CAPITULO 2

29 4 14
                                    

Luego de levantarse, Shawn sacó un palo de su mochila. Esos típicos palos que usan las personas que no ven. Comenzó a alejarse y de pronto paró en seco. -¿No vienes?- preguntó y sacudí mi cabeza sacándome de mi burbuja de pensamientos.
Shawn era hermoso.
Su cabello se veía suave y sedoso, aparte de que era castaño. Sus ojos, aunque no podían ver, eran de un color casi miel, su piel era blanca y me daba curiosidad sentirla, pues se veía tan suave.

-¿Olivia?- insistió

-Ya voy.-dije recogiendo mis cosas del piso y corriendo detrás de él. Por un momento agradecí que sea ciego para que no me haya visto correr.
Me veo más horrorosa corriendo.

Ahora que sé que este chico no ve, no sé como comportarme al respecto. No lo conozco como para saber si necesita ayuda en ciertas tareas tan fáciles como abrir una puerta o cruzar la calle. No me atrevía a preguntar, no quería decir algo que lo vaya a hacer enojar. Soy la mejor en hacer enojar a las personas.

-¿Starbucks está bien?-pregunté asegurándome que mi elección de cafeteria estaba bien.

-Realmente el café no me importa, solo quiero hablar. - me miró. - Si eso está bien.

Por impulso tomé su brazo para que evitara chocar contra una ancianita mientras caminabamos. De repente me doy cuenta de lo alto que era, siquiera me llevaba una cabeza y media. Me pregunto si alguna vez se ha caido.

-¿A quién iba a golpear?-me preguntó susurrando acercando su boca a mi oído.

-Una ancianita hobbit.-comenté.
Ahí vamos otra vez. Me arrepentí de mi infantil comentario y justo cuando pensé que me diría lo tonto que sonó eso, Shawn rió.

Por primera vez lo ví reír.

Su risa era un sonido mágico, contagiador. Despertó un cosquilleo en mi estómago que no podía describir.

-¿Por qué aún sostienes mi brazo?-Shawn preguntó divertido y miré mi mano aferrada a su brazo con la cara roja de la verguenza.

-Lo siento, me olvidé de soltarte. -dije quítando mi mano de él.

-No lo hagas.-dijo parando de caminar para acto seguido tocar nervioso el aire hasta encontrar mi mano y dirijirla a su brazo.

Sonreí, pero no normalmente, más bien parecía el gato del país de las maravillas.

Me dí cuenta que ya nos encontrabamos fuera de Starbucks, así que guié a Shawn dentro.

Mi cara palideció al notar quiénes estaban allí.

Todo los chicos del equipo de hockey y sus novias estaban sentados en unas mesas.
Al entrar con Shawn y mi brazo engachado a él, desperté sus miradas en mí.

-¿Por qué no estamos sentándonos? ¿Qué pasa Olivia?- Shawn preguntó y yo solo tragué saliva y nos dirijí a una mesa alejada del grupo.

-Hay personas en este lugar que no me agradan, solo es eso.-dije tratando de calmarme.

Pero el hecho es que no podía. Verlos aquí me daba pavor. Esas personas me hacen daño, todos los días. No hay un día que no me molesten física o verbalmente.
Una lágrima se escapó de mis ojos y rogaba que Shawn no me haya escuchado sollozar.

-¿Estás llorando?-dijo inclínandose hacia mí.

-No.-negué y Shawn bufó.

-Soy ciego, no sordo. -Dijo apretando sus cejas. -¿Que te pasa? -No contesté.-Olivia...

-Los bullies están aquí, Shawn.-solté y Shawn se sorprendió.-De seguro me molestarán respecto a esto mañana.

Uh, eso no sería nada fácil.

-¿Respecto a qué?-lo miré con desgano y luego recordé que no me veía.

-A nosotros, tú y yo, juntos, entrando de la mano.-dije tomando mi cabeza entre mis manos.

-No estabamos de la mano, estabamos del brazo.-corrigió.

No sé por qué reí, no es como que su comentario me haya hecho sentir mejor.

-¿Sabes qué?-Shawn tomó mi mano. -No los dejes hacerte daño, Olivia. Si crees que no hay nada que puedas hacer, eres cobarde.-Shawn la apretó.-Tienes que ser fuerte y aprender a defenderte, tú y yo sabemos que no hay nadie que venga por nosotros a salvarnos, nosotros debemos hacerlo.

Otra lágrima corrió por mi rostro y mágicamente Shawn dió con ella y la espantó con sus grandes manos. Manos de guitarrista.

-¿Tocas la guitarra?-creí que sería cruel preguntar algo como eso a un chico ciego pero si quería cambiar y ser fuerte, debía primero dejar de pensar seis mil veces mis acciones.

Shawn sonrió y asintió. -Aprendí a tocar antes de perder la visión. Mi madre adoraba hacerlo y me enseñó. Al perder la vista no dejé de hacerlo y poco a poco aprendí a manejar la guitarra mejor y sin ver. Al fin y al cabo ciego o no, al tocar la guitarra no siempre ves las cuerdas, sientes las cuerdas, los trastes, haces rasgueos y aprendes acordes mediante la posición de tus dedos. Ver no es necesario.-Shawn explicó moviendo su mano derecha la cuál se encontraba desocupada, ya que su mano izquierda seguía aferrada a la mía.

-¿Cómo lo notaste?-preguntó.

-Tus manos son gigantes Shawn, reirías al saber que mis manos son diminutas al lado de las tuyas.-dije mientras enderezaba su mano de tal manera que con la suya y la mía sea posible comparar tamaños.

Shawn sonrió de nuevo. -Lo sé, puedo sentirlas.

Y esa fue mi primera noche de amistad con Shawn...aún no sé su apellido, y realmente desearía nunca haberlo hecho, su dolor era el mío también, y el desprecio que sentía por su padre hacía que se odie a si mismo. Y yo no quería eso, Shawn merecía ser amado, el merecía ser capaz de amar también.

You Saved Me/Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora