Me acerqué a su lado de la cama como temiendo a respirar muy fuerte, yo temía de ella pero el miedo que había provocado en ella se burlaba de mi temor.
Me senté a su lado provocando que la cama se hundiera de mi lado y Megan se moviera un poco en su sitio, pero aun así no despertó. Toqué su suave cabello negro, estaba mas largo de lo normal al igual que sus pestañas. Ella era la más hermosa del instituto aun sin maquillaje, aun con su enorme sudadera y tenis blancos.
Mientras acariciaba su tes pálida y mejillas rosadas podía recordar la primera vez que la vi, estaba sola y no hablaba con nadie en el instituto. Me pareció una chica bastante rara a comparación de las demás. Ella era diferente. Varias veces intenté ser su amigo pero ella era muy corta de palabras y eso me enfurecía hasta el punto de lastimar a mis amigos cuando teníamos los partidos de fútbol americano.
Odiaba que jamás me mirara y que nunca asistiera a mis juegos importantes, aun cuando ella no tenía nada que ver conmigo, yo lo tenía todo con ella. Pero logré que sea mi amiga, logré que confiara en mí y logré calmar sus pesadillas y luego, yo me convertí en una.
La amo tanto, y se lo he demostrado. Eso vale mas que nada en este puto mundo y ella debe entenderlo.
—Bruce...— susurró apenas cuando abrió sus azules ojos y me miró directamente, pude presentir como tembló bajo mi tacto. ¡Maldita sea, no soy un monstruo!
—Perdoname.— pedí una vez más, ella guardó silencio por un breve momento. —¿Sabes que te amo verdad? ¿lo sabes?— Indagué, quería que dijera que sí, ¡joder! Quería que gritara en mi cara que sí.
—Bruce, esto...— sabía por donde iba, no quería que fuera hacia allí. Estaba aterrado.
—Lo siento, lo siento, lo siento. — me disculpe mi veces hasta que mi voz se apagó pero ella solo acarició mi mejilla con sus suaves manos frías.
—No hay nada que perdonar.— siempre me lo decía, pero esta vez en su voz había tristezas, era distinto.
—Prometo no volver a hacerlo más.— miré sus vacíos ojos y besé cada uno de ellos permitiéndome sentir el cosquilleo de sus pestañas en mis labios. —Prometo que no lo haré.
MEGANBesó mis ojos y sentí el frío penetrar mis párpados, había venido hacía mí, estaba aquí junto a mí con sus ojos rotos, su tacto frío y su voz gruesa y tenue. Otra vez había prometido que jamás volvería a pasar, que no lo volvería a hacer y una vez más le di una oportunidad como si fuese una cajita de comodines.
Estaba rota, sabía que estaba mal pero necesitaba estar en calma y una vez más ¡estúpidamente! quería creer que si iba a cumplirlo y por dentro me gritaba que no, no lo haría.
Jamás me perdonaría.
Después de que se haya ido me levanté de la cama y fui hacia el baño, había faltado a la primera hora de clases pero debía asistir aunque con esta herida en la cara seria imposible hacerlo. Me di un pequeño baño y después de ponerme un sencillo vestido color crema floreado, empecé a maquillar mi rostro. Tome la base e intenté tapar la marca morada de la comisura de mis labios y lo logré en el cuarto intento, me puse una chaqueta negra encima para ocultar el moretón de mis brazos y unas botas de cuero.
Al llegar al instituto, las miradas no pasaron desapercibidas en mí, odiaba que fueran tan obvios pero no podía hacer nada en contra de eso.
—Oh pequeña, llegaste— me dijo Maddy a un lado, colgándose de mi brazo a dolorido y portando una rara bolsa color rosa.
—Tenía que hacerlo.— dije en una media sonrisa, mis ojos pasaban de lado a lado buscando a Bruce pero no lo encontraba. Solía estar recargado en los casilleros juntos con su equipo de fútbol americano, los linces.
—Si estas buscando a Bruce, está en el campo de fútbol. Hay un nuevo chico y esta para comérselo.— dice con ambos ojos hacia arriba y mordiendo su dedo anular provocando que su maquillaje y labios rojos se vieran demasiado lujuriosos.
Nos dirigimos al campo y en efecto ahí estaba Bruce, jugando y dirigiendo a su equipo. Su cabello negro azabache era removido por el viento y sus musculosos brazos le hacían honor a sus tatuajes que lo cubrían todo hasta su cuello, menos sus manos. Sus buenas y tonificadas piernas y trasero hacían que me derritiera con tan solo verlo.
Sus ojos se dirigieron a mí en una de las gradas y sonrió suavizando su ceño, le había prometido que vendría a verlo y lo había hecho a pesar de que mi cuerpo doliera como el infierno. Después de un rato se acercó corriendo y tomó mis mejillas con sus manos para dejarme un enorme beso por el cuál suplicaría más.
—Te ves hermosa hoy.— dijo mirándome a los ojos y mi corazón saltó en un brinco. Acarició la comisura de mis labios y fruncio el ceño al notar que el moretón no estaba ahí.
—Lo he cubierto con maquillaje.— sus ojos parecieron temblar y el corazón se me estremeció.
—Después del juego de esta noche pasaré por ti, tengo algo especial.— besó mis labios otra vez y los linces empezaron a aplaudir y gritar cosas tontas para ambos. Reí entre el beso y me despedí de el para que pudiera volver a prácticar.
Maddy por otro lado, ya se había hecho de muy buena amiga con el nuevo integrante de los linces, ambos estaban tomados de la mano y hasta parecía que habían intercambiado números.
—Tengo que irme, guapo.— se despidió y corrió para alcanzarme. —¿Lo ves? ¡Es un bombón!
El chico tenía lo suyo, era un moreno alto con hoyuelos y una sonrisa perfecta, sus ojos curiosamente eran verdes y portaba dos aretes de plata a cada lado de las orejas.
—¿Es tu nueva conquista?— Indagué con respecto a lo ocurrido con Marcos.
—Se llama Zad, es mi nueva conquista.
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BRUCE [ PAUSADA ] ⚠
Novela JuvenilProbé tus labios y enloquecí, fue la primera vez que deseé tanto quemarme en el infierno de alguien