Capítulo 1

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Estaba sentada en el sofá como de costumbre, bueno, más bien tirada, mi cabeza colgaba al revés y tenía los pies en el respaldo balanceándolos sin pensar, tenía el teléfono en el oído y hablaba con Andrea como si no lo hubiera hecho hace años, pero lo había hecho la noche anterior, alguien entró a la sala y lo pateé por casualidad.

-Ouch, es mi casa también – dice una voz masculina más que conocida, lo miro de reojo y le saco la lengua, papá era lo más parecido a un hermano molestoso, cabello castaño y liso que ya iba desapareciendo por los 39 años, alto, de contextura normal y sonrisa juguetona, ojos cafés con destellos verdes que se hacían intensos dependiendo el día, era esto casi la única característica que compartíamos.

-Silencio – le dije - ¿Aah? - Me contestaron por la línea – No nada Nini, era para papá – contesté y oí un suspiro cuando la llamé por su apodo familiar Nini, totalmente odiado por mi mejor amiga Andrea.

Papá prendió el televisor y comenzó a cambiar de canales, mientras mamá entra a la sala con Augusta en los brazos, y la deja en medio de los sofás, coloca una fuente con papas fritas en la mesa de centro, las tomaría pero estoy aún de cabeza y la sangre me bombea, mi hermana  nos mira y papá comienza a hacerle caras raras, ruedo los ojos y continuo hablando, mi hermana pequeña comienza a gritar y papá se ríe con ella.

-Papá, estoy al teléfono, podrías guardar silencio – digo mientras tapo el micrófono del teléfono en mi mano.

-Podrías dejar eso y pasar un rato en familia no, hablar de el clima no sé – dice mientras levanta a Augusta en sus brazos y reí – Además, la cuenta de ese teléfono me costará la mitad del sueldo – terminó mirándome con esa mirada tan típica de estoy-bromeando-pero-hablo-en-serio.

Miro con cara de suplica pero sé que no sirve.

-Hey, Nini, tengo que colgar, papá se puso como tú sabes – la mirada de mi padre se posa en mi con una ceja levantada – se pone cariñoso – termino y ambos nos sonreímos, típico de nosotros.

-Claro , claro, mándale saludos a todos y muchos abrazos a Augu, ojalá todo mejore y busca amigos, te quedan dos meses de verano – suspiro cuando escucho esto – dios que suerte tienes – me repite – solo disfrútalo , acá hace un jodido calor, y no te olvides de mi, y llámame y cuéntame todo, eres mi mejor amiga por siempre, y no me abandones – sonrio al escuchar lo que ya me dijo miles de veces, pero me gusta que lo haga.

-Tranquila, yo estoy peor que tú, trataré de socializar – rió al escucharme – ojala la escuela esté bien.

-No pienses en eso – grita Nini desde la línea.

-Lo sé, lo sé – contesto – es que tú sabes que soy una nerviosa.

Comenzamos a reír de nuevo y papá se entromete.

-Mi dinero, mi dinero – dice haciendo una mueca como si le doliera el corazón – le voy a deber un órgano a la empresa de telefonía.

-Exagerado – respondo riéndome como lo hace Augusta sentada en el piso – Bien, me voy, acá son las 14:50  ¿y allá? – pregunto.

-11.50, debo ir con papá al súper – me dice mi amiga – se le acabó la cerveza y quiere ver el final del mundial, a propósito ¿Qué no están emocionados? – termina riendo.

-Papá, pregunta Andrea si estás emocionado por el juego – le dijo mientras acerco el teléfono para que Nini escuche.

- Claro Alemania es como mi segunda patria – dice mientras toma el control remoto y comienza a cambiar la tv, todos reímos del comentario.

-Bien, hablamos mañana, te parece? – le dijo a Nini con la voz cansada y mi mano se duerme tanto sostener el teléfono.

-Claro, un beso y ¡suerte para Germany! – me grita cuando cuelga.

Me quedo tirada al revés un rato más hasta que empiezo a ver borroso, observo a mi papá cambiar la tv, no entiendo nada de lo que dice, me aburro rápido, giro y me siento como la gente, miro el bol con papas, lo acerco a mí y comienzo a comer, no digamos que un poco, como lo hacen los chicos según Andrea, pero no lo evito, me gusta la comida. Noto la mirada de alguien, Augusta me mira con una mueca desde el piso, y le sonrió como tonta.

-Si Augu, tu hermana está a dieta – dice mi papá dirigiéndose a mi hermana que ladea la cabeza porque no lo entiende.

-La dieta es para débiles – le digo mientras tomo un último puñado de papas y salgo de la sala disparada.

Entro a mi nuevo cuarto y todo sigue en cajas, la cama esta desecha, hay dos cosas que me gustan de este nuevo lugar, primero, que las ventanas son gigantes y eso es asombroso porque desde mi cama creo tener la mejor vista de mi barrio y la segunda, es que tengo baño privado y eso si que es  asombroso.

Me gusta todo de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora