Episodio 1: Donde la chica vuelve a su cuna.

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Mi infancia es escasa, borrosa.

Lograba ver personas, pero me era imposible divisar su rostro en un laberinto de pinceladas por sus caras. Veía sombras de lo que parecían animales, sin embargo, sus figuras eran inusuales, no naturales.

También podía apreciar a una mujer, alta, de cabellos negros largos, y lo que más recordaba de ella era su mirada azul penetrante, clamando un nombre.

—Inari—cantaba para mí—, mi pequeñita Inari.

Yo solo la veía y sonreía como una niña boba de 3 años, me sentía inmensa y extrañamente feliz al lado de aquella mujer, aunque, ¿Quién era?

—En el bosque te esperaré —entonó muy hermoso—, rogando verte cada noche, en unos cuantos años, tendrás que irte, ¿Volveremos a vernos...?

Su voz sonaba cansada, triste, melancólica.

—Te amaré por siempre, mi pequeña Inari, el ya no verte me mata, pero es parte de crecer.

¿En qué cabeza cabía aquello? Crecer, madurar, ¿Parte del proceso es separarte de quién quieres? Qué vida más dolorosa.

La mujer desaparecía junto con la melodía, ambas se iban apagando al ritmo de la canción, hasta que ella se hubo ido. Algo dentro de mi cuerpo gritaba, arañaba y pedía que volviera, más no lo hacía, esa mujer se había ido, y cada vez que lo hacía, en cada sueño, no volvía a aparecer hasta el siguiente, al día después para cantar nuevamente e irse.

Después de su partida, un sentimiento de soledad me aquejaba, no podía dormir bien en las noches, debía de salir de la cama, rondar por los solitarios pasillos e iba al cuarto de mi hermano para verlo dormir. A él nada lo molestaba mientras dormía, él era el dueño de sus sueños, el rey de aquel sitio, lo cual envidiaba en contraste a mis sueños, en ocasiones raras iba al cuarto de mis padres: la mujer estaba dormida como tronco, pero el varón terminaba algunos pendientes del trabajo a través de una tableta. Una de las veces que ya no pude dormir, bajé las escaleras después de arropar a mi hermano, padre estaba en la mesa del comedor revisando unos papeles, se quitó los lentes y se frotó los ojos.

— Hola, papá —saludé en el último peldaño —, ¿Qué haces despierto?

— Eso debería de preguntarlo yo, jovencita — se levantó de su lugar y caminó a mí para besarme la frente —, ¿Hace cuánto están dormidos?

— Yo me fui hace unas tres horas — respondí sirviendo leche en un vaso y tomando de él—, Chris tiene más de cinco, tal vez seis.

— A ese niño nunca se le acaba la energía — se quejó —, ¿Por qué estás despierta?

— Ese sueño otra vez —señalé lavando el vaso —, van cuatro veces a lo largo de esta semana —se giró a verlo —, ¿Crees que sea normal...?

Hizo una extraña mueca que no pude interpretar, la borró y la intercambió por una sonrisa.

— Ve a dormir, hija —volvió a besar mi frente —, buenas noches.

Extrañada, me volví sobre mis pasos y regresé a mi habitación, no obstante había algo anormal, sentía algo raro, la ventanilla del cuarto estaba abierta y las cortinas ondeaban al son del viento, me acerqué hasta ahí, cerré la ventana y corrí un poco al cortinaje.

Inari — se escuchó susurrar al viento.

Un escalofrío me recorrió toda la espina, una neblina acogió todo el patio, había una persona entre la oscuridad, pero no podía ver su rostro, ¿Acaso padre había salido después de que yo subiera las escaleras? Y si así era, ¿Qué estaba haciendo? No, ese no era mi papá. Él llevaba unos pantalones gris claro, con camisa y corbata, y este tipo iba vestido completamente de negro.

PAUSADA••• |Eldarya•••| Entre pétalos de rosas [Nevra]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora