Capítulo 3

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La música era estridente, las luces parpadeaban con ritmo, de colores, por todos lados. A esas alturas de la noche las botanas ya estaban regadas  y había más latas de cerveza vacías en el piso y en los muebles que las que quedaban llenas e intactas en la hielera. Humo por todos lados, un olor que no era tabaco. Los chicos reían, bailaban y sudaban. Se podía sentir el calor adolescente y las ansias por vivir, probar y sentir. Era el climax de la fiesta, el momento en el que todos están lo suficientemente ebrios como para olvidar sus inhibiciones y pasarla bien.

El agua del jacuzzi saltó y mojó a Jason directo en la cara, pero eso no lo hizo enfadar. Roy sacó la cabeza del agua y echó hacia atrás su roja y mojada melena, una chica al fondo de la terraza lo vio y se mordió el labio, pero él no se percató.

Jackson hizo un lanzamiento de lata de cerveza que Wally atrapó por los pelos, cuando la abrió el líquido salió disparado a chorros de espuma y malta, puso la lata contra sus labios y bebió tan rápido que recibió aplausos de ánimo por su "triunfo". El agua del jacuzzi había dejado de ser cien por ciento "agua" hacia mucho.

Habían bailado, jugado, competido sobre quién comía más, quién bebía más y ahora estaban con los retos. La cosa se estaba poniendo caliente, empezando por Conner, quien tenía que permanecer diez minutos completamente desnudo, sólo cubriéndose con un cuenco de botanas vacío. Tenía frío pero estaba a dos minutos de ganar, aunque no hubiera premio alguno.

Dick volvía de su tercera visita al baño, esta vez con una chica diferente, a la que nadie conocía.

—Andas con todo, bro.- Algunos se rieron animándolo, otros no tanto, en especial sus hermanos, que se miraron unos a otros sin saber si lo que estaba pasando estaba muy bien o muy mal.

Porque si, Damian también estaba ahí. Era su primera fiesta salvaje y no lo estaba pasando tan bien como el resto. Por mucho que se alejara de sus hermanos mayores, cada que cogía una lata de cerveza había alguien cerca para arrebatársela de las manos; "no, hasta que cumplas catorce", se había convertido en la frase más recurrente de la noche. Eso lo enfurecía, necesitaba algo que lo llevara al mismo nivel de estupidez en el que estaban todos. En especial Drake, que estaba demasiado risueño y eso que sólo llevaba dos latas de cerveza. Baialaba en su lugar, sonreía demasiado y con eso acaparando las miradas de varias chicas, cosa que siempre había sido de Dick y Jason.

Este último también se había percatado de lo bien que lucía Tim ese día. La ropa no tenía nada de especial, ya le había visto usar esos jogger de estampado militar y corte capri, que dejaban al descubierto sus pantorrillas casi lampiñas. Llevaba tenis blancos sin calcetines y playera blanca sin estampado. Algo muy normal que por alguna extraña razón lo hacía ver despreocupado y en onda. O quizás  era porque se había cortado el cabello y eso hacía parecer su rostro más juvenil y encantador.

Cassie llegó a la fiesta después de unos minutos y refunfuñó al enterarse que habría podido ver las nalgas desnudas de Conner si hubiera llegado cinco minuto antes.

—Es culpa de Bart, nos hizo esperar.- La rubia sonrió y miró a Tim de forma traviesa.—Y trajimos a tu caballero.

El rostro de Timothy se puso completamente rojo cuando miró hacia la puerta del balcón y reconoció al invitado de gran sonrisa y pendiente en la oreja. Incluso Damian se percató y lo miró perplejo ante el drástico cambio de color. El moreno, al verlo, se acercó a paso apresurado, tras él se formó un aura púrpura y encantadora, cosa que no pasó desapercibida para algunos y mucho menos luego de que tomara la blanca mano de Tim y besara suavemente el dorso de esta.

—Qué placer verte, mi dulce Príncipe, hoy luces... demasiado encantador.

El que definitivamente había visto eso y sentía la ira recorrerle el cuerpo, era Jason.

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