• Capítulo V •

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Maldición!

Había regresado y ni siquiera me había preparado para sobrevivir a su encuentro ¿Cómo puedo ser tan idiota?Es mi vida la que está en juego!

Rápidamente cerré mi laptop pues la luz que emanaba me podría delatar y decidí dirigirme hacia mi cuarto cerrando la puerta con seguro, tomé un bate de béisbol y me senté en la cama guardando el mayor silencio, casi evitando que mi respiración sonara.

Pude sentir que él golpeaba la puerta de entrada con más fuerza, juraría que estaba a punto de derrumbarla.

Sin darme cuenta, lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos y pequeños sollozos salían de mis labios, pero tuve que obligarme a calmarme y concentrarme en la situación.

Mis pensamientos sobre la puerta no habían sido en vano, pues un sonido ensordecedor indicaba que había roto la entrada y había logrado entrar

Mierda

Pude sentir sus pasos por toda la casa buscándome, hasta que se detuvo frente a mi cuarto, apreté mis ojos con fuerza rogando al cielo que no se le ocurriera entrar, y supongo que algún ángel me oyó porque siguió de largo en dirección a la cocina.
Pero la tranquilidad no duró mucho pues mi móvil comenzó a sonar

Mierda, mil veces mierda

Era mi madre, vaya!, nunca me llamaba, ni siquiera sabía en donde vivía, y tuvo que llamarme justamente a la hora menos indicada y en el peor momento cuando mi vida estaba en riesgo, vaya suerte tengo!

Traté de cancelar la llamada en vano, pues mis manos temblaban de miedo y en un segundo sentí su presencia de nuevo frente a mi puerta. Una extraña sensación me invadió por completo, una energía pesada se apoderó de mi ser y juraría que me sentía cansada, esto ya lo había experimentado antes pero... ¿cuándo?...en fin, tenía que escapar de allí cuanto antes.

El pomo de la puerta comenzó a girar con intención de abrirse y mis nervios estaban a flor de piel, así que decidí pararme a un lado de la entrada para que cuando pasara darle un golpe con el bate.
No tardó mucho en abrirse y con todas las fuerzas de mi alma arrojé el bate contra su cabeza, solo consiguiendo tumbar las gafas que cubrían sus ojos, puesto que en un movimiento ágil de su mano, logró detener el golpe en el aire.
Su mirada se cruzó con la mía y pude observar que sus ojos eran de color negro al igual que sus abundantes pestañas. Quedé hipnotizada por un instante, lo suficiente como para que él arrebatara el bate de mis manos y me devolviera el golpe dejándome inconsciente al instante.
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Comenzé a despertar algo mareada, pude sentir mis músculos tensos y no los podía mover.
Pasé mi mirada para saber en dónde me encontraba, y para mi sorpresa continuaba en mi casa, sólo que esta vez en la sala de estar.
Observé mi cuerpo y noté que estaba sentada y atada en una silla del comedor y una cinta gruesa cubría mi boca.
Traté de soltarme, pero me fue imposible pues los nudos estaban realmente bien ajustados y solo conseguí caer al suelo haciendo un pequeño estruendo, lo suficiente para llamar su atención y en un instante él
apareció frente a mí.
Se sentó en el sofá mientras comía una barra de cereal, seguramente la había tomado de mi alacena y pude ver que llevaba un cuchillo de carnicero en su otra mano.

Oh! Dios

Mis ojos se inundaron haciendo mi visión borrosa y una lágrima rodó por mi mejilla.
Él se puso de cuclillas para estar más o menos a mi altura y con su dedo índice limpió mi rostro.

-Shhh! No llores princesa, aún no es la hora de que lo hagas, aún no comienza la diversión.

†JUNTO A MI VENTANA†Donde viven las historias. Descúbrelo ahora