Día 1 Abejas

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-¡Noooo!- 

El grito, seguido del lloriqueo inconfundible de su princesita, despertó a Jotaro. Se incorporó y miró al reloj en la mesita de noche, todavía era de día ¿qué podía estar mal?

Apartó las sábanas y salió de la cama, acabaría con cualquiera que se estuviera metiendo con su familia. No se esperó, sin embargo, que al parecer, quien se estaba metiendo con su princesita era nadie más que su lindo esposo, además ¿qué rayos era esa cosa amarilla y negra que vestía su adorable nene?

-Lo siento Jotaro- se disculpó Yuto poniéndose de pie, en la muñeca traía atado un alfiletero y por el suelo había muchos retazos de tela y demás enseres de costura -te despertamos antes de tiempo-

Jotaro negó, restándole importancia -¿qué está sucediendo?- preguntó mirando a Yuya, su adorable hijo de 7 años estaba llorando silenciosamente, consciente de que no debía de haber despertado a su padre y un poco temeroso de un regaño.

Yuto suspiró mientras se volvía a arrodillar al lado de su pequeño -nuestro adorable hijo ya tiene su papel para la obra escolar- comenzó a explicar -sin embargo, la princesita aquí presente no quiere ser una abeja, él quiere ser una flor-

-Las flores son bonitas, las abejas no- Yuya hizo un puchero, intentando parar de llorar.

Oh, con que de eso se trataba, pero Jotaro sintió que aún faltaba un poco más en esa historia.

-Pues ahora no te ves muy bonito- musitó Yuto sacando un pañuelo de su bolsillo para limpiar la carita llorosa de su hijo.

-¡Soy más bonito que Hikari!- gritó el niño haciendo muecas ante las acciones de Yuto.

Ahí estaba la pieza faltante, Hikari era la niña más bonita del salón en el que estudiaba su pequeño hijo, y también era la lider del grupito que molestaba constantemente al nene en la escuela.

-Por supuesto que eres más lindo que ella- le dio la razón Yuto -mi pequeña princesa es hermosa- ante sus palabras los ojitos de Yuya brillaron de alegría -pero no puedes ser una flor- y con esas otras palabras los ojos del nene se llenaron de lágrimas de nuevo.

-¿Porqué no?- preguntó Jotaro, si su hijo era infeliz, él no se quedaría de brazos cruzados.

Yuto suspiró mientras tomaba otro trozo de tela y empezaba a modificar la ropa que traía Yuya, sabiendo lo que sabía ahora Jotaro notó que se trataba del traje de abeja.

-Bueno, fue decisión de las madres de grupo ¿sabes? Los niños son abejas, las niñas son flores- explicó Yuto -mi hermosa princesa en mejor que todas esas niñas pero no quisieron escucharme- un leve puchero se formó en sus labios al decir esas palabras -son bastante irracionales si me preguntas-

Sobretodo porque la madre de Hikari era la jefa de la junta de madres de familia, así pues, no podía permitir que su hija fuera opacada incluso en una obra escolar, así pues, tenía que vestir al oponente con un traje de abejita rechoncha.

Jotaro miró a su hijo, quien seguía haciendo pucheros mientras Yuto arreglaba su atuendo, también vio el fuego en los ojos grises de su esposo, si pudiera hacer algo para ayudarlos a ambos. Una hoja arrugada arrojada descuidadamente al sillón llamó su atención. La tomó y la desdobló antes de que una sonrisa se formara en sus labios.

Tomó un lápiz y se apresuró a dibujar algo en la hoja antes de enseñarsela a su esposo. Los ojos de Yuto brillaron de inmediato y sonrió.

-Mi marido es brillante- dijo antes estampar un beso en los labios del mencionado.

Jotaro asintió antes de mirar a su princesita, Yuya se veía claramente confundido pero pudo asegurarle que todo estaría bien a partir de ese momento.

Gotta be somebodyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora