Capítulo 9

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Me alejo de él abrumada por su cercanía, abro otra lata de soda y me paro a recorrer su departamento, él solo me sigue con la mirada, camino a las ventanas y la vista era realmente genial, una pared de vidrio separa la cocina y puedo ver mi reflejo, dejo la lata en una mesa y me echo el cabello hacia atrás, saco una liga que llevo en la muñeca.

-¿Qué haces? – me dice Manuel, desde unos metros, mientras me volteo y lo miro con cara de no-es-obvio - me gusta tu cabello suelto.

- Pues a mí no tanto – le contesto, me giro y le saco la lengua.

Él se ríe al instante – eres muy jodida – me responde.

-No tienes idea donde te metiste Manuel Neuer – le digo palmeándole el hombro.

- Ya sé por qué no tienes novio – me molesta.

-Hey – le chillo y comienzo a pegarle manotazos suaves en forma de broma – eres muy mierda conmigo – le digo y él toma mis manos desde las muñecas para que no le siga golpeando, se me queda mirando.

- Pero tú si tienes novia – le suelto y me arrepiento de nuevo.

-No – me dice sereno.

Entrecierro los ojos – claro que sí, eso sale en internet – confieso con una sonrisa tonta en el rostro.

-¿Leíste mi wikipedia? – pregunta riéndose.

-Quizás  - contesto uniéndome a él.

-Kathrin es una amiga, digo, éramos novios, pero eso se termino en 2012, nunca lo confirme ante la prensa, pero ella y yo somos muy amigos, nos conocemos desde los 5, entonces me conviene que la prensa diga tengo una pareja estable, así no se inventan rumores – me explica.

-Vale – dijo riéndome – te creo – le digo procesándolo - ¿Entonces eres un mujeriego? – le pregunto riéndome.

-No, soy un chico profundo con el que puedes conversar – me dice riéndose de mí.

-¡Eres un jodido idiota! – le grito mientras me acerco y le tiro cojines y él se retuerce para que no le lleguen en la cara – ves, lo de los futbolistas era cierto – le digo comprobando mi teoría.

-No es así – me pelea – los futbolistas son un estereotipo, somos distintos el uno del otro, hay algunos que encajan con eso de las modelos, como Mario por ejemplo – me cuenta y nos reímos – pero los demás son bajo perfil.

Cruzo los brazos sobre mi pecho y finjo estar enojada.

-Que obstinada eres – me dice pegándome en el hombre – Thomas Müller ha dicho que eres guapa.

-¿De verdad? – le pregunto porque no me lo creo. Manuel asiente.

-Bueno, si no estuviera casado – digo analizándolo – rompería la regla de los futbolistas.

-Hey – me dice él y comienza a hacerme cosquilla.

-Basta –le chillo- ¡Ya Manuel! – le digo intentando no reírme, pero él no para – ya, por favor – chillo de nuevo, me pone nerviosa sentir sus manos sobre mí.

-Ya – me dice separándose de mi – entonces dime – toma una pausa y se moja los labios, dios mío no había visto algo más sensual en el mundo entero - ¿aún te interesa el tema de mi soltería? -  me pregunta con una sonrisa traviesa en el rostro.

Me doy cuenta como mis mejillas comienzan a ponerse rojas y no sé qué decir, abro la boca pero nada sale, en ese momento nos interrumpe un sollozo, Augusta, recuerdo, me paro rápido.

-Te ha salvado eh– me dice por lo bajo Manuel cuando le bruzo por al frente.

Voy a la otra parte de la sala y la tomo en mis brazos, me giro y lo miro – Es mi hermana, se supone que esas cosas hace – le digo y le saco la lengua.

Miro mi reloj de muñeca que fue regalo del cumpleaños pasado – mierda, son las diez – tomo a Augusta que está despertando en mis brazos, y saco mi teléfono para ver si tengo alguna llamada perdida, nada, bueno, supongo que a mi madre no le importa que un astro futbolista secuestre a sus dos hijas.

Veo a Manuel tomar su billetera y sus llaves y caminar hacia la puerta, lo miro pero no me muevo.

-Vamos – me dice y mueve la mano para que avance.

Bajamos a la cochera y Manuel toma su auto y nos subimos.

-Vivo a cuatro cuadras – le remarco – esto es totalmente innecesario.

-Emily, son las 10 de la noche, sé que es Alemania pero las cosas malas pasan igual – me retó, se parecía al papá estricto que nunca tuve – bien, son dos niñas caminando solas de noche, no me digan que es innecesario.

Me quede boquiabierta - ¿Dos niñas? – remarqué con la voz dura, joder, me costaba pero estaba enfadada, intentaba realmente no estarlo pero, me molestaba que él me considerara una niña, me molestaba en serio.

-Bueno, una chica – se corrige mirando el camino y luego me pega una mirada rápida - ¿No te enojaste verdad?

Yo estaba seria en el asiento del copiloto con mi hermana en los brazos que iba saltando en mi regazo. Lo ignoro.

-Joder ¿de verdad? – me pregunta incrédulo.

-No estoy enojada Manuel – contesto con la voz seria y calmada.

Avanza y para el auto afuera de mi casa.

-Ya, lo siento – me dice girándose para mirarme – es que no sé, me sale el instinto protector.

Yo no hablo, estoy callada mirando a Augusta, ella me sonríe, se sienta en sus rodillas y me mira y chilla Emily, Emily, Emily, Emily.  Muchas veces y nosotros continuamos callados.

-Es muy callada – le cuento a él – pero hoy no sé lo que le sucede – concluyo y me roba una sonrisa.

-No quiero que te enfades conmigo – me repite él.

-Ya te dije que no me enfado – le contesto – hace un calor de mil mierdas – digo para romper el hielo y cambiar el tema y aprovecho de taparle los oídos a Augu con el miedo de que pueda repetir una grosería que diga.

-Es el verano en Múnich – me explica – una ola de calor que se siente solo en julio. Nos quedamos en silencio y estoy incomoda, y es que estoy enfadada.

-Te invito a la piscina – me dice rápido – y no voy a aceptar un no por respuesta.

Levanto una ceja ante su declaración.

-Bueno si acepto un no, pero no lo quiero – me lanza. Y me derrito por dentro ante su insistencia, y lo miro a los ojos y aunque esta oscuro, puedo ver su mirada expectante.

-Vale – le digo sin mucha emoción, y me enojo conmigo misma por enfadarme con él.

-¿Puedes el jueves? – me pregunta con una sonrisa.

-Déjame revisar mi agenda, mi vida social es tan amplia, pero creo que puedo hacer un espacio para ti – le contesto y terminamos riéndonos.

-Bien – me dice.

-Bien- contesto.

-¿A las 3 está bien? – pregunta. Yo solo asiento.

-Entonces, nos vemos supongo – digo arreglando la ropa de mi hermana, para salir del auto. Entonces lo miro y me está mirando en silencio – Adiós – digo acercándome para besar su mejilla.

Pero nos quedamos cerca, y puedo sentir su calor y él es perfecto aun desde un plano cercano,

-No quiero estar mal contigo ¿sí?– me confiesa ahí, tan cerca de mi – yo sé que no eres una niña – me dice y se acerca un poco más y deja un beso en la comisura de mis labios, trato de recuperar la respiración pero no estoy segura si lo logré.

-Adiós – digo antes de bajar del auto, camino con mi hermana en los brazos y entro a casa, me quedo detrás de la puerta hasta que siento que su auto arranca. Me toco los labios del asombro y trato de procesarlo y guardar ese momento dentro de los que no tengo que olvidar nunca jamás.

Me gusta todo de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora