ElInfiernoConElÁngel

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Nombre: Frennex

Cabello: Blanco, largo hasta la cintura

Ojos: dorados

Alto, piel oscura, viste normalmente de blanco, colores pasteles.

La luz lo segó por un momento, sus ojos pesaron. Llevó sus manos a su cara, frotando sus ojos para esclarecer un poco su visión, vio a su alrededor, al parecer estaba en un bosque, a lo lejos escuchaba gente gritar, pero no desesperada, sino como un grito de lucha antes de una batalla, se sentó, vio a su alrededor, pero no vio a nadie, cerró sus ojos, suspirando un poco.

—Amor. — En un momento estaba justo al lado de Isaac, su poder le hizo abrir un portal a aquel lugar. Estaban en una colina, y justo debajo de ella se veía la gran masacre de aquellos aliados semi-vampiros que habían encontrado en la ciudad, contra los soldados de los Ángeles,

—Lamento haber sido una molestia... ¿qué ocurrió?

—Son unos idiotas. – Isaac estaba preocupado, enojado y frustrado era claro que estaban perdiendo la batalla, apenas tuvieron unos cuantos soldados semi-vampiros, los soldados ángeles estaba entenados y eran muchos más. — Perderemos, nos tendremos que quedar en este horrible lugar y escondernos hasta que ellos nos consigan y nos maten.

El mayor tomó su mano, acariciándolo suavemente, mirándolo a sus ojos y esperando a que él lo hiciera igual. — No me importa si tengo que morir contigo.

— No... — Dijo dibujando una sonrisa irónica en su rostro. – Él jamás te mataría.

— ¿Quién? — No podía ser cierto, el sólo pensar que ya el menor supiera sobre aquel chico era completamente imposible.

Al chico le enojaba que le vieran la cara de idiota, no esperaba que Enoch le dijera que aquel príncipe era otro de sus destinados, pero tampoco esperaba que lo negaba por completo. — Ya lo sé. — Dijo de forma simple. — No debes ocultarlo. — Dijo mientras veía el lugar de batalla. El último semi-vampiro fue atacado, asesinado con una daga que le abrió la garganta de un lado al otro. Era obvio que habían perdido, así que era hora de huir y concretar un plan más conveniente.

Fueron hacía el bosque, dejando aquel campo de batalla tratando de confundirse entre los árboles, en ese momento el mayor le tomó la mano al pelinegro, reiterando su lealtad. —Yo te amo. — Dijo como si esas palabras le salieran del propio corazón.

No es que no le creyera, pues nadie sabía el futuro, y él sólo vio visiones de lo que puede ser un futuro. — Yo también te amo, por eso me duele.

— Pues no debería, no voy a dejarte. — Puede que aquel hombre fuera su "destinado" de esa época, pero no dejaría a Isaac, jamás.

Veía aquella puerta, por donde Isaac había arrastrado a Enoch al desmayarse, no le dio curiosidad aquel desmayo, tampoco es que le diera gracia, de hecho, un pequeño golpe en el corazón le dio una señal, una señal que jamás se la había dado nadie.

"Ayúdalo."

—¿Qué ocurre, hijo? Te veo pensativo. Si es que crees que vendrán con un ejército más grande que esos vampiros, pues te gustará saber que he cerrado toda entrada a la ciudad, nada podrá atravesar a mis guardias. Estaremos bien. — Dijo Litabius, tratando de tranquilizar a Fennex, pues pensaba que estaba pensando en otra invasión a su morada.

—¿Viste al chico que acompañaba al vampiro? — Dijo viendo de reojo a su padre, mientras tenía una de sus manos sosteniendo su mentón.

—Sí, ¿qué tiene él?

—Él es un vampiro, papá.

—¿Cómo sabes tú eso? — para Litabius era relevante, pues si era brujo, quería decir que no podían hacerle nada, ellos los ayudaron mucho en sus tiempos de guerra, y aún hay unos cuantos como fieles seguidores y aliados de los Ángeles.

— Lo vi, lo vimos, no podemos matarlo, sería otra guerra innecesaria con nuestra única especie aliada.

— Entonces. ¿quieres decir que no podemos matar al vampiro?

— Nunca dije eso. Quiero tener a ese brujo como prisionero, y luego de matar a ese vampiro, podríamos lavarle el cerebro, ya sabes, para que sea otro de nuestros aliados. Se ve que ese brujo es poderoso, puede hacer cosas por nosotros papá.

— Te dejo eso a ti, yo me ocuparé por vengar nuestro antiguo hogar, a nuestra gente. — Dijo para levantarse e ir a buscar qué hacer, para acelerar aquella venganza.

Caminaron hasta más no poder, debían ir a un lugar donde no hubiera ángeles, donde nadie los vería por mucho tiempo, donde tuvieran que buscar bastante sólo para poder encontrarlos.

—Debajo del suelo. — Fue la única idea que se le ocurrió al brujo.

—¿Qué? ¿Nos enterrarás? — Dijo con tono irónico.

Suspiró leve, a veces no aguantaba el sentido del humor del pelinegro. — Voy a hacer un lugar debajo del suelo, de estos árboles, será muy difícil que nos encuentren. — Dicho eso fue a la acción y comenzó a hacer lo suyo, puso sus manos en la tierra, más específicamente en una de las raíces de los árboles, esta comenzó a engrandecerse dentro del suelo, haciendo espacio, luego construyendo un lugar más o menos agradable.

—Piensa en una clave, en algo que debas decir para entrar a este lugar. — Pensaba en todo para ponerlo a salvo.

— Hmm.. No lo sé... Algo que sólo los dos sepamos, cielo. ¿Qué tal... Demons? Ya sabes... Mi papá.

— Me parece bien. — Puso su mano en el árbol, y luego dijo aquella palabra. "Demons", en ese momento el árbol se hizo un enorme hueco, y en él había una escalera que iba hasta abajo, hasta la guarida. — Vamos, te ayudaré. — Dijo para tomar su mano y llevarlo a la guarida.

Era bastante simple, las paredes estaban cubiertas de esas raíces, y el suelo estaba hecho de aquel árbol, al menos era un suelo firme y liso.

— Lo odio. — Dijo el menor mirando a todos lados con asco.

— Recuerda que no estamos aquí de vacaciones, estamos escondiéndonos, ya le haremos algunos arreglos... "Demons" — Dijo para que se cerrara aquella puerta. 

Los 101 Amores de Enoch (Gay, yaoi)Where stories live. Discover now