Capítulo 7

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Me quedé mirando a una Laura que sonreía ampliamente. Entonces, tomó mi mano, y depositó algo en ella. Me fijé y enseguida sonreí. Se trataba de una pulsera de cuero, pero no una cualquiera, sino aquella que representaba nuestra amistad.

Resultaba que hacía unos años, ella y yo nos fuimos juntas de viaje a Galicia. Como recuerdo de aquellas vacaciones, nos compramos dos pulseras iguales, jurando que nuestra amistad duraría hasta la eternidad.

Y Laura me la había dado, por lo que sabía lo que estaba ocurriendo.

-¿Cómo está Samantha?- pregunté, guiñándole un ojo.

-Deseando verte- respondió mi amiga. -Escribe algo, que me echan, tía.

Entonces, rápidamente me dispuse a escribir una nota. Decía así:

"Querida Sam, en cuanto me sea posible, iré a visitarte. Espero que te recuperes pronto y, por favor, perdóname por joderte el concurso"

Enseguida, firmé la nota, me hice una foto con Laura y , con una sonrisa, abandonó el recinto. Por mi parte, estaba que botaba de alegría. No, no se había solucionado nada, pero de alguna manera me llenaba saber que Laura era consciente de la situación.

Ya con una actitud completamente distinta, atendí a los cientos de personas que esperaban en la inmensa cola. A las 13:00, nos anunciaron que había que marcharse. Alba se levantó, y tomó un micrófono. Empezó a disculparse por no poder firmar los discos de todos, lo que causó una gran ovación.

Justo antes de entrar al edifico, la alicantina se escapó del grupo de policías y fue a chocar las manos de montones de chavales, que se pusieron como locos.

Ya en el avión, me permití respirar profundamente y pensar. Me había sentado bien ver a mi mejor amiga. Me habían reconfortado su abrazo y sus palabras. Llevaba la pulsera puesta, lo que llamó la atención de Vicky, sentada a mi lado.

-Bonita pulsera.

-¿Te gusta? - sonreí tontamente.

-Mucho. ¿Te la ha dado esa chica?

-¿Cuál?

-Esa que estuviste un buen rato con ella. Parecía que os conocíais de antes...

Esto último lo dijo con cierto tono molesto, lo que yo interpreté como celos. Me apresuré a tranquilizarla.

-No es eso. Venía de parte de una amiga suya, que ha estado muy mal en el hospital. Sólo quería una dedicatoria.

-Oh, vaya. ¿Sabes qué le pasó a esa amiga suya?

Me miró a los ojos, esta vez con curiosidad. Yo me encogí de hombros. Obviamente, no le iba a contar nada.

-Sólo sé que había estado en coma.

Di por acabada la conversación y me dediqué a tararear la canción del conejito malo, ya que nada más llegar, teníamos el primer pase de micros. Casi no había tiempo ni de descansar.

En cuanto llegamos a la Academia, Miki y Marilia ya estaban ahí. Los saludamos, pero la chica me pidió hablar con ella a solas.

Me llevó hasta la habitación. Me reí, divertida ante su actitud. Y es que, antes de cerrar, Marilia estuvo unos segundos mirando a ver si había alguien.

-A ver, niña. Cuéntame- pedí, sentándome en la cama.

-¿Aún no ha llegado Sabela?- preguntó ella.

-No, que yo sepa. ¿Por?

-No, nada. Quería hablarte de ella...

Levanté una ceja. Me había despertado la curiosidad, así que la invité a sentarse en mis piernas.

MORIRÍA POR VOSWhere stories live. Discover now