— No necesitamos salir, tenemos todo aquí, y si no pues, yo lo haré para ti. — Aquel hombre estaba exhausto, su magia tuvo que servir para hacer prácticamente todo en ese lugar, desde un lugar para dormir, algo de iluminación, calefacción, comida, pero al menos no deberían salir de aquel lugar.
— ¿Y? ¿Cuál será nuestro plan? No podemos quedarnos aquí toda la vida, Enoch. — Dijo irritado, no por el hecho de que tuviera que quedarse en ese lugar lo que le restaba de vida, sino porque no sabía que tendría que compartir al amor de su vida.
— Dime, imagino que tienes un plan.
— Tú puedes salir, a ti no te harán nada.
— Amor, soy un fugitivo, igual que tú.
— Ese príncipe está enamorado de ti, Enoch, no soy idiota, y si no lo está, pronto lo estará, es casi un hecho.
— Pero sabes que yo no estaría nunca con él, ¿cierto?
El menor tenía una pregunta difícil para aquel brujo, y la verdad era una pregunta que no tenía respuesta correcta. — ¿Ni si quiera para salvarme a mí?
Sus hombres dejaron la búsqueda, porque el hombre ya sabía dónde estaban, sólo necesitaba tiempo, tiempo para saber cómo entrar o cómo hacer para que salgan.
— Señor, tenemos brujos que pueden entrar ahí en segundos.
— No, le harían daño.
— ¿A quién? ¿A los fugitivos?
— Si, a ellos. Sólo espero, y quizá ya sepan que estás aquí, así que vete.
— Sí, señor.
No sabía si lo escuchaba o no, pero cada tanto repetía las palabras que, en un mal sentido, hacían estremecer la piel del pelirrojo cada vez que lo escuchaba por medio de algún animal el cual estuviera cerca del árbol y pudiera conectarse con él.
—Te tendré.
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Los 101 Amores de Enoch (Gay, yaoi)
Ficção AdolescenteTengo una maldición eterna, que nadie podrá quitarme.