Pasé saliva, tratando de ordenar las ideas en mi cabeza y aclarar mi garganta, abrí la puerta de golpe, él se dio la vuelta y me miró asustado, guardó silencio unos segundos, me dio una sonrisa fingida y siguió hablando.
– Tengo que irme hermanita – volvió a guardar silencio, supuse que estaba escuchando al interlocutor – aquí está Ana, yo le doy tus saludos, sí, ella también te manda saludos, un beso y mañana hablamos – agregó y finalmente colgó – buenos días cariño – dijo dándome un beso, pero yo moví la cabeza y me lo dio en la mejilla – era Sofia, está de vacaciones en Nueva Jersey.
No le respondí nada, sólo asentí con la cabeza, ¿desde cuándo Jack llamaba princesa a su hermana?, ¿por qué me sentí mal al escucharlo?, si me engañaba yo le estaba haciendo lo mismo, creo que al final lo que duele es el orgullo o quizá yo sola era la que me seguía haciendo rollos extraños en la cabeza por el peso de la culpa, la pregunta era ¿qué sentía yo por Jack?, tenía que encontrar la forma de averiguarlo.
Tomé su cara con mis manos y lo miré a los ojos, se veía nervioso, trataba de esquivar mi mirada y entonces lo besé dulcemente, él titubeo, pero al final puso sus manos en mi cintura y yo corrí las mías hacia su cuello, terminó por abrazarme completamente y el beso se intensifico un poco, yo bajé mis manos a su espalda y de pronto, se escuchó un fuerte carraspeo que nos hizo romper el beso, pero permanecimos abrazados.
– Lamento la interrupción – dijo Christian visiblemente molesto, con el ceño fruncido, recargado en la puerta con los brazos cruzados y los puños cerrados.
– No te preocupes Christian, lo dejaremos para después, ¿verdad amor? – respondió Jack sin soltarme y me dio un corto beso en los labios.
– Pueden aprovechar más tarde cuando Leila y yo vayamos al supermercado – exclamó en tono sarcástico y pude notar como apretaba más los puños.
– Voy a preparar café – dije separándome de Jack y pude sentir la mirada asesina de Christian aun cuando estaba de espaldas.
– Jack, ¿me puedes dar las llaves del Audi?, por favor, ya que tú fuiste el que lo guardó en el garaje.
– Claro, voy por ellas, las dejé en la habitación.
En cuanto Jack salió de la cocina, Christian me sujetó fuertemente por el brazo y me hizo girarme para mirarlo.
– ¿Qué parte no te quedo clara de que no permitieras que te tocara? – recriminó furioso.
– Es mi novio, no puedo rechazarlo todo el tiempo.
– Eres mía Anastasia, sólo mía. Y si no quieres que le tumbe los dientes al imbécil ese, vas a buscarte un pretexto muy bueno para que ni siquiera te mire.
–Suéltame que me estás lastimando, no eres nadie para exigirme nada, recuerda que lo nuestro es sólo sexo sin compromiso, fue fácil conseguirlo y con esa misma facilidad puede acabarse.
– Estás muy equivocada si piensas que te voy a dejar ir con facilidad, me perteneces, no lo olvides.
– No soy un objeto Christian, puedo tomar mis propias decisiones, no lo olvides tú.
Se escucharon los pasos fuertes de Jack y entonces me solté. No supe de donde saqué fuerzas para decirle eso, lo que había entre Christian y yo no era sólo sexo, al menos no de mi parte, y debía reconocer que por un lado me sentía feliz por los celos de Christian, aunque no sabía si los provocaban un sentimiento afectivo o sólo era su orgullo de hombre herido.
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Ardiente Tentación
FanfikceAdaptación de la Adaptación. Créditos a su escritora original. Tres simples reglas a seguir: 1 No nombres. 2 No preguntas personales. 3 No lazos afectivos.