No es que no supiera decir que no, simplemente esta vez quería decir que sí.
La copa de cada uno estaba medio llena, el vino tinto estaba terminándose y la charla continuaba de forma fluida, ambos estaban hablando sin parar de lo que parecía todo y nada. Por primera vez en años KyungSoo sintió que podría acostumbrarse a que alguien le cocinara a él. Cierto era que no había platillos rebuscados o un banquete digno de un rey. Estaba tranquilo comiendo un plato de bulgogi sin mucha ceremonia, podría decir que el vino estaba de más para ese sencillo platillo, o que era una completa exageración, sin embargo estaba disfrutando de esa cena como hacía mucho no lo hacía.
Si era franco consigo mismo y observaba en retrospectiva, además de sus padres y ocasionalmente ChanYeol, nadie tenía este tipo de atenciones con su persona. Llevaba años conociendo a TaeMín, él había sido el encargado de hacerle publicidad a restaurante principal y a los locales que vinieron después, el hombre jamás había insinuado ningún tipo de interés romántico ni con ChanYeol ni con él. Sin embargo ellos venían arrastrando una amistad sólida donde ninguno de los dos se sentía incómodo, cada uno hacía su trabajo lo mejor que podía y los resultados habían estado mejor que bien durante años.
Años.
Años conociendo a una persona ahora le daban la seguridad que necesitaba para atreverse a dar un paso más. Esto no era una explosión de sentimientos seguida de una llama imparable de pasión; lo que se estaba cocinando con TaeMín era una relación a fuego lento, como el crepitar de una chimenea a la que constantemente se le está proveyendo de leña. TaeMin era un hombre atractivo, ligeramente más alto que él, inteligente y gracioso. Ellos dos eran completamente diferentes el uno del otro y aunque en muchos de sus pasatiempos no lograban coincidir ambos lograban compartir momentos agradables.
Y la parte más importante...
TaeOh le tenía mucho cariño a TaeMin y TaeMin adoraba a TaeOh.
Ciertamente no sabía cómo se había dado la relación, pero su hijo parecía aceptar la presencia del otro hombre casi con la misma naturalidad que lo hacía con ChanYeol y eso le alegraba profundamente ahora que estaba decidido a pedirle a Lee que saliera con él y que intentaran que se forjara una relación.
Ambos eran hombres en el mercado de los solteros desde hacía mucho tiempo y las citas casuales no les habían resultado bien. La mayor parte de los hombres con los que intentó salir alguna vez habían huido después de la primera cita al saber que era padre soltero y en realidad esa había sido su excusa para mantenerse alejado de los compromisos durante todo ese tiempo. TaeMin por su parte le había contado que a pesar de que solía salir en citas a ciegas preparadas por su familia, no había encontrado a una persona con la que se sintiese cómodo o con ganas de volver a salir. Los dos eran hombres independientes, casados con su profesión. El que en este momento se encontraran sentados frente a frente en el apartamento de TaeMin compartiendo una copa y una comida parecía completamente normal, casi como si fuera una escena cotidiana y la comodidad era palpable.
No había grandes besos ni manos en el cuerpo ajeno. Sólo estaban ahí compartiendo un momento dejando que el reloj fluyera a su propio ritmo. KyungSoo no sintió en realidad la presión de decir las palabras que cambiarían la relación amistosa que ambos tenían. Cuando miró a su amigo y éste le sonrió supo que era un acuerdo tácito. Fue entonces que decidió tomar la mano contraria y estrecharla firmemente entre la suya. TaeMin fue un poco más rápido y se atrevió a llevarla a su mejilla mientras reía con esa particular risa que podía sacudir el mundo. Quedaba de lejos por mucho de ser la declaración más romántica del mundo entero, y ni siquiera pensaba que fuera una declaración de amor, sino un consentimiento mutuo a compartir más que horas de trabajo y charlas banales. A partir de ese momento y hasta que el final se acercara estarían juntos como pareja.
Como lo que verdaderamente era una pareja.
Sin reproches, sin miedos.
Suspiró satisfecho, así es como debió haber sido todo desde un inicio. Él con un lugar sólido para ofrecerle al otro y su pareja segura de lo que quería, de sus metas y anhelos. No habría riñas cada que llegara a casa, nadie le echaría en cara los errores que no eran sólo suyos y tampoco sentiría que había arrebatado los sueños de alguien más cada que viera a los ojos a su pareja.
Habían pasado años y aún los recuerdos y las palabras de vivencias pasadas lo empujaban a sumirse en una neblina de tristeza.
— ¿Puedo besarte KyungSoo? — Con esas palabras se vio obligado a barrer lejos todos los recuerdos, las memorias buenas y los tragos amargos, esa era una diferencia entre TaeMin y... él. TaeMin estaba preguntando si podía dar un paso, uno pequeño. No había tomado lo que había querido ni lo había hipnotizado con el calor de la pasión desesperada.
Le gustaba eso, él podría dar lo que TaeMin le pidiera, sabría en qué medida y cómo.
La receta segura siempre salía bien y a pesar de que a él le gustaba experimentar con sus platillos estaba seguro que dejaría que todo se sazonara lentamente. Después de todo el amor probablemente era mejor cuando estaba bien preparado paso por paso.
— Puedes hacerlo Tae, yo voy a corresponderte. — ¿Qué era un beso después de todo? ¿El contacto de un par de labios sobre otros? Él sabía que estaba bien sentir la piel y un leve hormigueo que lo impulsó a continuar. Fue un beso, un contacto sin explosiones a sus sentidos, el regusto de vino y comida en la boca ajena sin esa molesta sensación de necesidad.
El beso era sacudirse los fantasmas del pasado y la comprobación de que nunca jamás un contacto como ese sería igual de explosivo como lo fue el primero años atrás con el padre de su hijo, el beso era el preludio a algo nuevo que no lo aterraba y excitaba por igual, pero que a cambio de esas intensas emociones le proporcionaba paz y la libertad de desatar el último nudo que tenía cerradas las puertas de su corazón.
No estaba entregando la llave, pero esperaba que eso bastara pasa sacar a flote la relación.
Cuando se separaron las sonrisas fueron sinceras y cálidas. Sí, estaba seguro.
Ambos lo intentarían.
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La mitad que faltaba
FanfictionPorque ambos tenían la mitad de una vieja foto que resumía por entero sus vidas. Dos partes de un todo, una historia contada con distintas versiones. Dos niños curiosos que eran reflejo del otro. Dos corazones heridos y un amor suspendido en acuerd...