– Debemos regresar al desfile – dije en voz baja.
– ¿Siempre eres así de responsable? – replicó en tono serio.
– Incluso más.
– Escapémonos, te aseguro que nadie se dará cuenta.
– Ni pensarlo, es la gran noche de tu hermana.
– Podrá perdonarme.
– ¿Siempre eres así de terco?
– Incluso más.
– En serio debemos regresar, para mi es trabajo y mi jefe está aquí – insistí poniendo mis manos en su pecho obligándolo a separarse, aunque sentí un hueco enorme cuando finalmente salió de mí.
– Está bien, tú ganas esta vez – dijo entregándome mi ropa interior.
Nos arreglamos las ropas en silencio y le dije que yo saldría primero, no estuvo muy de acuerdo, pero aceptó, no entendía porque era tan descarado. Abrí la puerta y me asomé sigilosamente, me dispuse a salir de ahí y Christian me dio una cariñosa nalgada que me hizo sonrojar, no quise voltear a verlo porque seguro aceptaría escaparme con él y tenía que recordar que estaba en horas de trabajo. Me fui directo al baño a retocarme el maquillaje y ponerme perfume, una amplia sonrisa había en mis labios, él había dicho mi nombre y yo el suyo, no había más reglas y eso me entusiasmo sobre manera, aunque en realidad no sabía que pasaría de ahora en adelante.
Llegué al salón y ocupé mi lugar, pocos minutos después llegó Christian muy sonriente y se sentó al lado de Leila, ella se recargó en su hombro, eso no me agradó mucho, esos dos tenían algo, era demasiada la confianza que se tenían y el acercamiento, además llegó con ella a un evento familiar, uno no lleva a cualquier persona a convivir con la familia, ahí entendí que no debía emocionarme más de la cuenta y si seguíamos teniendo algo él y yo, sería oculto, sin que nadie lo supiera.
El desfile terminó y Mia nos agradeció a Kate y a mí, nos pusimos de pie y todos nos brindaron un fuerte aplauso, Christian hasta se puso de pie muy entusiasmado. Scott estaba sumamente orgulloso aplaudiendo también. Empezó la fiesta y todo mundo se dirigió a la mesa de los bocadillos.
– ¿Dónde estabas Ana? – preguntó inquisidoramente Kate.
– Fui a ver a las modelos.
– Que raro, yo fui allá y no te vi.
– Es que también fui al baño.
– Ah, vale – respondió no muy convencida.
Moví la cabeza negativamente cuando la vi ir a saludar a un chico que la miraba, yo me acerqué a la mesa y busqué algún bocadillo que no estuviera mezclado, pero como no encontré ninguno tomé un pedazo de queso y le di una pequeña mordida.
– Uf, no hagas eso en mi presencia... me trae muy gratos recuerdos – dijo Christian detrás de mí y casi me atraganto, tomé una copa y bebí.
– Quieres provocarme un infarto, ¿verdad? – exclamé dándome la vuelta para encararlo.
– Tú también a mí, no tienes idea de lo sensual que te ves comiendo.
– Estás loco – dije mirando hacia el techo.
– Puede ser, pero, ¿no te fascina? – exclamó guiñándome un ojo.
– Pero, ¿ustedes se conocen? – dijo de pronto Mia parándose frente a nosotros y no supe que decirle, entré en pánico al pensar que hubiera escuchado el comentario de Christian, pero pensé que no tendría esa sonrisa en el rostro.
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Ardiente Tentación
Fiksi PenggemarAdaptación de la Adaptación. Créditos a su escritora original. Tres simples reglas a seguir: 1 No nombres. 2 No preguntas personales. 3 No lazos afectivos.