• Capítulo IV •

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- ¿Espera qué?
- Tal y como lo oyes, necesito que me ayudes a capturarlo, es increíble, pero tengo miedo y necesito hacer esto y no puedo hacerlo sola

Laura tenía una cara de confusión como nunca la había visto, tenía los ojos abiertos y hacía movimientos extraños con sus manos.

- Zarina, ¿segura que estás bien de la cabeza? Creo que ese golpe te dañó algo en tu cerebro

- No estoy mintiendo!- dije algo exaltada, hace unos segundos me dijo que podía contar con ella y ahora me trataba como a una loca

- Si ajá- dijo rodando los ojos- ¿Sabes?Creo que ya me voy, estoy algo cansada y estresada, además tengo que ir a cerrar la ventana de mi cuarto, no vaya a ser que el coco entre también a mi casa y me golpee contra una pared- dijo Laura con sarcasmo

-Bien, ¡vete!- dije mientras la empujaba hacia la puerta principal- Creí que eras mi amiga y que me ayudarías en las buenas y en las malas, ya veo que no debo confiar en nadie, ¡Con estos amigos para qué enemigos!- le dije mientras cerraba la puerta en su cara

Me dirigí a la cocina a prepararme un sándwich, apagué todas las luces de la casa y me senté a comer en mi sofá mientras pensaba en qué debía hacer esa noche para no salir lastimada de nuevo si él regresaba, pues en la nota que me dejó decía que el vendría a visitarme y la verdad no quería terminar con otro golpe, o... incluso peor.

Tomé mi laptop y abrí el navegador, comenzé a buscar historias o leyendas urbanas sobre esta clase de casos y me percaté que no solo me ocurrían a mí, sino que desde antes de la edad media se encontraban los primeros registros de esta clase de apariciones en aldeas pequeñas. Todas las historias que leía, concordaban con los sucesos que me habían sucedido, entre los cuales se encontraban violencia, agresión y ante todo que estos "seres" acechaban después de la media noche, justo como pasaba desde que tenía uso de razón.

Algo que me llamó la atención fue que no hacían acto de presencia si no tenían un motivo o querían algo en especial de la persona a la que escogían para atormentar y no se marchaban hasta conseguir lo que deseaban. Además atacaban más que todo a niños y los dejaban lesionados, pero....él jamás me puso un dedo cuando era pequeña, entonces ¿por qué razón viene a lastimarme cuando ya no soy una niña? Ya soy una mujer!

No entendía nada,la cabeza me daba vueltas y tuve que sostenerla con mi mano para evitar caerme.

Me encontraba tan sumida en mis pensamientos que no me di cuenta que ya faltaba un minuto para que fuera la media noche, y en cuanto el reloj marcó las 12 alguien tocó la puerta

-shhh!- dijo él entre burlas mientras hacía sonar sus uñas contra la puerta

†JUNTO A MI VENTANA†Donde viven las historias. Descúbrelo ahora