Sábado. Qué gusto. Sólo dos días sin poder ver a Alana. ¿Qué más se puede pedir? Podré tener muchos amigos, pero ella, aunque no sea mi amiga, es especial, diferente a todos los demás. Su larga melena castaña me vuelve supercrazy. Sus ojos, también marrones, son increíbles.
Paso de contar mi finde, no hay nada especial. Así que ya estamos a lunes, y hasta tercera clase no tendré el gusto de verla durante dos horas seguidas. En clase de inglés no hacemos nada en especial, sólo la miro y me limito a observar su belleza, hasta que me mira, nos miramos, y sostenemos la mirada unos segundos, hasta que se levanta y me desconcentra con su movimiento de su cuerpo que, aunque no es perfecto para todo el mundo, para mí lo es. Hoy he sido un tonto y me he sentado de espaldas a ella, aunque eso no significa que no la vaya a mirar. Una de las veces que me doy la vuelta para mirarla, ella ya me está mirando. Esto que pasa entre nosotros es algo raro, como si nos habláramos con la mirada en vez de con los labios; formulamos palabras que nos transmitimos con tan sólo mirarnos. Esto es sólo mi parecer, quizás a ella no le parezca lo mismo, tal vez sólo me mire como a otro más.
Pasa la hora más larga del día y vamos ya para la clase de Oratoria, en la otra punta del insti. Se me acerca y, como ayer me corté el pelo, formula la siguiente pregunta:
-¿Te has cortado el pelo?
Tonto de mí, que, para su sorpresa, respondo:
-No, es que ayer se me cayó el pelo, así, de repente. ¿Qué cosas, no?
Me enfado conmigo mismo por esa respuesta tan ridícula y tan propia de un idiota. En fin, que llevamos a clase de Oratoria y vi que se sentó encima de la mesa, y mi instinto fue sentarme en la mesa que había justo en frente de ella. Cruzamos miradas y se bajó de la mesa y se acercó a las chicas, Marina y Paula. Me bajé de la mesa y, cuando volvió a su sitio, se subió de nuevo en la mesa. No sé porque soy tan estúpido que me subí otra vez en mi mesa. Es raro, pero era un poco inconsciente de lo que hacía.Llegó el jueves y tuvimos una actividad en la que participaban ambas clases del último curso. Yo representaba al conocido y romántico Bécquer. Tuve que elegir una poesia del libro de rimas del autor, así que escogí la más bonita y romántica para mí: la rima IV. Alana, que se sentaba detrás mía, me pidió que si podía leerla y, claramente, le dije que sí. Estuve muy atento mientras la leía, pues no paraba de mirarla.
La leí delante de todos los compañeros de las dos clases. Me daba un poco de vergüenza, y más si Alana estaba delante, aunque ella ya la habia leído. Comencé a leer y levanté un momento la cabeza del papel y me di cuenta que todos estaban muy atentos a mí. Entonces me fijé en Alana y vi que su mirada brillaba, y brillaba más que nunca. Desde mi corazón le dediqué el poema y, tal vez,mis ojos brillaran como los suyos, pues algo se estaban diciendo, pero nadie lo comprendía. Alana estaba sentada junto a Paula, una de su mejores amigas, y pude ver como se dirigían miradas cuando yo le dediqué los últimos versos del poema a Alana.
Al día siguiente, viernes, volví a leer la rima IV, esta vez delante de alumnos de otros cursos, pero Alana volvía a estar allí, con los ojos igual o incluso más brillantes que el día anterior. Esta vez no la tenía tan al alcance de mi vista, estaba tapada por un muchacho de penúltimo curso pero, aún siendo así, conseguí tenerla delante mía, pues me puse en un lugar estratégico para poder tener su mirada al alcance de la mía, sólo y únicamente para que nuestros ojos pudieran hablarse entre ellos. Comencé a leer y, hasta el último verso del poema no levante la mirada del folio. Y allí estaba ella, mirándome, con su penetrante mirada color castaño. Me fui a sentar y noté que ella me seguía con la mirada. Tocó el timbre y todos volvimos a clase. Ella al exámen de Historia y yo, a la divertida clase de Literatura. Me pasé toda la hora pensando en si todas aquellas miradas significaban algo para ella, o simplemente eran miradas.-¡Ángel!- me gritó la profesora, saliendo ya de la clase, pues había pasado una hora más de mi vida pensando en Alana y la clase había llegado a su fin.
-¿Sí, maestra?
-Acompáñame, tenemos que hablar de una cosa.
La acompañé sin rechistar, pero no sabía de qué tendríamos que hablar porque, que yo supiera, no había hecho nada malo. Llegamos al Departamento de Literatura y allí estaba Alana, sentada en la silla que había, esperando a la profesora.
-Bien, Ángel, como he dicho en clase, estamos ya en el Realismo y, como te encanta representar autores y pintores del pasado, he pensado que podrías representar esta vez a Benito Pérez Galdós, autor de Fortunata y Jacinta. Su pareja, Emilia Pardo-Bazán, también era escritora y, como este año estamos reivindicando el papel de mujer más que nunca, Alana será quien represente a la duquesa, así que os dejo aquí y ya buscáis la manera de representarlos. El encuentro literario tendrá lugar el día 20 de Diciembre, así que apresuraos a prepararlo todo lo antes posible, por favor. Me marcho y en media hora vuelvo para ver lo que lleváis preparado.
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Intangible
RomanceUna pequeña historia sobre cómo llegar a enamorarse como un tonto de una chica a la que ni siquiera conoces. Sólo sabes cómo se llama, que vive en tu calle y que ahora sois compañeros de clase.