• Capítulo II •

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A la mañana siguiente desperté en mi cama pero... ¿cómo llegué ahí ?
Sentí un fuerte dolor de cabeza, llevé mi mano hacia mi frente y pude sentir una leve contusión en el lado derecho acompañada de un poco de sangre seca.
¿Será que fue solamente un sueño? Imposible! Fue demasiado real, y el golpe lo comprobaba.

Me levanté con un poco de dificultad, sentía mis músculos muy tensos y adoloridos, tal vez por el miedo y la adrenalina de la noche anterior.
Caminé hacia el baño y enjuagué mi frente con un poco de agua y lavé mi cara para despejarme y aclarar mis pensamientos.

¿En verdad había vuelto después de tantos años?¿Cómo era posible?¿Se suponía que nunca lo volvería a ver?¡Él había desaparecido! ¿Otra vez? Maldita sea!

Rápidamente fui de vuelta a mi cuarto y no se encontraban los trozos de la lámpara que estaba rota en el suelo ¿se tomó la molestia de levantarlos?,
corrí la cortina y enseguida encontré una pequeña nota pegada al cristal de la ventana:

Hola Zarina
Espero que nuestro encuentro haya sido de tu agrado, no lo esperabas ¿Verdad? Te seguiré visitando por las noches
Ah! Se me olvidaba...Te dejé un pequeño obsequio en la cocina, corre! Ve por el! Es para que me recuerdes
Atte:... Ya sabes quién

Quedé blanca como una hoja de papel, las manos me temblaban y la frente me sudaba como nunca.
¿Que quería decir con que me visitaría estas noches?
Si lo que me hizo anoche fué traumante, no quería ni imaginarme lo que me haría después de hoy
¿Y un obsequio? Eso era lo que menos quería por parte de él.

Me dirigí a la cocina tan lento como pude, y a medida que me acercaba percibía un olor nauseabundo que se hacía cada vez más fuerte.

Mala señal

Tan pronto como estuve en el marco de la puerta, tome aire y entré, y lo que vi no se comparaba ni a mis más profundas pesadillas.
En el mesón había un conejo muerto, le faltaba una oreja, su estómago estaba abierto y adentro de hallaban los pedazos de la lámpara, no tenía ojos y su boca se encontraba llena de tierra, sin mencionar el charco de sangre que había bajo el.
La escena era tan horripilante que no me dejó más opción que vomitar.
¿Qué era lo que quería?¿Matarme?

No, no se lo iba a permitir

Si no lo enfrentaba, en unos días me vería igual que este conejo.

Era hora de acabar con esta estupidez


†JUNTO A MI VENTANA†Donde viven las historias. Descúbrelo ahora