Capítulo 6

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Juro que nunca quise que un fin de semana  pasara tan rápido, planes para el sábado:dormir, comer, tirarme en el sofá, hablar por teléfono, jugar Just Dance, comer de nuevo, dormir.

El del domingo era prácticamente lo mismo.

Miré el reloj avanzar y avanzar, cuando fue lunes por la mañana amanecí con una sonrisa en la cara,  salgo de la ducha, me miro al espejo y digo, vamos no se fijaría en mi, digo, no soy un monstruo, pero soy una niña, claro.

Pero podemos ser amigos, si, eso puede funcionar, amigos.

Me sonrío como intensivo a mi misma, el partido es a las 6pm, son las 11am, así que me relajo, veo tv y suena mi teléfono. Es Andrea.

-Voy a contarte algo pero tienes que prometer que creerás cada palabra porque te juro que es impresionante y pensaras que te miento pero papá y mamá son testigos.

- Ya suéltalo – me contesta mi amiga.

Cuanto la historia con lujo de detalles incluyendo la parte que mis papás no presenciaron.

-¿Estás jugando? – me chilla Andrea – Jodeeeer.

-Te lo juro, te lo juro – le contestaba tirada en el sofá mientras mi hermana me tiraba el cabello - tiene un acento alemán tan lindo – confieso y  Nini grita desde la otra línea.

Mamá aparece desde la cocina y me quita el teléfono, le hago una mueca de qué-haces

-¿Aló Andrea? – Le dice mi mamá emocionada – te lo juro, yo lo vi, es que no lo crees – le chillaba a mi amiga y yo las miraba perpleja con una sonrisa en la cara – es más guapo aún que en televisión.

Gritó con Andrea en el oído una media hora más, comienzo a ponerme nerviosa, almuerzo pasta y corro a mi cuarto, empiezo a pensar como típica chica adolescente. ¿Qué me pongo?

Salgo corriendo a la sala, me resbalo y casi caigo, papá come una manzana mientras está tirado en el sofá viendo ¿Quién quiere ser millonario? versión alemana.

-Papá – digo agitada y me mira preocupado.

-¿Qué hiciste? – contesta dejando la manzana de lado.

-¿De qué color es el Bayern Múnich? – le pregunto y pienso que formule mal la pregunta, él duda un minuto en entenderme, luego se ilumina y hace una mueca molestosa.

- ¿Rojo? – contesta y salgo corriendo de nuevo.

-Gracias – grito casi llegando a mi cuarto.

Busco entre las cajas, rojo, rojo, rojo, pero nada. Después de que busco y pruebo, desisto porque nada se ve bien, termino eligiendo algo típico de mi, y eso me hace sentir mejor. Llevo shorts de tiro alto que terminan un poco antes de mi cintura, color negro, un top rojo oscuro pegado al cuerpo, que deja ver una parte de mi vientre, el ombligo, zapatillas converse de caña baja blanca, me aliso el cabello un poco y se nota más largo, hasta la cintura casi, algo reseco.

No llevo bolso ni nada, mamá usa jeans y papa igual, mamá una blusa negra y papa una camisa del  Bayern que nunca en mi vida había visto.

Llevo a Augusta en mis brazos, linda como siempre y pienso por qué no soy como ella, salimos de casa y tomamos el auto.

Discutimos de cosas interesantes en el camino, como de las tonterías que trajimos desde la otra casa, como le enseñaremos alemán a Augusta o la mostaza dulce que los alemanes aman pero es asquerosa.

-Bien chicas – dice papá – con ustedes la Allianz Arena, estadio del Bayern Múnich – miro con la ventana, un estadio gigantesco, enorme, y blanco, con una forma extraña, yo digo que parece una liga para el cabello gruesa, de esas que no se rompen jamás, y blanca.

Me gusta todo de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora