I.Sin pensarlo mucho ni razonando.
Cansado de aguantar
me di media vuelta disimulando.
Ansiaba lo que iba a perpetrar.
El vencejo se paseaba pardo
por el cielo anciano.
El ocaso ya había hablado:
-"Hoy la Luna saldrá temprano"-.
Vi un atisbo de luz brillante y blanca.
Del material vetusto
de una oportuna y férrea palanca.
La que me haría ser el justo.
El vencejo se paseaba negro.
Con el cielo tardío
el milano se apostaba en un cedro.
Miraban las aves el final del estío.
II.
Llegué armado. Cada vez mas airado.
Siguió riendo con crueldad
pegándole sin haberme mirado.
Mi justicia estaba cegada y no tendría piedad.
El vencejo se paseaba lejos
porqué el milano se alzó.
Veían en la Luna sus reflejos.
Y el vencejo cauteloso se escondió y rezó.
El inhumano gruñó y me miró,
Llegué y me presenté.
Se quiso apartar en cuanto me vio.
Fue lento en apartar la cabeza y la reventé.
El vencejo se asomó muy curioso.
Y el milano se posó.
Testigos de mi ser más impiadoso.
Lúgubre y lenta de entre las sombras la muerte llegó.
III.
-"Quien haya osado interrumpir mi calma
merecerá castigo.
Por perderme a mí, La Muerte, un alma.-"
Sentí tal terror que me golpeó como un látigo.
El vencejo salió audaz y potente,
y bajó hasta mi mano.
A protestar mi destino inminente.
Y chilló hasta que su canto fue voz de anciano.
-"No castiguéis su alma él fue el más puro.
Salvó al hombre del suelo
de las manos del yugo del sulfuro.-"
La Muerte calló pensando si yo merecería el cielo.
IV.
El vencejo se fue hasta su cornisa.
Y observó preocupado
a la muerte anunciando su premisa.
Ella pensaba en las palabras del vencejo, que ya había considerado.
-"Siendo cierto me iré en este momento.
Ahora me despido,
siento mi presencia y tu tormento."
La Muerte se fue pero no cayó en mi olvido.
V.
El vencejo plateado volaba.
Y a la luz de la Luna
el milano, en su cedro, descansaba.
Y yo me di cuenta de que La Muerte me seguiría hasta su cuna.