño fruncido que estaba por explotar. – Me voy, esto es un mal chiste. – Mira al niño. – Y tenemos cuentas que arreglar, niño. El hombre arregló su vestimenta para irse de aquel lugar.
– ¿Qué cuentas tienen que arreglar ustedes?
El niño estaba maravillado ante aquel carácter del brujo, sonrió en sólo pensar en aquellas cuentas, y cómo se las arreglaría para pagárselas. – Eso, cuentas. ¡Voy a mi habitación! – y en nada desapareció, para aparecer en aquel lugar, parecía una niña enamorada, sus mejillas ruborizadas y su sonrisa de oreja a oreja, había encontrado algo maravilloso, un hombre el cual el amor que éste le daba no le asustaba, tal vez Enoch aún no lo entendía, pero sería su amado novio rumbo a la eternidad.
Pasó una semana y aquel temía de encontrarse a aquel chico, la verdad es que a lo que más le temía es a que volviera a hacer lo mismo que aquella noche, ¿cómo un niño así podría hacer ese tipo de cosas? Esa mentalidad es la de un pervertido, y ese niño la desarrolló en todos los siglos que lleva viviendo.
Si, quería evitar lo más posible un encuentro con aquel chico, pero no podía estar todo el tiempo escondido, así que decidió desayunar afuera, en uno de los elegantes restaurantes de aquella gran ciudad.
Pidió una mesa que estuviera al aire libre, en un restaurante elegante pero visitado por ricos y de clase media. Su desayuno era una delicia de la época, pan junto a algunos quesos, los más deliciosos, una cesta de frutas y vino junto a un vaso de jugo de naranja recién exprimida. Todo le estaba yendo bien, su comida no podía ser mejor y estaba seguro de que ese chico no lo vería, pues sería demasiada casualidad que lo viera en ese lugar.
Volvió a su hogar, pero algo le pareció extraño, su habitación, que siempre estaba cerrada con llave debido a algunas escrituras de gran importancia, tanto de bienes, tierras como de cosas que ha descubierto con los años de sus poderes estaban en un pequeño escritorio al lado de su cama. Al entrar pudo ver las cortinas totalmente cerradas, estaría en penurias si no fuera por el sin fin de velas, unos lazos de un color azul real, y pétalos de rosas con forma de corazón, lo raro es que estas eran azules también, velas aromáticas con un olor que ya estaba concentrado en la habitación, de un aroma dulce, y que hizo que aquel se mareara. El chico salió del vestidor de la habitación del hombre, vestido con un corsé azul con encajes pequeños negros, una falda corta, negra y estampada de flores celestes y azules.
Enoch sintió las pequeñas manos de Isaac en su brazo, estaba llevándolo a su cama, y como aquel estaba demasiado mareado y confundido como para oponerse sólo se dejó llevar, fue donde él se sentó en su cama, y el niño se puso frente a él.
– Mírame.
Dijo aquel chico para tomar su rostro con sus manos y hacerlo mirar hacia él. – Mira lo que he hecho por ti, algo que no decidí cambiar por nadie.
– Tal vez no me haces caso porque te gustan las mujeres, pero estoy dispuesto a cambiar, ¡todo por ti, Enoch! – Se acercó a darle un suave y tierno beso, mientras Isaac hacía que los brazos de Enoch rodearan su cintura. Y poco a poco lo fue llevando hasta la cama, acostándolo en ella.
Aquellas velas aromáticas, además de ese olor dulce, era afrodisíaco, así que a pesar de lo mareado y confundido que estaba aquel hombre, se sentía tremendamente excitado, y eso se podía ver en el bulto que se veía entre sus pantalones.
El chico sonrió un poco avergonzado por lo que veía en los pantalones ajenos. – W-wow, debes tener algo bueno ahí. – Dijo para bajar hasta su pelvis y ver aquel bulto más de cerca, quitándole la vestimenta hasta que pudo descubrir su miembro. A pesar de su personalidad atrevida, nunca le había hecho sexo oral a nadie sin las instrucciones de Mitch, hacerlo sólo era un gran paso. Tomó el falo con sus manos, las cuales ya estaban untadas de cierto aceite encontrado en una mesita de noche, y comenzó a frotar suave pero firmemente aquel falo, como su mayordomo le había dicho ya, luego de unos minutos cambio a sus labios, los cuales ya estaban preparados, y comenzó primero con la punta de su pene, mojándola con su saliva y acariciándola, para seguir con el falo, o sólo la mitad, pues su boca aún no podía con todo.
A pesar de estar drogado, el hombre estaba disfrutando aquellas atenciones, su rostro estaba rojo e inconscientemente se acomodaba en aquella cama, listo para seguir recibiendo aquella atención, y como señal de que siguiera, el hombre puso una mano arriba de la cabeza del chico, cosa que le dio ánimos al chico para seguir. Luego de minutos, fue tanto para el mayor que terminó corriéndose en su boca sin avisar, y el chico se impresionó ante lo repentino que fue, aunque tenía señales que lo prevenían, el pre-semen salía y su pene se hacía más grande y grueso.
Luego, el hombre entre lo que le quedaba de sentido pudo ver cómo este se le subía encima, y luego sintió su miembro más apretado de lo usual al pasar los segundos, escuchando los gemidos y viendo las reacciones del chico, le encantaban las expresiones del muchacho, tan puras, tan claras, cuando el chico lo metió todo, sus manos fueron al pecho del mayor, y entonces éste tomó su cintura, para ayudarlo en lo que sabía que haría. El pequeño cuerpo de Isaac subía y bajaba con lentitud, pero al pasar los minutos, las horas, ambos se volvían animales queriendo comerse.
El atardecer estaba empezando, y la obligación de Mitch es subir todas las cortinas para que entrara un poco de aire en la casa luego de tenerlas todo el día bajas, por razones obvias. Lo que le pareció extraño es que Isaac no estaba durmiendo en su habitación, pero si no estaba ahí, entonces sabría perfectamente donde encontrarlo, junto a su nuevo juguete favorito, el mayordomo, cuando ya estaba la noche en pleno acto, salió de la mansión en busca del chico, pues él es responsable de esa criatura escurridiza desde hace siglos.
El hombre despertó en plena noche, o más bien lo despertó su estómago, sus manos fueron a su cabeza pues luego de aquellos mareos de la mañana lo que le quedó fue un gran dolor de cabeza. Miró a un lado, y puedo notar entre las sabanas una mata de cabellos negra, junto con la delicada piel pálida de un chico encantador y visualmente inocente, el cual tenía moretones, sobre todo en su cintura, mientras el mayor mantenía ciertos rasguños en su pecho,
--Dios, lo hice con él. – Luego de recordar que él mismo había consensuado aquel acto, el hombre no se lamentó más sobre aquello, no podía hacer nada ya, solamente vivir con eso y... Ser del Vampiro.
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Los 101 Amores de Enoch (Gay, yaoi)
Teen FictionTengo una maldición eterna, que nadie podrá quitarme.