Me mantuve en el piso llorando en silencio mientras Bruce me gritaba mil groserías, mientras se jalaba el cabello con ambas manos y golpeaba los casilleros y todos a su alrededor.
Me mantuve con los ojos fuertemente cerrados hasta que se fuera, y me mantuve así hasta que todos en el instituto desaparecieran, hasta que no quedaran ganas de llorar y hasta que la sangre en mi herida dejara de fluir y se secara. Finalmente me levanté con el cuerpo entumecido y a dolorido, saqué el móvil de la parte trasera de mis vaqueros y divisé las llamadas perdidas de Maddy.
"Linda, llámame por favor."
Decía uno de los cientos de mensajes que me había dejado a lo largo de toda la tarde, pero ninguna era de Bruce. caminé por los oscuros pasillos del instituto en vista de que había permanecido ahí hasta que la oscuridad de la noche lo había cubierto todo.
Tomé un taxi y al estar en mi casa lo único que quería es descansar, subí a mi habitación y llené la tina de agua caliente, los golpes y morados en mi cuerpo no soportarían una temperatura fría. Me miré al espejo y pude notar la herida aún abierta en la comisura de mis labios rojos por el frío, mis ojos hinchados y el morado en mi brazo.
Me quité la sudadera y aunque mi cuerpo no tenía moretones, excepto por el muslo, dolía todos cada uno de mis huesos. Me metí a la bañera con cuidado y dejé que las lágrimas limpiaran mi alma al igual que el agua lo hacía con mi cuerpo.
BRUCE
Maldición, mil veces maldiciones. No lo soportaba, todo en mi era capaz de explotar en cuanto se tratara de Megan, quería hacerlo todo bien pero terminaba enbarrandolo como mierda.
Después de aquel suceso llegué a mi departamento, no me importaba nada, no quería saber nada tan solo me dejé caer en el sofá con mi cabeza llena de frustraciones recargada en el espaldar. Tantee mi chaqueta de cuero negro con un par de golpecitos en el bolsillo y saqué un poco de polvo, los cigarrillos no era suficiente, necesitaba algo más que eso.
Lo puse sobre la mesa en pequeñas largas filas y empecé a absorberlo todo para luego limpiarme los orificios de la nariz con el dorso de mi mano, la ira finalmente se había ido, Megan aparecía en mi mente como un ángel. Un pequeño ángel que había llegado a mi vida para darme sentido. He sido una mierda siempre, ella sola y pequeñita no podía lograr calmar a una bestia como yo.
Aunque lo lograba por corto lapsos de tiempo.
Prometí que no la volvería a tocar y lo hice, prometí que no mentiría y mi promesa fue un puta mentira. ¡Joder! He prometido tantas cosas y no se como es que ella sigue conmigo a pesar de todo el daño que le he hecho.
Tomo mi móvil y reviso todas las llamadas perdidas de ella y un mensaje que me había enviado mucho antes de que llegara al instituto y sucediera nuestra pelea.
"Amor, tengo que contarte algo que te va a encantar. ¡Te amo!"
—Ella me ama...— dije aún mareado por la droga y los ojos rojos intentando leer bien el mensaje de texto. — y yo soy un maldito pijo. — apagué el móvil y me serví un poco de alcohol en un vaso.
Salí al balcón y encendí un cigarrillo para fumarlo mientras doy sorbos a mi vaso y pienso en que en estos momentos Megan debe estar odiándome, las ganas de tomar el móvil y llamarla me invaden y finalmente mi impulsividad gana y lo hago. Doy un sorvo más y una calada a mi cigarrillo mientras llevo el móvil a mi oído.
Pero su móvil está apagado, no contesta mi llamada y la ira vuelve a apoderarse de mí, lanzo el vaso ya casi vacío contra la pared de la sala de estar y doy una patada a la mesita de centro provocando que esta se voltee. Me voy contra el mostrador donde descansan todas las bebidas alcohólicas y las derribo con un solo brazo mientras suelto un rugido de frustración.
—¿¡Qué quieres de mí, Megan!? — grito mientras caigo de rodillas en medio de la sala de estar. —Te amo, maldita sea...
Mi cuerpo cansado cae sobre la alfombra y me dejo llevar por el sueño que me invade, me olvido por completo de mi vida y de la droga que en estos momentos recorren mi venas incapaz de hacer algo por mi mismo.
A la mañana siguiente todo viene a mi mente de golpe, busco mi móvil e intento llamar a Megan pero no contesta, intento comprender, entiendo que es culpa mía pero ella debe escucharme.
Me doy una ducha rápida, me cambio de ropa por una limpia y salgo en busca de ella, subo a mi convertible y me percato de que no le he puesto gasolina y maldigo por lo bajo, así que me tomo mi moto y acelero lo más que puedo. No me he puesto el casco, solamente los guantes y mi chaqueta.
Al llegar a su casa veo a la insoportable de Maddy salir de ahí y antes de que cierre la puerta me apresuro a ella para pedirle que me deje entrar, pero ella me lanza una mirada de desprecio.
—¿Esta Megan? Necesito hablar con ella— inquiero indiferente a la pelirroja gruñona.
—Lo está— dice sin más, mirándome por encima de su hombro a pesar de que le doblo el tamaño. — pero no puede hablar ahora. — me deja de lado y se va con su bolsa ridículamente rosa.
—Necesito hablar con ella— se gira y me mira con altanería esperando algo más. — Por favor— arrugo mi entrecejo y aprieto mi mandíbula conteniendo las ganas de pasarle mi moto por encima.
—Bien— se regresa y abre la puerta con una de sus llaves. Megan no debería darle las llaves a una entrometida. Me apresuro a entrar y antes de que lo haga me detiene.— estaré pendiente de ella, la policía está muy cerca ¡ni se te ocurra ponerle un dedo encima!
La miro con odio y sigo mi camino, cierro la puerta y subo a zancadas las escaleras hasta llegar a su habitación. Y la veo recostada sobre la cama, dormida, con los moretones en el brazo y la herida en su labio.
Es una gran herida. ¡Joder, soy un monstruo!
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BRUCE [ PAUSADA ] ⚠
Dla nastolatkówProbé tus labios y enloquecí, fue la primera vez que deseé tanto quemarme en el infierno de alguien